prólogo

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 Saliendo de aquel fondo del callejón
Se dirigió a su casa, dolida, triste y enojada porque nadie que la haya visto se atrevió, a ayudarle.

por favor ayúdeme

dijo la chica corriendo a prisa, con unos trapos rotos que apenas cubría poca parte de su cuerpo, sus pies estaban descalzos e hinchados de tanto correr.

Las personas solo miraban a la chica con asco y miedo que solo la pasaban por desapercibida.

— ¡Ahí esta!

Dijo el rubio, que al verla corrió más rápido, detrás de él corrían dos chicos más.

La chica al escuchar esas palabras, volteó y vio a esos cuatro chicos, ella corrió tan rápido como pudo, pero sus pies estaban a punto de reventar.

No, no ¡por favor! Se los pido yo no diré nada

La chica dijo esto, cuando vio que los chicos estaban más cerca de ella, hasta que la atraparon.

Ahora sí no te escapas preciosa

Dijo el rubio, tomándola por el cabello, ella solamente daba gritos de auxilio, sin embargo, como siempre las personas ven y no hacen nada.

Los chicos se subieron a una minaban junto con la chica, pero está obviamente iba en contra de su voluntad, ella solo gritaba, pero esto era en vano.

                                (...)

La chica les pedía que pararan, pero estos al escuchar más seguían y bruscamente, la golpeaban también al escuchar sus gritos de auxilio.

Bien, ¿Qué haremos?

Dijo el castaño con la frente sudada

Lo de siempre, matarla que más.

El rubio había dicho

No por favor yo no diré nada

Dijo la chica, en su voz se notaba el cansancio, con lágrimas en sus ojos suplicaba por su vida, pero esto era en vano.

                                                                                                         (...)

Los chicos se dirigieron en la minaban hasta un bosque, bajaron a la chica está seguía gritando, pero ya no como antes.

La chica estaba golpeada, sus pómulos hinchados, sus labios partidos de los golpes que le daban para que callase, en sus entrepiernas se notaban el sangrado que tenía.

La chica pensaba solamente en su familia, más bien más en su madre que en otra cosa, si ella hubiese hecho caso a lo que le dijo.

Que ya no llegara de noche, que ya no trabajará, pero esta chica era muy buena siempre cumplía con sus trabajos a tiempo, muy inteligente, estaba en el club de lectura, era jefa de atletismo, la única hija de sus padres, muy amigable y siempre por las tardes cuando su tiempo rendía, ayudaba a las madres del orfanatorio a cuidar a los pequeños niños huérfanos.

¿Por qué esa chica le había sucedido esto?, ¿por qué esta chica iba a morir?, A manos de sus violadores.

Ella en estos momentos se sentía maldita, maldita ¿por qué?, porque ella, si ¡ella!, ella hacia muchas cosas buenas y así es como el de arriba le pagaba.

En esos momentos ella se sentía llena de ira, lastimada y maldita...

¡Mátenme!

Dijo la chica con lágrimas en los ojos, gritando que ya la matarán.

Bien, si eso quieres porque no te cumplimos, tu última palabra.

Los chicos no la matarían con un disparo en la cabeza, la matarían asfixiándola con una soga.

                                                                                                          (...)

Ya el trabajo estaba hecho, una chica muerta por asfixia, cuatro chicos que estaban placenteros por haber golpeado, violado y matado a una chica que no hacía nada más que trabajar, cuidar a sus padres, ayudar.

Habían matado a Karely.

Pero esto es solo el inicio del final, de un infierno.

Porque como dicen por ahí, de este mundo no nos vamos sin rendir cuentas y Karely una chica inocente, ahora los haría pagar. 

•Contrato Sangríento•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora