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La primera semana de entrenamiento de Raptor no fue muy exigente. El tiempo le bastaba para estar lo suficiente con Sparta y hasta pasar un rato con Víctor, pero se volvió loco cuando al menor le tocó ir el primer día a la escuela de cadetería.

– Bebé...

– Ya lo aceptaste, hombre. 

– ¿No puedes tan solo recapacitar?

– ... Raptor, si sigues intentando impedirme avanzar tendremos problemas. Me pasé unos años encerrado en esta casa y lo único que he querido desde que la guerra terminó es hacer mi vida, por favor deja de detenerme.

Lo dejó sin habla unos segundos.

– Sí..., sí, perdón. 

– Sé que quieres lo mejor para mí, pero quiero poder ser libre y me estás poniendo cadenas. Bueno, ya me voy o se me hará tarde. – le besó. – adiós.

– Adiós – lo vio cerrar la puerta. – ... el bebé ya no es tan bebé. – sonrió.


"Las mariposas simbolizan el crecimiento personal"


❖ ── ✦ ──『✙』── ✦ ── ❖


Había mostrado seguridad ante Raptor pero de camino a la academia empezó a pensar en qué haría exactamente cuando le tocara tomar o si quiera ver un cuchillo en manos de alguien. 

Al llegar no hubo ningún problema; conoció a varios otros chicos, hizo ejercicio físico con los demás (era casi el peor en ese aspecto pero no importó), le comenzaron a enseñar a disparar, empezó a estudiar más de leyes, se hizo su horario de entrenamiento, todo bien todo correcto. Pero de repente el tema de las armas blancas fue tocado.

Intentó mantener la calma cuando un sable pasó cerca de él.

– El sable es un arma blanca curva y generalmente de un solo filo, pensada para cortar, habitualmente usada en caballería e infantería. – explicaba el cabo. – ... ¿algún problema, señor Saavedra?

– N-no señor.

– ... ¿Me está prestando atención si quiera? 

– Sí – desvió la mirada ya que se había acercado, con sable en mano e iba a tener un ataque de pánico si lo seguía mirando a los ojos.

– Pues yo no lo creo. Deberían prestar atención, ustedes creen que es llegar y pasar pero deben pasar un examen físico el próximo mes si quieren ser aceptados en la institución. Seguramente pensaron que sería llegar y pasar, pero la verdad hay una prueba de por medio. Usted, cadete Saavedra, tiene un físico delgado pero sin músculos, por lo que le irá mal si no entrena lo suficiente. Lo vi en el entrenamiento y la verdad es deplorable.

– No sabía que habría una prueba física...

– ¿Me está vacilando? ¿por qué mira hacia la pared mientras me habla?

– Lo siento, pero... ¿podría alejar el s-sable de mí un momento? – estaba que lloraba de la ansiedad que sentía, pero se contenía para no hacer el ridículo.

– ... Así que le tiene miedo a mi sable. Si sigue así de delicado no pasará una sola prueba y será echado.

– ¿Hay más pruebas?

– La física va primero, si no la pasan están fuera. Las otras pruebas vienen después y tienen que reprobar varias para ser expulsados.

– Ya veo. – suspiró pesadamente, aún mirando la pared como si fuera lo más interesante del mundo. Parecía un maleducado pero consideraba que eso era mejor que tener un ataque de pánico de la nada.

– ¿Por qué le tiene miedo al sable? – lo guardó en su funda ya que lo veía a punto de estallar y se había preocupado un poco.

– E-es un tema algo personal...

– Delicado como una mariposa. – rio un poco alguien detrás de Sparta.

– Silencio – ordenó el cabo. – las personalidades se van desarrollando. Son los primeros días de academia así que no me puedo permitir ser tan exigente, pero luego el miedo a un simple sable no podrá ser tolerado. ¿Me escuchó, cadete Saavedra?

– Sí señor... – se tranquilizó más. 


    
ㄸ-∙ㄸ-∙ㄸ-∙ㄸ-∙ㄸ

    
– ¿Raptor? ¿estás en casa? – había llegado y quería conversar algunas cosas con él, además de darle un gran abrazo ya que igual había sido un día complicado. 

Pero el mayor no había llegado todavía. El entrenamiento para general lo mantenía ocupado.
Llegó 3 horas después, con la ropa cubierta de barro.

– ¡Spartita, tráeme ropa por favor! – se metió a la pieza del lavado y comenzó a echar la ropa sucia en una cubeta para remojarla.

El menor volvió con la ropa.

– Santo dios, ¿Qué te pasó? esa ropa apesta.

– Ah, pues ya sabes, entrenamientos en la naturaleza. Camuflaje, emboscadas, desactivar bombas...

– ¿Desactivar bombas? mira, te acepto que llegues cubierto de barro, pero si llegas sin un brazo es otra cosa. 

– Nada de amputaciones, entendido. – se abotonó la camisa. – lo anotaré.

– Tonto, te lo digo en serio.

– Los entrenamientos son seguros... o la mayoría. Ah, ¿y cómo te fue?

– Bien – ni le diría lo que pasó con el sable. – ¿Por qué no me dijiste que habría una prueba física?

– Pensé que ya lo sabías. – se abrochó la cremallera y salió de la lavandería, con su novio detrás.

– Pues no, y de estúpido no investigué. Me hubiera preparado mucho antes.

– Tienes 1 mes, calma. ¿Y qué pasó con el tema de las armas?

– ... No me pasó nada.

– Sé cuando mientes.

– Que no pasó nada, hombre.

– Si no me lo dices investigaré por mi cuenta. Sabes que lo descubriré.

– Mmm... – no le quedaba de otra, además igual se enteraría. – un cabo sacó un sable y... se acercó a mí.

– ¿Qué? – lo tomó de los hombros con suavidad. – ¿Cuánto y qué pasó?

– Habrá sido 1 metro. Me dio un poquito de miedo pero nada más...

– No me ocultes lo que te pasa, te lo advierto. Quiero cuidarte.

– Pero yo no quiero que me cuides tanto.

– Joder, te cuidaría aunque el cielo se cayera. – le acarició la mejilla. – sé que si te sobreprotejo también te estaré haciendo un mal, pero no dudes que intervendré todo si veo que corres peligro.

– ... Bueno, yo también te cuidaría si estuvieras en mi posición... 

– Mejor vayamos a comer. – le besó. – ¿y sabes qué hay de postre?

– ¿Qué?

– Sparta

– Ah – se sonrojó un poquito. – pero yo comeré Raptorcito.

– Bueno

🦋 Butterfly 🦋 | SpartorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora