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- ¿Pero qué te pasa? - Elevó la voz molesta.

- Te advertí que no me provocaras, ahora asume las consecuencias. - Hablo el Dios, quien se estaba despojando de su pesada armadura, quedando cubierto solo por las telas finas, gran parte de sus brazos y cuello se notaban.

" Su apariencia es de un ser muy dominante" - pensó Atenea.

- ¿Ya estas acabando? - demandó Ares.

- Sabes que papá no estará de acuerdo. - Lo miraba expectante a su respuesta.

- Malditasea Atenea, solo firma ese documento. - Llevó su pelo hacia atrás con frustración.

- Si lo hago es porque no quiero seguir aquí. Si papá pregunta le diré toda la verdad. - Comenzó a caminar a la salida con su tan característico meneo suave de caderas.

Ares aturdido por la pequeña amenaza, la estampó contra la pared poniendo su mano en la boca de su hermana, tratando de silenciarla. Este sonrió arrogante al ver la mirada irritada de su oponente de misma sangre.

- Claro que no harás eso, dulzura. Estaré vigilandote así que más te vale no sueltes la boca. - Apego su cuerpo más a ella, tratando de hacer una mínima fricción.

- Eres un enfermo - dijo una vez su boca fue liberada. - Solo quiero que entiendas una cosa, querido hermano. Metete con alguien que esté a tu nivel .

- Yo estoy al nivel de quien sea, así que retractate de lo que dijiste - La miró con desdén mientras se levantaba de su asiento para acercarce a pasos cortos hacia su hermana.

- Hermano, ¿Quieres que te traiga a todo el Olimpo para que declaren? Ellos te podrán responder y estoy segura que sus respuestas no serán de tu agrado.

- Basta.

- Incluso para hacer esto necesitas mi ayuda, porque no puedes solo y sabes que soy mayor autoridad que tú.

- Claro, después de todo eres la hijita de papi.

- Si quieres tomarlo así... hijito de mami. - contrataco mientras recorría su mirada por el cuerpo de Ares.

- ¿Te gusta lo que ves preciosa?

- Deja de ponerme apodos o de lo contrario no firmaré absolutamente nada.

- Pero que cosas dices Ate, solo quiero que firmes ahí para que yo pueda estar con Afrodita tranquilos y lejos de aquí, ¿Eso no te hace feliz?

" No, no lo hace. " pensó.

𝕰𝖑 𝖑𝖆𝖟𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖆 𝖌𝖚𝖊𝖗𝖗𝖆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora