Capítulo I

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Lars y Trevor asistían a la misma universidad.
Trevor asistía al primer curso, al grupo A. Su cabello era rubio, de un tono brillante y aparentemente suave, vestía con ropas de tonos pastel pero que aún así no llamasen demasiado la atención, por ejemplo, esta vez vestía una sudadera rosa pastel con unos pantalones vaqueros algo rotos que le estaban bastante apretados.
Trevor siempre fue bastante delgado y bajito, sus compañeros lo comparaban amistosamente con un pajarillo, tan ligero y con una voz tan dulce, amigable y amable siempre con todo el mundo excepto con el grupo de machitos que se creían superiores al resto.

Lars, por el contrario, asistía al grupo B del mismo curso.
Este era repetidor desde la primaria, bastante torpe y solitario respecto al tema social.
Lars tenía el cabello negro, exageradamente despeinado y vestía con ropas anchas y oscuras, siempre de negro con sus auriculares enganchados a la oreja como si fuesen parte de él.
Lars era un chico bastante alto, y no solo por ser el repetidor.
Era delgado pero bastante musculoso, a pesar de que con su chaqueta raramente dejaba ver sus brazos descubiertos.

Lars lucía siempre tranquilo, no se metía en problemas porque no discutía, si no quería hablar, lo cual ocurría el noventa por ciento de las veces, simplemente no respondía, se colocaba sus auriculares y te ignoraba.

A pesar de que abmos iban a la misma universidad y al mismo curso ninguno era conocedor de la existencia del otro, no se cruzaron nunca en los pasillos, no estuvieron juntos en las actividades de la universidad, no coincidieron en el comedor ni tampoco se cruzaron a la salida.

Trevor permanecía en el campus, algunas veces desaparecía por una semana del campus porque iba a visitar a sus padres o abuelos, sin embargo Lars vivía solo en la casa que sus abuelos le prestaron ya que estos preferían vivir en el campo en lugar de en la gran ciudad.

Uno de esos días en los que Trevor subía al metro para regresar al campus tras unas vacaciones con sus padres y Lars tomaba el metro para viajar desde la casa de sus abuelos a la ciudad, sucedió algo extraordinario que tal vez nunca debió haber pasado.

Ambos coincidieron en el mismo vagón, uno en frente del otro.

Lars quedó observando al menor, con su piel delicada y su leve sonrisa, con esa mirada sumida en un libro de terror llamado "Maldito síndrome de Estocolmo".

Cuando Trevor alzó la cabeza por esa sensación de ser observado, sonrió al mayor de forma cálida, cerró su libro colocando antes el marcapáginas y se levantó de su asiento.
El mayor no entendió el gesto del menor hasta que no escuchó el pitido del vehículo indicando que su destino había llegado y que debía bajarse.

Finalmente volvieron a perderse entre los distintos caminos, Lars iba siempre por calles solitarias mientras que Trevor iba al reencuentro de sus amigos aunque ese camino fuese algo más largo.

Lo que ninguno sabía era que ese pequeño encuentro no sería el único, sino el primero de futuros encuentros que acabarán en fatalidades.

My sweety NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora