La Industria Azucarera

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Disminución de la población española. La escasez y concentración de la mano de obra indígena en unas pocas familias que conformaban la aristocracia colonial fue empujando, desde finales de la primera década del siglo XVI, al grueso de los españoles a emigrar a otros territorios que auguraban más posibilidades de riqueza. Esta situación se vio incentivada por los nuevos descubrimientos y conquistas en la América continental. Se calcula que en 1516 el número total de colonos en la isla era menor de 4,000 personas. Mientras que en 1528, la mayor parte de la población se había concentrado en la ciudad de Santo Domingo, habiendo desaparecido cinco pueblos. Ni el auge de la producción azucarera pudo detener la emigración.

Declive del oro. Tal fue la avaricia con que los conquistadores y colonos se lanzaron en La Española a la extracción del oro, que ya en 1515 su cantidad había disminuido muy sensiblemente. La merma de la mano de obra contribuyó al descenso de la actividad aurífera. En 1519, las minas de las colonias apenas produjeron 2,000 pesos de oro. A fin de mantener la vida colonial en la isla se decidió estructurar la economía sobre la base de otro producto de exportación, en este caso agrícola, el azúcar.

Primeros molinos. Si bien la caña de azúcar fue traída desde las Canarias en el segundo viaje de Cristóbal Colón (1493), no es hasta 1503, bajo el gobierno de Nicolás de Ovando, que un vecino de La Vega llamado Pedro de Atienzo produjo rústicamente melaza. En 1506, otro vecino de La Vega, de nombre Aguilón, empezó a preparar azúcar. Por su parte, Miguel de Ballester, alcalde de dicha población, construyó en 1514 un pequeño trapiche para la fabricación de azúcar.

Ahora bien, la iniciación de la producción azucarera con fines de exportación sólo se inicia alrededor del año 1510, cuando el bachiller Gonzalo de Vellosa, movido por el alza del precio del producto en el mercado europeo, construye un ingenio (a base de energía hidráulica) en el sur de la isla.

El cambio definitivo en la orientación productiva de la isla se efectúa en 1516, con el gobierno de los padres jerónimos, los cuales promueven la industria azucarera mediante la entrega de terrenos, el otorgamiento de préstamos y el suministro de facilidades técnicas, operativas y legales.

Auge del azúcar. La alta rentabilidad de la nueva actividad económica atrajo a los miembros de la clase gobernante y burocrática de la colonia. De esta suerte establecieron ingenios: Miguel de Pasamonte (tesorero), Juan de Ampiés (factor), Diego Caballero (secretario de la Real Audiencia), Antonio Serrano, Francisco Prado y Alonso Dávila (regidores), Francisco Tapia (alcaide de la Fortaleza de Santo Domingo), Francisco de Tostado (escribano de la Real Audiencia), Cristóbal de Tapia (veedor), Diego Colón (gobernador y en su momento “virrey” de la colonia). También se beneficiaron los señores que habían disfrutado de grandes encomiendas durante el período del oro.

Se sabe que en 1527 existían en toda la colonia 19 ingenios y seis trapiches funcionando a plena capacidad, su mayor parte en las riberas de los ríos Ozama, Haina, Nizao, Nigua, Ocoa, Vía y Yaque del Sur. La producción de azúcar mantuvo un ritmo ascendente durante los primeros 60 años; si en 1520 alcanzó una cantidad anual de aproximadamente 10,000 arrobas, en 1580 llegó a cerca de 90,000 arrobas.

La trata de negros. Nueva mano de obra. Dentro del contexto antillano es imposible hablar de industria azucarera sin tratar la mano de obra esclava negra. Las pesadas labores de los ingenios requerían de una fuerza muscular que tuviera un mayor rendimiento que la de los indígenas, aparte de que el número de estos últimos había menguado en extremo. De ahí que desde 1518, por autorización expresa del Rey Carlos I, comenzaran a otorgarse licencias o “asientos” para traer a América (y a La Española) negros bozales, los cuales, a diferencia de los ladinos, eran empleados en labores intensivas de producción. Africanos ladinos, es decir, occidentalizados en Europa e integrantes del séquito de servidores de nobles españoles, habían pisado tierra americana poco antes de 1501.

Para disminuir las posibilidades de sublevación, los propietarios de ingenios preferían importar esclavos africanos procedentes de diferentes etnias. Los grupos predominantes eran los zape, mandinga, congo, mondongo, biáfara, carabalí y los de lengua gelofe.

En promedio eran reclutados entre los 15 y 20 años de edad, si bien también eran aprehendidos desde los 9 años. Su faena de trabajo forzado era de hasta 18 horas corridas por día, e incluía domingos y feriados. Muchos morían de cansancio y por falta de sueño. Otros huían a los montes o se defendían mediante las armas.

Alzamiento de esclavos y manieles. A sólo cuatro años del inicio de la importación de negros bozales, es decir, en 1522, se produce la primera sublevación de esclavos africanos en América (en este caso, pertenecientes a la tribu de los gelofes). Se produjo en los ingenios de Diego Colón y Melchor de Castro, y ocasionó la muerte de 12 españoles. Fue sin embargo prontamente reprimida, pero esto no impidió que otros esclavos, individualmente o bien en cuadrillas o grupos, se escaparan. Según su situación, recibían los siguientes nombres:

•  Cimarrones. Los que se fugaban de manera individual y se establecían en los montes para, desde allí, atacar las unidades productivas y a los colonos aislados. Estos ataques eran llamados “cimarronadas”.
•  Apalencados. Los fugitivos que se concentraban en número importante en un lugar determinado, con fines de levantarse en armas.
•  Manieles. Comunidades de negros que se establecían en las montañas sin fines agresivos. Solo querían vivir tranquilamente al margen de la opresión esclavista. Fijaron sus propias reglas y hábitos culturales.

Sus lugares favoritos para poder vivir protegidos eran San Nicolás, en la Cordillera Septentrional; Ocoa y Rancho Arriba, en la cordillera Central; Punta de Samaná; el Cabo de Higüey, y Sierra de Bahoruco.

Líderes negros. Entre los más famosos líderes africanos que comandaron las revueltas y fugas de esclavos se pueden mencionar:

•  Juan Vaquero. Se alzó con un grupo en 1537. Andaban por las sierras del sur y atacaban a los colonos de las zonas aledañas.
•  Diego de Guzmán. ‘Cimarrón' de San Juan de la Maguana que atacó dicha comarca.
•  Diego del Campo. Se había mantenido alzado por los alrededores de La Vega por cerca de 10 años. Al final se entregó a los españoles y, a cambio de su vida, se prestó a la persecución de sus antiguos compañeros.
•  Lemba. Quince años había durado alzado en armas en Higüey, junto con otros 150 personas que le seguían. Se le atrapó y quitó la vida en 1548.

Aumento y descenso de la población negra. En la década del 40 del siglo XVI, la cifra de esclavos africanos oscilaba entre 60 y 500 por ingenio y/o trapiche, aunque hubo alguno (el ingenio de Melchor de Torres) cuyos trabajadores esclavos alcanzaron el número de 900. Se estima que para esos años la isla tenía unos 12,000 esclavos negros, frente a una exigua población española que no pasaba de 5,000 personas. Fruto de la incorporación de mujeres africanas a los fines de promover su apareamiento y reproducción, de la continua importación legal de esclavos y del contrabando que de estos existía, la cantidad total de africanos trabajando en ingenios, estancias y el servicio doméstico ascendió a 20,000 en 1568. Este número se vio fuertemente reducido debido a las epidemias que atacaron la isla luego de la invasión de Francis Drake en 1586. En octubre de 1606 se contabilizaban 9,648 esclavos.

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