-Día 3: Un bonito despertar

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Llegamos a casa sobre las dos de la madrugada. Agotado de llevar a cuestas al hombre herido. Lo solté suavemente al lado del radiador junto a la chica. Fui a coger una manta para taparlos y se me ocurrió que posiblemente estarían hambrientos, fue pensar en comida y mi estomago rugió, yo también debía estarlo. Me acerqué a la cocina a coger una lata de comida y tres cucharas. Me senté suavemente al lado de la chica y los arropé a los dos con la manta y extendí el brazo para ofrecerle comida pero apartó la mirada cerró los ojos, en el fondo la entendía, todo había pasado muy rápido y necesitaba descansar y asimilarlo. Me fui a la ventana y me quedé mirando por ella, pensando en cosas mientras acababa la comida.

Perdí la noción del tiempo y cuando me di cuenta ya eran casi las cinco de la madrugada. Me quité la camiseta ya preparándome para ir a dormir cuando eché un vistazo a la parejita que acaba de acoger y la chica tenía una expresión de incomodidad en la cara, la levanté con ambos brazos, agarrándola por el torso y las piernas como si se tratase de un bebe gigante y la tumbé en mi cama. Tras un suspiro con tono cariñoso tumbé al hombre y le puse una almohada bajo la cabeza. Acto seguido me lancé al sofá dando un pequeño salto que al caer lo hizo temblar, boca abajo me quedé dormido, dejando caer una pequeña gota de baba, nunca había dormido tan bien en toda mi vida, acaso fue por salvar a aquellos dos? Ni idea, preferí dejar la mente en blanco descansar como nunca.

El olor del dulce caramelo me despertó de un profundo sueño, abrí los ojos y una figura alta y recia se encontraba en mi cocina mientras que otra más pequeña estaba sentada junto al radiador. Me froté los ojos para ver mejor y al volver a abrir los ojos me encontré de frente con un plato de tortitas con caramelo por encima, subí la mirada y un rostro magullado me sonreía con cansancio. -Veo que te has recuperado- Le dije mientras apartaba la manta de mis piernas y me levantaba. Los tres nos sentamos frente al radiador formando un pequeño círculo. Ninguno de nosotros decía una palabra, nos limitábamos a comer. Una voz suave y entrecortada rompió el silencio, -Gracias...- Me dijo la chica. Sonreí y continué comiendo un rato hasta que pregunté -¿Como os llamáis?- Tras un silencio breve el hombre se levantó. -Yo soy Pol, ella es Eva. ¿Y tu quien eres?- Dijo con un tono frio. La verdad nunca me había planteado esa pregunta, ¿Quién era yo?, ¿Una persona?, ¿Un superviviente? ¿O tal vez un alma en pena? Nada de eso, -Yo soy un monstruo con sentimientos, puedes llamarme Adam-...


Cuando los muertos se despiertanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora