Capítulo III

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Las pesadillas desaparecieron por varios días, se podría decir que las había superado completamente hasta que una semana después se desmintió esa creencia.

Lars caminaba hacia el baño en uno de los cambios de clase cuando se encontró de nuevo con aquel chico, Trevor, el cual le saludó con un cálido "buenos días" y una amigable sonrisa, el mayor, sorprendido, solo pudo responder agitando su mano para saludarlo con una cara un tanto estúpida mostrando estupefacción.

Al llegar al baño, este se lavó la cara con agua helada y se miró en el espejo repitiéndose a sí mismo que todo estaba bien, que él no era malo, que todo era producto de su mente trastornada y de sus traumas infantiles que nunca fueron tratados por un buen psicólogo debido a la falta de dinero que mantuvo su familia por años.

Otro día terminó sin sorpresas añadidas, y esta vez Lars decidió dar un paseo antes de dormir para olvidarse de lo ocurrido y estar tranquilo durante la noche.

Pensó por varias horas el por qué de que nunca hubiese pedido ayuda, tal vez porque nadie le preguntó la razón de huir de las personas, tal vez porque sonaría ridículo decir que los desconocidos le provocan pesadillas, tal vez por miedo a que debido a esa confianza las pesadillas empeoren o tal vez por todo ello al mismo tiempo.

Lo único claro era que ya conocía la voz que el chico tenía realmente, y que justo al segundo de darse cuenta de esto, lo tenía justo delante, con aquella tierna sonrisa, repitiendo ese "hola" al cual esta vez no le quedó más remedio que contestar.

- ¡Hola! - Mencionó el menor sin ningún tipo de vergüenza 

- Ho-hola - Respondió el mayor ya que no tenía escapatoria, estaban solos, de noche, en mitad de la calle.

- Nos hemos visto varias veces y no hemos tenido ocasión de presentarnos, me llamo Trevor.

El menor extendió su mano con una enorme sonrisa la cual el mayor sostuvo y estrechó sin muchas ganas.

- Vamos al mismo curso, o eso creo, ¿Cuál es tu nombre? ¿Cómo es que estás aquí a estas horas? ¿Tampoco puedes dormir?

Todas esas preguntas fusilaron al mayor como si fuese un fusil de asalto, de las cuales el mayor solo respondió una de ellas.

- Me llamo Lars.

Esta respuesta tan cortante dibujó en el menor un pequeño puchero de disconformidad.

- Vamos, no seas así de frío, ven. - Su sonrisa regresó a la vez que tomaba el brazo del contrario. - Te invito a un helado.

Un suspiro se escapó por parte de Lars el cual asiente con la cabeza. - Está bien, solo por esta vez.

Intentó esconder una pequeña sonrisa, el chico le agradaba bastante y era bastante tierno. Se convenció a sí mismo de que si lo veía como un amigo y no como un extraño, tomando algo de confianza, sus pesadillas podrían llegar a desaparecer, por lo que simplemente lo siguió hasta la heladería, tomaron un helado juntos y charlaron por horas.

En un momento puntual al mayor se le escapó una notoria sonrisa la cual causó impacto en Trevor.

- ¡Owww! ¡Qué linda sonrisa! me gusta, deberías mostrarla más a menudo.

Esto causó un cierto sonrojo en el mayor el cual sentía que la situación estaba avanzando demasiado.

- Es tarde, deberíamos regresar ya a casa.

- Es cierto... mañana aún hay clase, ¡pero será viernes! ¿te apetece si quedamos en la tarde?

Lars accedió, no sabía ni lo que hacía, solo sabía que necesitaba amigos, dejar de estar solo y enfrentarse de una vez a esas pesadillas que tanto lo aterraban.

A Trevor le hubiese gustado acompañar al mayor, pero este insistió en que prefería regresar en solitario por lo que ambos tomaron su camino y regresaron por separado.

My sweety NightmareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora