Capítulo 2

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— Hey —Grant entró en la silenciosa tienda. Era casi la hora de cierre, el sábado después del Record store day, y se notaba la diferencia. Había uno o dos clientes deambulando por la tienda, hojeando las pilas de "50% de descuento" pero ni de lejos la aglomeración de la semana pasada.

— ¿Todo bien? —Marcus le sonrió desde detrás de la caja— No esperaba verte.

— Tenía una inspección, estaba a la vuelta de la esquina, así que pensé en pasarme —se acercó para darle un beso en la mejilla— No tenemos nada para cenar, vine a ver si querías que comprara algo del Tesco.

— Estaría feliz con palitos de pescado y papas fritas, para ser honesto, estoy demasiado cansado para cocinar esta noche.

— Está bien, ¿ En dónde está Kieron?

— En la parte de atrás con Mimi —Marcus señaló con el pulgar la parte de atrás de la tienda.

— Sólo voy a saludar rápidamente... —Grant volvió a entrar en la pequeña cocina del fondo. Había un viejo sofá, y Mimi -la chica de los sábados en la tienda- estaba sentada en un extremo, desplazándose en su teléfono, mientras Kieron estaba acurrucado y dormido en el otro extremo— ¿Cómo está? —susurró Grant.

Mimi levantó la vista y sonrió: — Bien, no hay ningún problema. Lloró un poco cuando Marcus volvió a la tienda después del almuerzo, pero creo que solo es un poco pegajoso. Lo distraje.

— No hay nada malo en llorar —Grant se acercó y apartó el pelo del pequeño de la cara — Sólo necesita un abrazo y un poco de tranquilidad, eso es todo.

Kieron lloraba a menudo, y era cierto, se había vuelto bastante pegajoso durante la última semana. La profesora del colegio en el que le habían matriculado envió una nota a casa después del primer día: Kieron es un poco llorón, hay que vigilarlo. Seguro se endurece. Marcus tuvo que evitar que Grant entrara en el aula para darle a la mujer una lección. "Un poco llorón" ¡como si eso fuera una sorpresa, después de lo que el chico había pasado! ¿Cuándo iban a dejar de fingir que los niños pequeños no tenían sentimientos?

— Solo dale un grito a Marcus, si necesitas algo, amor —le dijo a Mimi —Muchas gracias, sé que no es tu trabajo hacer de niñera.

— Es mucho menos trabajo que los clientes. —Mimi sonrió— Y más bonito. ¿Ya has oído algo del abogado?

— No, aún es pronto —Grant negó con la cabeza.

La madre de Kieron había sido encontrada dos días después de que lo colocaran en una casa de acogida. Apenas era adulta y, por lo que parecía, no estaba en condiciones de cuidar de él. La habían llevado a urgencias después de una sobredosis y, aunque se estaba recuperando, al parecer había mencionado que quería abandonarlo.

Fue Marcus quien sugirió seguir con una orden de adopción. Habían pensado en ello más de una vez, a lo largo de los años, pero era un proceso difícil y prolongado, así que a Grant no le gustaba hacerse ilusiones. Aun así, estaban dando pasos, y si la madre lo decía en serio, su asistente social lo consideraba bastante positivo.

Dejó a Kieron durmiendo y volvió a salir al frente. — Me voy, entonces —le dijo a Marcus, en su camino,

— Oh sí, antes de que te vayas, tengo un asunto pendiente contigo —dijo Marcus, sonriendo— ¿Tienes un toy boy o algo así?

— ¿Eh? —Grant entornó los ojos, confundido.

Marcus se rió: —Un chico vino a buscarte. No sabía tu nombre, pero sí sabía cómo eras. Era alto, de pelo azul.

A Grant se le retorcieron las entrañas. — No, no me suena. ¿Uno de los compañeros de Atif?

— Solo Dios sabe —se encogió Marcus— ¿Nos vemos en casa, entonces?

All the young dudes: Out of the blueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora