ʀᴜᴋɪ ᴍᴜᴋᴀᴍɪ

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━ ᴀɴɪᴍᴇ
Diabolik Lovers

━ ᴀɴɪᴍᴇDiabolik Lovers

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Ruki Mukami.

Aquel hombre que solo la perseguia con la mirada. Le dejaba un sensación incómoda, por lo que hacía de todo para no toparse con ningún Mukami, porque estando uno de los tres, estaría el cuarto a quien le tenía miedo.

Si, miedo.

Era un vampiro, y eso todos lo sabían. Y se preocupaba ser la siguiente en su lista de comida. O así lo veía ella.

Sin embargo no era para nada parecido las intenciones del Mukami mayor.

[• • •]

El sonido de la puerta de su apartamento corto el tranquilo silencio, y el llanto de un pequeño niño se escuchó enseguida.

(___) permanecia durmiendo sin preocuparse del llanto, los audífonos en sus oídos, el cansancio y su cuerpo reposando el cómoda cama, eran una combinación que no lograba hacerla reaccionar ante el llanto desgarrador de su pequeño hijo.

Si su hijo.

Aquel que tuvo siendo menor de edad, el pequeño que engendro tras una violación por parte de su hermano.

Su madre la trato de lo peor, su padre quería que abortara, su hermano simplemente se burlaba de ella. Se escapó de casa, no tenía intenciones de abortar, talvez lo daría en adopción, pero nueve meses de embarazo y un amor maternal que salió de ella al tenerlo en brazos fueron suficientes para no darlo en adopción.

Si quería mantenerse junto a su hijo no tuvo opción que trabajar, y lo hacía todos los días sin excepción alguna, dejando al pequeño en manos de la madre de su amiga quien con gusto la ayudaba. Su trabajo no era mucho, era mesera en un restaurante donde la paga era muy buena.

Rento un apartamento donde viva de forma normal, gracias a qué Ryuteī había sido la única preparatoria donde pudo seguir estudiando en horarios nocturnos, no se le hacía dicifil su rutina, trabajaba en horarios matutinos, cuidaba de su pequeño en las tardes donde también descansaba, en las noches lo dejaba dormido con un oso de peluche que había hecho, donde tenia grabado su voz y una canción de cuna por si lloraba y eso había funcionado muy bien, y gracias a ello podía dejarlo a solas un par de horas, y aunque no fue fácil en sus primeros años, se acostumbro de forma rápida.

El pequeño oso de peluche unos momentos después solto una canción de cuna relajante, dejando que poco a poco el ruido del llanto se apagara, con ello, la silueta aún lado de la cuna solo permanecia con los ojos puestos en la pequeña silueta aún inquieta. Sorprendido.



[• • •]

Los primeros rayos del sol se metían entre las persianas. Dejando a (___) con los rayos en sus cara cosa que le disgusto, abrió los ojos y tras unos segundos se quitó los audífonos y enseguida las risas del pequeño Miko llegaron a sus oídos.

𝕱ᴀɴᴛᴀsɪᴇsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora