38

149 30 0
                                    

La mujer, con histeria, entró en la estación de policía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La mujer, con histeria, entró en la estación de policía. Estaba frustrada, agobiada e intentando que las lágrimas no rodasen por su rostro. Lo que causó las miradas curiosas y apenadas de todos los presentes.

—Mi niña ha.. —comenzó entre leves sollozos, pero no pudo terminar la frase. Al final acabó llorando a moco tendido.

Un policía se acercó a ella despacio, regalándole en el proceso la sonrisa más tranquilizadora que pudo. Al estar ya a su lado, le agarró con suavidad de los hombros y le hizo el amago de que le acompañase.

—Vayamos a otro sitio más tranquilo a sentarnos y me cuenta qué es lo que sucede, ¿le parece? —dijo el policía, y la mujer asintió mientras se quitaba las lágrimas de los ojos.

Caminaron hacia la mesa del policía y se sentaron el uno en frente del otro. El hombre comenzó a teclear en el ordenador y abrió un nuevo apartado para la denuncia que supuso que la mujer iba a poner. Esta, por otro lado, había conseguido tranquilizarse un poco, y aunque todavía moqueaba y su mirada estaba completamente perdida, su cabeza estaba más ordenada y capaz para contar el motivo de su presencia.

—¿Quisiera contarme el motivo de su visita?

La mujer asintió mirándole a los ojos.

—Mi hija ha desaparecido.

El policía abrió los ojos todo lo que pudo. En los quince años que llevaba en aquella comisaría jamás hubo un caso de desaparición, siempre se consideró ese barrio uno de los más tranquilos y seguros, pero desde hacía menos de medio año... ya se trataban cinco. Era una locura.

—¿Cómo se llama la niña?

—Alena Adams —respondió con un hilo de voz.

—Alena Adams —respondió con un hilo de voz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La chica de las cancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora