La castaña alza las cejas hacia él, con la mano todavía recostada de su antebrazo cubierto, con los dedos tan delgados y huesudos aun cuando no son verdaderamente largos, con esta manicura tan bonita que la hace lucir incluso delicada, indefensa.
Cielos, mientras más la mira, más belleza encuentra en todos y cada uno de sus detalles.
Si tan solo pudiera ver un poco más de...
—¿Secreto?— Interroga, interrumpiendo rápidamente la fantasía que se ha estado por formar en su cabeza, en lo que podría ser una ensoñación despierta que no debería de tener, al menos, no hasta que ella se haya marchado.
No quiere que lo haga de todas maneras.
—No estoy seguro— Admite, volviendo a pensar en cómo nadie nunca ha intentado saber qué es lo que tanto escribe y por qué siempre carga con aquel libro a cada lado que va. —Supongo que no.
—¿Ah no?— Parpadea claramente confundida. Llega a ser adorable la forma en la que la frente y la nariz se le arrugan dentro de su desconocimiento. —Pensé que todos los diarios estaban prohibidos para el conocimiento de los demás. O por lo menos eso es lo que dice mi hermana.
La mención de algo tan privado como el hecho de que tiene una hermana lo pone contento, aunque no tiene demasiado claro el por qué. Todo está siendo tan peculiar, tan nuevo, pero al mismo tiempo manteniéndose dentro de su sabiduría y sus posibilidades cuando no es la primera vez que nadie le ha comentado sobre su familia.
—Supongo que eso depende de cada persona.
—Supongo— Murmura en una repetición, y acto seguido se llena los pulmones de aire a través de sus modestas y casi rosadas fosas nasales. —¿Puedo leerlo entonces?
Descarada como ella sola, no debería de sorprenderle teniendo en cuenta el modo en el que se ha acercado a él antes de ahuyentar a las chicas que han estado agrupadas casi delante de él con anterioridad y que a estas alturas ya casi ni recuerda.
Luke considera que puede solicitar algo en retorno por permitirle conocer lo que hay dentro de su mente.
—Con una condición— Alude con voz interesada, aunque no lo suficiente como para delatarse en el hecho de que en serio es algo que le gustaría saber.
La muchacha levanta las cejas y acto seguido se inclina sobre él sin pudor, terminando de apoyar su otra mano en su acompañante, quedando dependiente de su postura y estabilidad. El corazón le tiembla en el pecho cuando se da cuenta de la cercanía que ahora mantienen, la suficiente como para que tenga una vista ilustre de las pequeñísimas grietas que nadan en sus labios ante la falta de humedad.
—¿Vas a pedirme un beso a cambio?— Balbucea con frescura acusatoria, en una tonalidad tan picara, pero al mismo tiempo tan sorprendida que es casi como si no pudiera creer sus propias palabras. —¿Es eso?
Aquella última insistencia se debe al silencio en el que repentinamente se ven envuelto por el simple hecho de que Luke se ha perdido en su propia imaginación, esa en la que solamente se ha acercado más a ella y ha atrapado su boca en aquel beso que presume, más profundo a cada segundo, con este movimiento de vals en alguna canción que solo ha escuchado en las calles francesas una sola vez pero que se ha quedado en su cabeza por el resto de su existencia.
Piensa en lo fantástico que sería el tener sus labios para él solo, a su Merced, a su disposición absoluta mientras ella, insolente como para serlo, le ruega por un poco más, por todo eso que Luke estaría dispuesto a darle aun cuando fuese sumamente absurdo y no tendría motivos para hacerlo más que el deseo por ello.
Logra salir de aquella utopía indecente cuando una pequeñísima y aguda voz en su cabeza le dice que despierte, y se llena los pulmones de aire mientras parpadea antes de mirar a la castaña, que continúa echada hacia él, con las pestañas tupidas y los pómulos regordetes, con el rostro tan delgado aun así y tan extraordinario, y con aquella piel bucal externa que solo le sirve como tentación solemne para su pobre alma increíblemente débil.
ESTÁS LEYENDO
Le journaliste ✦ erotic! [lrh] | ✓
Fanfiction"Luke Hemmings es un australiano Casanova que posee una cadena de hoteles en Europa y Oceanía, y que adora contar su vida en los diarios que siempre carga. En un viaje a Francia conoce a Déborah Mossé, quien mete su nariz en donde no debe y sorprend...