Capitulo 2- Rota

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Muchas gracias por el apoyo con esta historia. Espero os guste también el segundo capítulo, el cual pueden leer abajo. Si os gusta la historia háganmelo saber con un comentario ^^
Sin más interrupciones, os dejo leer.

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Día 3.

Podía sentir el ardor causado por el intenso calor de la taza que sostenía entre sus manos. Sus ojos ahora sin brillo, adornados por una capa de ojeras, permanecían fijos en el líquido café que se supone debía beber. A pesar de que quemaba, no se inmutó en dejarla a un lado. No era fanática del café, pero aprendió a prepararlo porque sabía que era algo que Adrien disfrutaba beber todas las mañanas; era parte de su rutina, se acostumbró al olor y cualquiera podría haberlo hecho después de un año... Solo que ellos no llegaron a festejar ni siquiera su primer aniversario de bodas.

Suspiró, sintiéndose miserable porque ella podía darse el lujo de seguir respirando a diferencia de su alma gemela que perdió la vida después de sus últimos tres suspiros. Sintió sus ojos humedecerse de nuevo, no sabía como su cuerpo aún conseguía producirlas después de horas y horas de llanto.

Apenas había logrado dormir cuatro horas durante los últimos tres días y fue solo por insistencia de sus padres quienes estaban tan preocupados por el estado de su hija, al punto de decirle que volviera a casa con ellos, al menos por un tiempo; era lo mejor, ya que después de todo, el apartamento que compartió con Adrien durante su tiempo juntos era una constante tortura de recuerdos felices que ahora le rompían en miles de pedazos.

—Cariño, deberías de comer algo... —Escuchó la voz de Sebine pronunciarse, lo cual hizo que la chica de cabello azul azabache finalmente levantara su vista para encontrarse con ambos padres mirándola de pie desde la entrada a la sala de estar. Hubiera preferido mantenerse inmersa en sus pensamientos, en lugar de entablar una conversación; últimamente hablaba solo cuando era necesario, incluso con sus propios progenitores. Se forzó a sí misma a esbozar una débil sonrisa.

— Estoy bien... Gracias, no tengo hambre. —Respondió con una voz tan apagada como su apariencia, como su felicidad, como sus ganas de vivir. Notó como sus padres intercambiaron miradas de preocupación y se sintió culpable. No era justo hacerlos pasar por esto y agobiarlos de esta forma. Respiró profundo y se animó a ampliar su sonrisa, para tranquilizarlos. —Gracias por haberme pedido venir, estaba sintiéndome un poco sola en casa.

—Sabes que estaremos para apoyarte en lo que haga falta, princesa. —Habló Tom, quien colocó ambas manos en los hombros de su esposa mientras se paraba detrás de ella. Ambos apreciaron la mirada de su hija, a pesar de que ella sonreía, podrían imaginarse lo destrozada que estaba. Su madre se acercó a ella y tomó la taza de café de las manos de su hija.

—¿Por qué no vas a acomodar tus cosas arriba? Quizás te despierte el apetito para la hora de la cena. —Dijo buscando la mirada de Marinette, para brindarle algo de confianza en sus palabras. Ellos querían transmitirle a su hija la confianza de poder desahogar su pena con ellos, pero la viuda de Agreste no se sentía merecedora de tanto.

Ella quería sufrir esto sola. Porque sentía que se lo merecía...

Subió sujetando sus maletas con ambas manos y abrió la trampilla que conectaba a la que hace un año atrás era su habitación. Luego de cerrar la trampilla dejó sus maletas a un lado de la cama y se sentó en la orilla de esta. Sus ojos recorrían con suma nostalgia cada rincón de la habitación, en esa habitación vivió tantos recuerdos con Chat Noir antes de saber que se trataba también de su amor platónico, Adrien.

Por ti, mi Lady...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora