Febrero 1928: Victor

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Mi Yuuri:

No sabes cómo me sentí al tener en mis manos ese hermoso pañuelo bordado por tus manos. Me sirvieron para secar las lágrimas que inevitablemente rodaron por mi rostro cuando recorrí con mis dedos aquellos Kanjis bordados con una promesa de amor eterno...Nuestra promesa de amor eterno.

Cuánto quisiera estar junto a ti, acariciándote y mirando tu hermoso rostro. Cuánto daría por abrazarte y nunca más soltarte.

Espero que al menos hayas podido estar conmigo en tus sueños. Hoy estuviste tú en los míos.

Recuerdo ese día en la playa juntos frente al mar de Hasetsu. Recuerdo que brillaba el sol pero el mar estaba muy bravo. Terminamos recostándonos en la arena y nos pusimos a tratar de adivinar las formas de las nubes que pasaban. Por alguna razón decías sólo poder ver cerditos volando y eso me hizo adorarte aún más. Tú te reías de mi zoológico porque yo veía elefantes, tortugas, gatos, perros y hasta una jirafa...

Ese día era un día laborable como cualquier otro...excepto que tú y yo estábamos de licencia y así era fácil esconderse en la clandestinidad con ropa de civil. No había nadie en la playa.

Al atardecer nos escondimos entre los arbustos para besarnos, como niños buscando salvarse de algún castigo.

Pero no me conformé con besarte y acariciarte el rostro. Quería tenerte por fin para mi y entre beso y beso te recosté en la arena. Mientras te besaba desaté suavemente tu Yukata y metí mis manos dentro de ella. Tu piel tan suave como seda me hizo volverme loco. Al principio trataste de detenerme pero mientras me convencías logré tocarte donde tratabas de que no te cogiera y arqueaste tu espalda con placer y gemiste un poco.

Seguí besándote para acallar tus gemidos, besando aquellos labios que sólo podían ser míos.
Tu cuerpo quemaba como el mío.
Te masajeaba lo mejor que podía. Tus jadeos me excitaban. En algún momento dejaste de ser tímido y también me tocaste. !Ah...benditas manos las tuyas! Me tomaste con miedo y luego te aventuraste cada vez un poco más al ver lo que causabas en mi cuerpo...Me costaba trabajo concentrarme en nuestros besos cuando me tocabas así. De mi boca salían gemidos y gruñidos causados por tus caricias.

Las caricias no son sólo para el cuerpo,mi Yuuri, sino también para el alma.
Tú tocaste en ese momento la mía.

Nos perdimos los dos entre jadeos, besos y placer, el cual se multiplicó hacia el final, cuando no pudiste más y dejaste de besarme para dedicarme pequeños gemidos que poco después yo acompañé con los míos.

Hoy me desperté luego de eso y me levanté deseando tu cuerpo, Lyubov.
Deseo tenerte aquí y hacerte mío una y otra vez. 
Mi cuerpo necesita de tus toques, de tus besos y de tu amor.

Te amo.

Por siempre tuyo,

Victor.

"Cartas cortas de un amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora