𝟒- 𝑪𝒂𝒎𝒊𝒍𝒍𝒆

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Los Ángeles, California, Estados Unidos.

15 de octubre de 2016

Darah Haward

Si tuviera un deseo no pensaría dos veces en lo que pediría. Tal vez en otro momento hubiera pedido una vida feliz junto a mi madre y mi familia, lejos de todo peligro. Pero después de estos años, mi forma de ver las cosas ha cambiado tanto que tan solo pediría poder desaparecer. Si, seria egoísta, pero la vida ha sido egoísta conmigo por jamás dejarme ser feliz y nadie le reclama nada.

Todo a mí alrededor es un desastre, un recordatorio de la poca o casi nula diferencia que hago en el mundo o en la vida de todos.

Para poco antes de que se cumpliera un año del día que Isabella y yo terminamos en el hospital, yo ya había registrado absolutamente todo lo que no me acordaba de esos últimos meses, cada golpe, cada herida, llanto, grito o suplica, todo. Creí que todo se iría de nuevo de mi mente en cuanto llegaramos a Los Angeles, en cuanto fuera a un nuevo colegio e hiciera nuevos amigos, pero eso no sucedió. Vinieron las consecuencias, los traumas y todo el dolor emocional que no había sentido antes.

Durante dos años no deje que nadie se acercara a mí, ni siquiera para darme un abrazo. Me asustaba que incluso mis abuelos o mi madre se me acercaran; a veces aun siento ese pánico cada vez que alguien se acerca demasiado. Cada vez que cerraba los ojos veía la imagen de mi padre; cada noche tenia pesadillas y de hecho hasta hoy las tengo, desde hace ya tiempo que no duermo más de 5 horas seguidas. Me encerraba en mi cuarto y lloraba durante horas, sentí demasiado miedo.

Lo único que quería era que mi madre me envolviera en sus brazos. Pero eso no pasaba. Lo único que hizo Isabella desde que llegamos a Los Angeles fue tomarse frascos y frasco de pastillas para dormir para encerrarse en su cuarto y olvidarse del mundo. No la culpo, yo también quiero olvidarme de toda la mierda que vivo, pero era una niña que al igual que ella también había sufrido mucho y la necesidad. Necesitaba que me enseñara a ser fuerte o al menos estaba a mi lado esas noches de pesadillas. Ya no era la misma, su rostro se veía mucho más delgado y ojeroso, casi no salía de la casa ni se ocupaba de mí. Si no fue por mis abuelos no se que hubo sido de mi.

Y así fue todo por seis meses hasta que obligaron a Isabella a ir a terapia. Si, la terapia le ayudo. Comenzó a salir, ya no me sentí tan sola porque pasaba tiempo conmigo, no se la pasaba llorando, y todo eso me dio un rayo de esperanza de que las cosas por fin mejorarían. Pero no duro mucho, porque un año después conoció a Michael y toda su atención se fue a él.

Conoció a Michael en un café, comenzó a hablar y con el tiempo se hicieron novios. El fue un gran apoyo para ella, la ha cuidado y se ha preocupado por ella desde el primer momento, incluso lo hizo por mí; tal vez eso fue lo que hizo que se aferrara tanto a él y le diera toda su atención. Mike, como lo llaman de cariño, no me desagrada porque en realidad no es mala persona, pero si me molesta que por el Isabella no se preocupe por mí, aunque sé que no es su culpa, incluso en más de una ocasión él le ha recordado que también debe cuidarme a mí.

Es por eso que ahora solo le digo Isabella y no mamá. Porque una madre se preocupa, te cuida y esta para ti en todo momento, y ella no lo ha hecho en un largo tiempo. Me dejo sola en el peor momento y con el paso del tiempo solo empeora.

Mi primer año de escuela no fue el mejor. No hice ni un solo amigo y no porque nadie se acerca a hablarme, sino porque no me gustaba relacionarme con los demás. Eso hizo que llamara la atención de las maestras. Citaron a Isabella y le recomendaron que me llevara a un psicólogo infantil para descubrir cuál era el problema; ellas no sabían por lo que había pasado. Comencé a ir y así lo hice hasta hoy. Pero nada mejoro, no hice amigos, el dolor no se fue, nada quedo en el olvido.

Tell me about tomorrow- Jaden HosslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora