capítulo 4: el hombre de ojos azules

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"Señores pasajeros, les informamos que estamos a punto de aterrizar en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy. Son las veintiuna y cincuenta y dos minutos. La temperatura local es de diez grados.

Por favor, Abrochense los cinturones. Deseamos que hayan tenido un feliz vuelo y esperamos verles de nuevo a bordo”

Esas son las palabras que Sam escuchó minutos antes de aterrizar en Nueva York. Estaba tan feliz de encontrarse allí, que incluso se puso menos nerviosa de lo que habitualmente se ponía cuando los aviones despegaban y aterrizaban.

- Por fin. Nueva York, allá vamos.... -pensó.

Una vez el avión se detuvo, Sam se desabrochó el cinturón. No le dio  tiempo a levantarse de su asiento cuando vio junto a ella a Bruce y a Val en el pasillo, a la altura de su asiento, cargados ya con sus equipajes de mano.

- Ey Sam, ¿ cómo ha ido tu vuelo? Me acerqué sobre las seis pero estabas dormida y preferí no molestarte - comentó Bruce a su nueva colega.

- Me quedé dormida por las pastillas. La verdad es que me dan bastante sueño y lo agradezco. Ya sabes que no me gusta nada viajar en avión - respondió Sam mientras recogía su bolso del compartimento superior.

¿Y vosotros que tal? ¿Cómo ha ido el ensayo de la exposición que tenéis en una semana? Lo hareis de lujo chicos.

- Es fácil trabajar con Val, seguro que lo bordamos, ¿a que si? - dijo Bruce mientras daba un leve codazo a su compañera Val.

- Pues claro Bruce. ¿Acaso no conoces el perfeccionismo y el "savoir faire" de los franceses? - contestó mientras sonreía.

Tras guardar cola para poder salir ordenadamente del avión, una vez en el aeropuerto, buscaron algún panel indicativo donde figurara donde recoger sus equipajes. Tras localizarlo, se acercaron a la cinta que indicaba el cartel electrónico.

Los equipajes de Bruce y Val salieron juntos, mientras que el de Sam se demoraba.

- ¿Qúe pasa con mis maletas? Llevo un buen rato y no salen. Apenas quedan maletas en la cinta, pero ninguna las mias - dijo con poca paciencia Sam.

- Amiga, paciencia. No te preocupes que salir, han de salir. - le contestó Val con su maleta en la mano.

Mientras esperaban, el teléfono móvil de Bruce empezó a sonar.

- Hola Nat - respondió Bruce. Estamos esperando a que salgan las últimas maletas.

  Vale, salimos enseguida, danos un momento - concluyó mientras colgaba el teléfono.

Debemos salir ya que Nat ha aparcado en una zona prohibida y me dice que está molestando bastante. Saldré con ella para buscar aparcamiento. Esto es Nueva York, hay gente y coches por todas partes, ya lo veréis.

Os espero fuera, Val te llamaré para decirte donde estamos - dijo Bruce dirigiéndose a la salida con su maleta y la de Val.

- Oye, ¿hay algo que deba saber de ti y el super físico? - preguntó Sam a su amiga con cara pícara mientras hacia gestos con las manos.

- Vamos Saaaaaaam. Que ganas tienes de emparejarme con alguien. Ya se que Dean te caía fatal, pero ya estamos divorciados, no es necesario que me busques novio. Ahora no es lo que busco...

Además, creo que le gusta Nat. Es una mujer increíble y con un cuerpo de escándalo. Bruce me habla mucho de ella. Yo creo que le gusta, y la verdad es que hacen buena pareja- contestó Val a su amiga.

- Bueno, nunca se sabe. Además aquí puede pasar de todo, ¡estamos de vacaciones!- dijo Sam aplaudiendo y dando saltos.

- Habla por ti, yo estoy trabajando... - contestó Val en un tono indignado.

- Mira, mis maletas! Ya era hora...

Sin más, Sam recogió sus maletas y se dirigió hacia la salida con Val. De camino, un sinfín de gente iba y venía, cuando sin querer cayó el pasaporte que llebava en sus manos.Se dio cuenta a los pocos metros, asi que paró en seco y miró hacia atrás.

- ¿Algo más, por favor? - pensó internamente agobiada por la tardanza de las maletas y ahora esto.

Dejó la maleta junto a Val y retrocedió para recoger su pasaporte. Cuando se acercó, un hombre con traje negro y corbata también negra estaba recogiendolo. Cuando éste levantó la vista, se encontró con su mirada.

El hombre se puso de pie y Sam pudo ver un perfecto pelo largo y oscuro peinado hacia atrás. Una sonrisa asomó involuntariamente en los labios de Sam mientras se acercaba al hombre.

 Una vez de frente, pudo apreciar unos ojos azules infinitos y una sonrisa traviesa y muy atractiva.

- Creo que esto es suyo señorita... - dijo extendiendo la mano con su pasaporte para dárselo.

¿Trabajo o vacaciones? - Preguntó el hombre aún con la sonrisa en los labios. Veo que viene de Europa...

Sam se quedó unos segundos mirando al hombre de ojos azules.

- Muchas gracias. Vacaciones y algo de trabajo podría decirse... - le contestó sonriendo. Vaya...menudos ojazos. Pensó internamente mientras un sonrisa tonta seguía asomando en su cara.

Sam giró la cabeza para ver a Val, y vio como esta le decía algo mientras con una mano hacia extraños gestos. Intuyó leer en los labios de su amiga algo así como "tio bueno a la vista"y no pudo evitar reirse. Al girarse de nuevo al desconocido, éste volvió a sonreír e hizo un leve gesto con la cabeza para despedirse.

- Muchas gracias de nuevo. Tengo que irme, mi amiga me espera - dijo mientras señalaba a Val.

- Disfrute de su estancia en Nueva York señorita, seguro que le cambiará la vida... - le respondió el ojiazul.

la diosa de Hydra /  LokiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora