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Un par de días después, luego de haber hecho chequeo general y tratamientos a Dazai sobre todas sus heridas, fue dado de alta, y se encontraba en casa de Oda. Un lugar de dos plantas de alto, no muy grande. Una casa tradicional alejada de las demás y con naturaleza a su alrededor, cerca del río. El lugar perfecto para que una persona con problemas de depresión, ansiedad y traumas psicológicos se sienta tranquila.

Odasaku había acondicionado una habitación de la segunda planta al más joven y a su hijo.
Lo invitaba a la parte trasera de la casa a relajarse con el sonido de las aves, el agua del río correr y el sonido de las plantas al ser movidas por el aire.

Dazai estaba entusiasmado con tan hermoso paisaje que vería todos los días.

Sacó un mantel, y lo extendió sobre el suelo de pisos de madera, para seguir disfrutando del panorama del agua y la vista de los peces Koi. Si bien, todo sería grandioso para él estando en casa del joven adulto que lo ayudó, también sería problemático, ya que debía estar al pendiente de Chūya de que no se acercara mucho al agua y cayera en un descuido.

— Dazai-kun, ¿te gusta? ¿Verdad que es hermoso?

Preguntó Oda con voz tranquila, queriendo ganarse más la confianza del adolescente. Dazai sonrió, abrazando y manteniendo a su lado al pequeño pelirrojo que sólo quería jugar con libertad y gatear hacia el agua.

— ¡Todo es tan bello, Odasaku! ¡Me gusta mucho! Pero mi bebé quiere entrar al agua...

Respondió de energético y feliz, a triste. Chūya insistía en irse gateando, queriendo separarse de los brazos del castaño, quien no se lo permitía.

— Hmm, buscaré la manera de que Chūya pueda jugar con más libertad.

Comentó Oda pensativo.

Chūya empezó a quejarse y soltó el llanto, su paciencia había terminado. Dazai lo sujetó con ambas manos y lo alzó frente a él, mirándolo a los ojos. Le llamaban la atención los ojitos azules de Chūya, pues él no los tenía azules ni el cabello pelirrojo. Pero luego recordaba que Chūya no pudo haber sido cambiado, pues le dió a luz en soledad en un callejón. Al recordarlo, lágrimas se derramaron de sus ojos.

— ¡Dazai-kun! ¡¿Estás bien?!

— Odasaku... Chūya no se parece a mí, pero Chūya nació de mí. Me dolió mucho. Mi bebé llora porque no me quiere ¿Verdad, Odasaku? Chūya no me quiere porque no nos parecemos...

Empezaba a sentirse desesperado y lloraba más. De nuevo, sus traumas estaban llegando al límite.

Oda actuó con rapidez y le quitó al niño, dejándolo dentro de la casa y cerrando la puerta tras de sí para evitar que Chūya gateara hacia el río.

Oda regresó con Dazai y lo levantó en brazos, acercándolo más a la orilla de la casa y sentándolo en el suelo.

— Dazai-kun, tranquilízate. Chūya te quiere, tu bebé te ama. Pero es muy pequeño y sólo quiere jugar. Las pruebas de ADN te hacen 100% compatible con él, es tu hijo, no hubo ningún cambio. Es sólo que debe parecerse a alguien más...

— Mi Chūya se parece más a tí...

Volteó a ver el rostro de Oda, aún lloraba. Fueron tantos los hombres que abusaron de él, que ni siquiera recordaba sus rostros. Tenía miedo que Oda fuera uno de ellos al parecerse a Chūya. Retrocedió asustado.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2021 ⏰

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