Arco I. Parte III

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《—Si quieres que tu secreto sea guardado, guárdalo tu mismo.》

-Artemisia
Eileen de
Alger Obelia.

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—La interacción entre esos dos es tan emocionante-

—Oh, ni lo digas, este drama está como para morirse.

Las damas fantasmales presentes soltaron una carcajada.

—¿Vieron la mirada del emperador? Sus ojos destellan amor -dijo otra con sarcasmo-

Simplemente suspiraron.

—Vamos, debemos cuidar de la princesa.

[Es sólo verlo, llamar su atención e ignorarlo

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[Es sólo verlo, llamar su atención e ignorarlo. Nada más] me repetía mentalmente.

Ya con las flores en mis manos y los nervios a flor de piel, me encamino por el mismo camino que el hombre guapo, parecía apurado por lo que deberá de tener alguna reunión importante con los nobles o con el emperador. No pierdo nada yendo por aquél pasillo.

Ya llevaba unos minutos caminando hasta que veo a alguien doblar el pasillo y caminar hacia mí.

La toga que utilizaba le quedaba perfectamente bien, pues daba una pecaminosa muestra de la piel del emperador, el cual alardeaba sin vergüenza de su marcado torso.

Cabello tan dorado como oro y ojos azules al igual que un zafiro, conforme lo refleja la luz del sol da reflejos celestes, lo cual hace que su fría mirada sea hipnotizante.

¿Ese hombre tan guapo es mi padre? Debe tener a muchas damas del imperio a sus pies.

De tan concentrada que iba, admirando su belleza, no me fije en el desnivel del piso, causante de una dolorosa caída para mi estúpido cuerpo débil.

-Golpe sordo-

[-No, no, no]

Me quejé mentalmente por el dolor que siento en el tobillo izquierdo, y sin poderlo evitar lágrimas salieron de mis ojos, al igual que sollozos de mis labios.

[¿Por qué es tan jodidamente doloroso?] Pensé intentando controlar mis sollozos

[¡Deja de llorar, deja de llorar!] Me reprendí levantando mi torso del suelo y limpiando mis húmedas mejillas.

—Por cosas como estas los mocosos no están permitidos en mi palacio -escuché-. ¿Quién fue el valiente que se atrevió a evadir mi orden?

Sus fría mirada ahora iba dirigida a mi persona, mientras que el disgusto se notaba al hablar.

L'héritier du trôneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora