Capítulo II

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Tener que buscarme un compañero de piso estropeaba mis planes de independencia. Mi idea al irme de casa de mis padres era montarme un piso de soltero, con fiestas repletas de tías buenas cada noche... Bueno, en realidad, con poder moverme como me apeteciera y tomar mis propias decisiones me conformaba. El compañero de piso supondría un cambio en esa "política nueva" de mi vida, por aquello de la convivencia y tal. Y si tenemos en cuenta que la convivencia puede convertir a la gente en insufrible... O quizá lo somos todos de serie, pero ahí es cuando más se manifiesta.

 En cualquier caso, debía poner un anuncio. "Se busca compañero/a de piso, serio, responsable y económicamente estable. Piso situado al este de la ciudad, en la C/ Morriña, 2º piso, letra B. Llamar al 6YY 7YY 8YY o enviar un correo a rafa@nvnp.es. URGE". No era el mejor anuncio que alguien habría, pero era lo que necesitaba, de forma que suficiente. Lo imprimiría al día siguiente en la tienda. Quizá cuando lo viera el jefe se apiadase y me subiría un poco el sueldo... Jejejeje, me entró la risa sólo de pensarlo. Pensé en echarle un vistazo al agregador de noticias para despejarme... "Asesinato. Mata a su compañero de piso por..." ¡Joder, me van a dar el día hasta aquí!

 Lo mejor era no pensar en ese momento. El hecho de tener que entrevistarme con alguien me apetecía tanto como tomarme una cocacola aguada. Pensé que lo mejor era llamar a mi amigo Roberto y tomar algo. Necesitaba hablar con alguien.

 —Te dije que era muy precipitado que te fueras a vivir tu sólo.

 La primera, en la frente. Había quedado con Roberto y estábamos en una cafetería, en plena avenida. Unas buenas vistas... hacia la cantidad de tías buenas que iban por la calle. La mayoría iban vestidas con un aspecto "normal", pero siempre había alguna con camiseta holgada. O minifaldas que parecían más bien un cinturón. Madre mía.

 —Ahora que ya ha pasado el "te lo dije", ¿qué me aconsejas? —le pregunté—. Tengo que buscarme un compañero de piso y eso no es fácil. Y lo sabes, que estuviste tres años buscando uno... Para al final irte a vivir con Sara.

—Sí, deberíamos haber empezado así —admitió él, y dio un trago a su cerveza—.En cualquier caso, deberías ponerte las pilas con la búsqueda. Un mes pasa muy rápido.

—Gracias por no presionarme. Qué haría yo sin ti —respondí, irónico.

—Siempre contigo. De todas formas, tengo algún compañero en el curro que quizá esté buscando piso para compartir. Puedo comentarlo a algunos, a ver si a alguno le apetece.

—A ver a quién me vas a presentar...

—Pues uno se parece bastante a ti...

 Yo viviendo con yo. Sabiendo cómo soy yo. Me terminaría matando, y no necesariamente yo, sino el yo que no soy yo. Bueno, no era momento de pensar en gilipolleces. La oferta era tentadora, pues sabía que Roberto no tenía mala fe conmigo. Algo falto de formas en algunas ocasiones, pero era un tío legal.

 —¿Y qué tal el curro? —me preguntó, cambiando de tema abruptamente.

—Monótono. Pero con la que está cayendo, no puedo protestar... mucho. Aunque tengo que empezar a pensar en algo más que microinformática.

—¿Programación?

—Sistemas.

—Buena elección —me aseguró él—. Programación es bonito, pero también se puede hacer monótono.

—Aunque me pondré a ello con calma cuando solucione lo del compañero de piso. Prioridades.

—Haces bien. Por cierto, —dijo, consultando el reloj—, yo debería irme. Sara va a salir ya del trabajo.

Nueva vida, nuevos problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora