Capítulo 3: Familia Cirquera.

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[Narrador: Omnipresente]

[Autor: ¿Qué? ¿Creíste que pondría: "Narra el narrador"? Pues nop, aquí no hacemos eso]

El castillo Renoir era una de las residencias más grandes de todo el reino, y no es para menos, ya que la misma familia real vive allí.

Un lugar como este no es poca cosa. Comparada con otros castillos establecidos a lo largo de todo el globo, no había ni una que se le acercara en cuanto a cuidado y belleza se trataba.

Grandes portones, exuberantes jardines, pasillos largos y ornamentados, habitaciones pulcras y cuidadas hasta la última esquina, cocinas, baños, hasta el ático y sótano eran más grandes que una casa para una familia entera.

Había una gran cantidad de sirvientes por el lugar. Después de todo, un castillo como este no se cuida solo.

Y al ser un lugar de residencia de los últimos sobrevivientes de la Familia Real Renoir, era sin duda el lugar más vigilado de todo el jodido reino.

Podrías caminar 3 pasos y verías a los segundos a un grupo de guardias, podrías ver por las paredes y te sorprenderías de la cantidad de cámaras a la vista y ocultas, podrías intentar algo con un sirviente cualquiera y te sorprenderías al ver sus cintas negras en karate y otros tipos de entrenamiento marcial, te sorprendería saber que incluso la puta caseta del perro tiene un rayo desintegrador siempre activo apuntando a cualquiera lo suficientemente idiota como para acercarse.

Con toda esta seguridad, con todo este personal, incluso con la inmensidad del castillo, era de cuestionarse el como una niña, la segunda persona más importante de toda el reino, fuertemente vigilada día y noche, con su propio escuadrón de guardias secretos y ninjas contratados, fue capaz de escabullirse, a tal punto de que nadie se enteró sino 1 hora después.

Hablando de dicha niña, ella ahora mismo caminaba por los jardines que conducían al interior del Castillo Renoir, siendo acompañada por el mismo guardia que la había encontrado con nuestro joven protagonista y alguno otros más: "Solo por si acaso", le habían dicho a la joven princesa.

Umbrela Renoir, la segunda hija del fallecido rey Franz Renoir y Nancy Renoir, y hermana pequeña de la actual monarca: Parasoul Renoir, se encontraba con una mirada algo molesta por haber sido interrumpida mientras pasaba el rato con su nuevo amigo, pero a su vez, algo alegre por el regalo que este le había dado.

Umbrela levanto en lo alto al recién nombrado "Sr. Orejas". Conocía los gusto de su hermana lo bastante como para saber el personaje en que se había basado el peluche, pero se lo habían regalado a ella, por lo que tenía el derecho de llamarlo como mejor le parecía.

-Llegamos, princesa. – El Garza Negra que había estado con ella desde el árcade hasta aquí le estaba hablando, aunque la joven princesa en realidad no le estaba prestando atención. – Detrás de esa puerta se encuentra su hermana, así que...

Ahora, eso le había interesado. Lo más probable es que este molesta como no tenía idea, pero sería bueno contarle a alguien más que había hecho un amigo. A alguien más familiar y no un montón de guardias aleatorios que ni siquiera sabía sus nombres.

En el momento en que uno de los guardias estuvo a punto de abrir la puerta para que todos pasaran, esta se abrió de golpe, con una fuerza que incluso había logrado desquebrajar un poco las bisagras, sobretodo porque fue abierta por el lado que no era.

La persona encargada de abrir de la puerta de una manera tan brusca, fue nada menos que una mujer. Era hermosa, sin importar a quien le preguntaras, te dirían lo mismo. Era como una diosa que descendió de los cielos, y se colocó a si misma al mando de unos míseros mortales.

Skullgirls: Un Chico Normal en el Reino Canopy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora