Una semana después, Aiden y Elijah decidieron formalizar su relación. Se sentía raro para Aiden caminar de la mano con otro chico, esperarlo a la hora de la salida de la escuela, ir al cine para besarse durante los comerciales y tener sexo casi todas las tardes...pero no le importaba, no era cualquier chico, era Elijah. Apenas miraba esos hermosos ojos azules, sentía que se derretía y que podía hincarse a sus pies. Elijah era su nerd, sí, pero Aiden no hacía nada sin las órdenes del pequeño pelinegro. Le encantaba, lo volvía loco.
Un mes después de que empezaron a salir, Elijah le dijo que le presentaría a sus padres. –Wow, entonces la cosa es seria—Exclamó Aiden, mientras Elijah abría la puerta de su casa. Siempre que estaban allí, era porque sus padres no estaban. Pensar que ese día los conocería, lo ponía sumamente nervioso. Los había visto en fotografías, y Elijah le contó una que otra cosa sobre ellos, aun así, se sentía nervioso. Por su parte, Aiden no había dicho nada a su familia. Tenía miedo de que reaccionaran mal, prefería guardar a su dulce Elijah como un secreto, de ese modo no tenía que lidiar con molestias.
–Claro que es serio—Contestó Elijah, mientras subían las escaleras. –Llegarán a las cinco, me dijeron que te invitara a cenar...aunque...a mí me gustaría también que te quedaras a dormir.
Aiden sonrió, asintiendo. No necesitaba mentirles a sus padres sobre quedarse con Elijah. Sabían que él había comenzado a llevarse bien con un muchacho de su clase, pero no conocían a Elijah, y aun si lo hacían, no sospecharían nada.
Aiden entró a la habitación junto a Elijah. Eran las tres y media, tenían tiempo suficiente para divertirse antes de que llegaran sus padres. Aiden se sentó en el suelo, recargándose en la cama, y Elijah se sentó a horcajadas sobre él. Llevaba puestos unos shorts negros que le llegaban arriba de la rodilla, y en el torso, una camiseta blanca de polo. Parecía un muñeco, disfrazado de niño rico y mimado.
– ¿Te gusta, verdad?—Susurró Elijah, sintiendo cómo Aiden le pasaba las manos por las piernas y las nalgas. – ¿Quieres ver que traigo puesto debajo de estos shorts?
Aiden se estremeció, sintiendo después los labios de Elijah posarse en su boca, para después levantarse, recargando las manos sobre el escritorio, curvando la espalda y alzando las nalgas, incitando a Aiden para que fuera y le hiciera lo que quisiera.
– ¿Qué esperas? ¿Te vas a quedar ahí todo el día? ¡Ven acá!—Ordenó Elijah, ante lo cual Aiden se levantó, con las piernas temblándole. No importaba cuántas veces, a lo largo del mes que llevaban juntos, hubiera visto a Elijah así, siempre se excitaba tremendamente. Se paró detrás de él, agarrándole las caderas con las manos, pegándose un poco contra él, para después azotarle una nalgada que hizo temblar de placer a Elijah. Suavemente, Aiden deslizó un poco, sólo un poco, los shorts de Elijah para dejar ver el elástico de su ropa interior. Era de color azul, parecían ser trusas. Respiró profundo, relamiéndose los labios y tirando de ella, alzando las caderas de Elijah, levantándole los pies del suelo, mientras que con sus manos se recargaba en el escritorio. Elijah gimió suavemente ante la sensación de la ropa interior metiéndose entre sus nalgas. Movió levemente los pies en el aire, y volvió a gemir, esta vez con mayor placer.
– ¿Te gusta?
–Sí...me gusta cuando me levantas así...me gusta no poder sentir el suelo...
—En verdad eres un nerd, Elijah...pero estás haciendo trampa—Susurró Aiden, dando un nuevo tirón y retrocediendo con lentitud, alejando a Elijah del escritorio. –No te sostengas de nada—Agregó, separando por completo las manos de Elijah de la base del escritorio, dejando flotando en el aire. Elijah sintió que las piernas le temblaron, para después disfrutar de los múltiples tirones de Aiden, que jugó con él a su gusto, agarrándolo luego por los agujeros de las piernas, provocando que Elijah gimiera y pataleara en el aire.
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Mi dulce Elijah
RomanceAiden, un chico extrovertido pero marginado queda completamente enamorado de Elijah, un solitario e inexpresivo chico de su escuela. A pesar de que los dos son muy diferentes, los une el mismo deseo por los juegos eróticos rudos, la humillación y el...