Volverte a ver

0 0 0
                                    

Entre tanto hablar con Nitaro dejé de prestar atención a lo que decía el Maestre, me llamaron y no oí. Una compañera vino a buscarme, Nikkia, dijo que me habían llamado ya dos veces. Me disculpé con el chico y subí a recibir mi anillo.
—Aquí, una de las más brillantes estudiantes... Gyelle Marseni. De la nueva generación de druidas, con este anillo de subordinada te asciendo de "Estudiante" a "Aprendiz". - dijo el señor- aquí tienes, preciosa— me puso el anillo en el dedo, que lucía perfecto conmigo, ahora sólo debía decidir... ¿Sería guerrera? ¿Sabia? ¿Maestra? ¿O aspirante a Gran Reina Druida? Ya quisiera, era brillante entre los mediocres pero mediocre entre los destacados.
Las cosas funcionaban así para los druidas: pasabas la primera parte como infante, apenas sí se aprendía lo básico (respeto, hablar, etc). Luego se nos elevaba a estudiantes, cada uno llevaba su propio ritmo, se estudia lo más básico para ser uno de nosotros, los trucos más simples. Al terminar eso, pasamos a ser aprendices, la mayoría no sale de ese lugar, es donde nos perfeccionamos para ser lo que deseemos, pero al llevar ya tantos años de "paz" muchos se acobacharon y raramente quieren ser algo. El trazo final de nuestros estudios y prácticas es el cumplir lo que queremos ser, pero es complicado, de hecho conozco muy pocos que hayan llegado a ese punto.
Volví a donde el alquimista, pero para mi decepción ya se había ido. No voy a mentir, quería seguir hablando con él.
Pronto estuve rodeada de muchos que habían sido compañeros míos, la mayoría seguía sin graduarse.
Mya y Holly (mis dos amigas más cercanas) vinieron a felicitarme por todo y preguntarme mucho sobre mi futuro. Sinceramente no sabía y no quería preocuparme por eso, ya habría tiempo para las cosas serias así que soslayando todas sus preguntas me fui con Florian que sabía jamás me hablaría de algo serio.
—¿Echaste a mi amigo, Gyelle?— me dijo muy ofendido.
—¿Qué? No, estaba hablando mucho con él y luego sólo se fue.
—Era mentira, lo descubrió la Señorita Xenidy y lo envío a su casa para evitar discordias, ya sabes.
—Y... hamm... ¿Podrías volver a traerlo otro día?
—¿No que no hay que cruzarse con los alquimistas?
—Ay, vamos ¿Cuántas veces te cubrí con tus cosas?— dije sin realmente recordar una vez que lo haya hecho.
—Literalmente... ninguna. De hecho, me delataste como tres veces.
—Eso no es cierto.
—¿Y cuando quise armar un perrigato con adn?
—Es que eran prácticas antinaturales...
—¿Cuando quería enamorar a Holly?
—No se juega así con los sentimientos de alguien.
—¿Y qué hay de cuando quería congelar a mis padres para hacer la fiesta?
—Bueno, bueno, ya entendí. Soy mala amiga.
En realidad, creo haber hecho bien en no permitirle eso pero él no pensaba igual. De todas formas sé que iba a terminar accediendo, en algún momento se olvidaría que yo quería traerlo y lo haría por su cuenta.
Fui hasta mi casa, tenía cosas más importantes en las que pensar. Estaba muy contrariada, estaba feliz por haber trascendido como estudiante pero tenía demasiada inseguridad. Para mí, trascender era morir. Pasaba de ser un delfín entre pececitos a ser una chanchona de zanja entre los más majestuosos peces celestiales. Qué miedo. Empecé a decidirme por ser una sabia, me gustaba el papel de erudita. Pero sabía que mi cabeza no daba para tanto. Florian siempre me decía que me subestimaba, pero yo conocía mi capacidad mejor que nadie.
Pasaron como dos semanas hasta que fui a anotarme como subordinada del maestre Jolenne, uno de los más viejos sabios, lleno de paciencia y serenidad que era lo que le permitía ser el mejor para enseñar de todos.
Él dijo que sentía que yo tenía mucho potencial lo que me hizo muy feliz.
Cuando estaba volviendo a mi casa, vi al joven alquimista en un parque arrodillado. Me acerqué a él por detrás, para darle algún tipo de susto pero después recordé que no nos conocíamos tanto. Quise tocarle el hombro, pero al apoyar mi dedo se esfumó.
—Ja, ja, ja. Caíste de nuevo en "ilussion"
—¿Cómo sabías que estaba ahí?— estaba sorprendida.
—Es fácil, niña. Te dije que soy poderoso.
—¿Qué estabas haciendo, Nitaro?
—Practicaba transmutación, convertir cosas en otras cosas.
—Eso realmente suena interesante, ¿Qué conviertes?
—No mucho por ahora, sólo he logrado convertir un poco de tierra en un bicho feo y venenoso.
—¿Y eso es apropósito?— me daba pena pensar que el pobre bichito fuera creado con el propósito de lastimar.
—Sabes que todo es herramienta de guerra. Nunca se sabe qué puede pasar.
—No lo sé, siempre que practico cosas son más que nada lo que considero útil para mí... ya sabes, en un contexto normal- expliqué- aprendí manipulación muy fácil y a un nivel muy avanzado, lo mismo con otros trucos pero muchos los uso para juegos.
—Es que las prácticas de ustedes van más a los controles mentales o purgaciones, los nuestros son diferentes.
—De todas formas no me gusta el control sobre otros... creo en el libre albedrío y todo eso.
—Sí, bueno, depende a qué llames libertad.
—Hey, em... me preguntaba si quisieras que nos juntemos algún día.
—Ajam, claro ¿Cuándo?
—No lo sé, la semana que viene si quieres.
—¿Para probar quién es más poderoso?- preguntó Nitaro de forma muy infantil, pero para que accediera sólo asentí. Aunque, no voy a negarlo, tenía curiosidad de si podía yo ser más poderosa que él- Voy a ganarte, Gyelle.
—No lo creas, ni en tus sueños ganarías. Gano todas las peleas desde que soy un espermatozoide.
—Sólo espera, a que nos volvamos a ver.

Paraíso distópicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora