6 | Jaja, adoro los finales ¿felices?

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Despertó en lo que pareció un lapso de horas, pero fueron apenas unos segundos

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Despertó en lo que pareció un lapso de horas, pero fueron apenas unos segundos. Seguían en el suelo de la cocina y el microondas pitaba porque la cuenta regresiva había llegado a cero. Theo lo había acercado a su pecho, de modo que lo tenía abrazado contra él y le acariciaba el cabello con lentitud. Tenía el teléfono en la mano, el número de Norah listo para llamar. No lo hizo.

—Hey —sonrió Theo.

—Las cosas que dije. Lo que hice —empezó a decir. Theo le dejó un beso en el cabello—. No lo recuerdo bien. Todo está tan... borroso.

—Estabas enojado. Llevabas todo el día así y solo te desquitaste.

—Contigo.

Otro beso en el cabello.

Reggie sintió ganas de llorar. Se aferró a Theo con miedo de que este se desvaneciera como los recuerdos en su mente.

—Y con un florero —se rio el rubio—, pero lo repuse. No te preocupes.

—No me importa el florero.

—Te lo regalé por nuestro aniversario.

Tragó.

—Entonces sí que...

—Es broma. Lo compré en una tienda de un dólar que hay junto a la librería.

Terminaron de preparar sus bebidas y las llevaron al balconcito luego de envolverse en un par de cobijas. Acodados sobre la barandilla, Reggie dejó que el aroma a café inundara sus sentidos. Theo, por su parte, invadió todos sus pensamientos con recuerdos poco concisos. Eran retazos, piezas rotas, perdidas y sueltas. La mayoría eran detalles como su sabor de helado favorito o el programa que veían por la noche antes de dormir. Y no sabía si todo eso era real o un intento por tapar huecos.

Lo único que relacionaba estrechamente con el enigmático Theo era el café. Más allá de eso, no parecía haber nada más que esos retazos que se podían mover de su memoria con un manotazo y dejar una hoja en blanco.

—No te recuerdo en absoluto —dijo Reggie—. Bueno, casi nada.

—¿Qué es lo que recuerdas? —preguntó Theo.

—Que adoras el helado de coco y te gustan los juegos de memoria que pasan en la tele. Los de Pasapalabra.

—Tú eres malísimo en esos —dijo con una risa.

—Irónico, ¿no crees? —bromeó. Theo ahogó una risa—. ¿Por qué no has intentando que te recuerde como Norah? Hablamos, sí, y me enseñaste las fotos, pero... ¿Por qué dejaste de intentar?

—A Norah la recordaste solito —dijo, y era cierto. Norah era una persona difícil de olvidar, de todos modos. Estaba llena de detalles—. No puedes decir que no lo intenté, de todos modos, pero supongo que estaba mejor así, ¿sabes?

Todo lo que recuerdo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora