Día 8: Sick Fic

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Resumen: tras una pelea con su novio, Keith llega borracho a la casa de su amigo Lance, donde siempre se siente querido y apreciado.

꧁༒•Sentir lo mismo•༒꧂

Como la mayoría de los miércoles por la noche, Lance está cómodo bajo una manta cálida en el sofá, viendo el nuevo episodio de uno de los reality shows que tanto le gustan. Termina tarde en la madrugada, pero puede darse ese capricho, después de todo su turno en el trabajo es de tarde y no de mañana. Está viendo a Samantha llorar en el baño mientras Carol le grita desde afuera, sabe que la primera está a punto de confesar que se acostó con el chico con el que la segunda está empezando algo y se encuentra muy impaciente por saber cómo reaccionará y cómo se resolverá toda la situación, pero no llega a enterarse porque justo entonces llaman a la puerta.

Frunce el ceño y mira la hora. Las doce y veinte de la mañana. Se levanta y camina hasta la entrada, hace una pausa y mira por la mirilla. No ve a nadie. Receloso, abre la puerta y reza por que no le asalte nadie.

Mira a los lados, confundido y entonces lo ve. Keith. Está sentado contra la pared, las piernas estiradas y todo el cuerpo flojo. Sus ojos apenas le miran, están nublados y pesados, se cierran cada pocos segundos.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué te ha pasado? —A pesar de ello, se agacha e intenta ayudarle a levantarse, pero no está poniendo demasiado de su parte.

—Tardabas demasiado en abrir —murmura arrastrando las palabras. Lance suspira y niega con la cabeza.

Al final termina por cogerle en brazos, cierra la puerta con el pies y se encamina al sofá con algo de dificultad. Lo suelta allí con cuidado y va hasta la cocina, llena un vaso de agua y se apresura en hacer que su amigo se lo beba. Es obvio que está borracho.

—¿Te has vuelto a pelear con él? —indaga, aceptando el vaso vacío cuando se lo devuelve. El chico solo se encoge de hombros y se recuesta de nuevo en el sofá.

Lance aprieta los labios, deja el vaso en la mesita de noche y allí agachado en el suelo, le aparta el flequillo de la cara y le coloca la mano en la frente. No está caliente. Keith cierra los ojos y se quedan un momento así, en silencio.

—¿Por qué no le dejas de una vez?

Con el ceño fruncido, Keith abre los ojos y le dispara una mirada que pretendería ser molesta si no estuviera tan ido y adormilado.

—Porque le quiero.

—Así no es el amor —reprende con dureza. Está cansado de esto. No es la primera vez que se tiene que hacer cargo de él por problemas con su pareja. No es sano. Ninguna relación debería suponer peleas de este tipo.

—Qué sabrás tú del amor.

Lance inspira y se levanta. No tiene ganas de discutir, menos cuando él está en este estado. Y sobre todo no este tema.

—Estás aquí para que te ayude; si quieres pelear, ahí tienes la puerta —le señala con seriedad en la voz, para que vea que no bromea. Se miran a los ojos por un momento antes de que Keith suspire y baje la mirada.

—Perdona, tienes razón. Soy un imbécil.

—No importa. ¿Te encuentras bien? ¿Quieres hablar?

—Estoy bien, solo quiero dormir.

Le ayuda a levantarse y avanzan juntos hasta la habitación de Lance. Le sienta en la cama y le ayuda a sacarse los pantalones y la camiseta, después le da un pijama limpio que tarda demasiado en ponerse. Veinte minutos después, ambos están listos y bajo las sábanas.

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