Iba ella caminando lento,
por el cálido y blanco desierto.
Después de horas y horas de camino,
la muchacha por fin encuentra un pueblo.
Todos le conocieron como:
'Un alma que vaga sin rumbo alguno';
pero en realidad ella sí sabía
hacia donde se dirigía.
Cuidó las flores de mi jardín,
las regó todas por mi.
Y cuando vi lo bonitas que eran,
invité a la chica a entrar.
Ella se sentó y me comenzó a contar,
como unos monstruos le querían secuestrar.
'Ya me tengo que marchar,
sino harán de mí un trofeo con un precio incondicional'.
'¡Pero si no ha pasado nada de tiempo!
¿No te podrías quedar un poquito más?'
'Lo siento mucho pero no,
tengo que hacerlo, más opciones no hay'.
'En ese inevitable caso, te daré
lo único que de ti me queda.
Toma algunas flores de mi jardín,
ya que así sabré que me recuerdas'.
'Mil gracias a ti, querida amiga mía,
las cuidaré y llevaré consigo siempre'.
-Para no olvidarte jamás,
aunque me lleve la muerte-
Nota de la autora: Este es muy especial para mí, porque la persona para el que va dedicado este poema también es especial.
Para ser tan largo y rimar bien, lo escribí bastante 'rápido' porque no pensaba demasiado.
Supongo que me salió de corazón.