Nuestro hogar, Italia.

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Hace casi dos años, regresaron de España.

Quedándose de forma indefinida, adentro de la gran residencia de los Gambino, Carlo movía muy animado a Igor. — Vamos!

Sonreia un poco ante la insistencia del menor, sus ojos azules brillaban de la emoción.— Carlo calmate.

Movia su mano tirándole para que le siguiera.— Te gané la apuesta, lo prometiste!

— Cariño... son las 6 de la mañana, si vamos ahora estara muy oscuro, aún es temprano para ir a la playa.

— Lose, pero Igor ver los atardeceres aquí son mucho mejores que en marbella, además podemos ir a nadar y muchas cosas más.

Acaricio su mejilla suavemente, haciendo que Carlo se detuviera.— ¿Tenias todo planeado?.

— Si, Toni ayudo a dejarnos este día libre, no tenemos de que preocuparnos por el trabajo.

Se dieron un pequeño beso, era un secreto a voces su relación dentro de la mansión, todos los días el trabajo ocupaba la mayoría de su tiempo.

Así que los pequeños momentos a solas los disfrutaban al máximo.

Carlo había convencido a Toni para que les dejara un día, sin usar la violencia claro esta.

En cuanto obtuvo su aprobación, fue a preparar todo lo necesario para su cita en la playa que tenían reservada.

El rubio se separó con una sonrisa, para volverle a tirar de la mano.— Vamos, que también es día donde los comerciantes sacan sus productos y quiero que pruebes los panes recién hechos.

El pelinegro le siguió no sin antes agarrar ambas chamarras, el clima era demasiado fresco y no quería que se enfermara el menor.

Quien agradeció el gesto y se la puso rápidamente, corriendo al auto.

Subieron al Jeep de color negro, Carlo conducía muy animado con las canciones de fondo, sacándole sonrisas por su chistes malos.
Igor también contaba los suyos, sacándole fuertes sonrisas al italiano por los malos que eran.

Conforme cruzaron los campos, salio el sol empezando a iluminar el camino, llegando rápidamente.

Como dijo Carlo, los comerciantes salían a poner sus puestos, olía a pan recién hecho, un aroma que abría el apetito rápidamente de ambos.

Igor fue el primero en bajar, esperando a su novio en lo que estaciona el auto sin estorbar en las pequeñas calles.

— No tardaste mucho en encontrar lugar.— En cuanto el rubio se puso a su lado, agarro su mano entrelazando sus dedos.

Comenzó a caminar seguido por Igor.— A esta hora no hay muchos turistas, además saben quién soy.

Por primera vez agradecía de que su apellido fuese muy conocido, así la gente evitaba causar muchos problemas a su alrededor.

La calidez del sol daba en el pueblo de grosseto, en la Toscana.
El lugar era tranquilo, además quedaba cerca de Roma, los Gambino tenían una buena posición en el mapa.

Caminaron un poco más y llegaron a la pequeña panadería, repleta de pan de muchas formas.

— Que delicia, ¿Vas a querer que te compre algo? Bebé.

Igor apenas iba aprendiendo el idioma, así que Carlo se encargaba de comprar las cosas en la calle, mientras iba mejorando  con su pronunciación.

— Esta vez te dejo escoger por mi, aún no conozco todos los nombres.

El menor sonrió entendiendo, se soltó para entrar en la tienda, dejando que Igor mirara curioso lo que hacían las personas afuera.

Una de las cosas que hicieron al llegar fue enseñarle al ruso comer más platillos aparte de su típico arroz blanco.

Fue aprendiendo lentamente bajo la compañía de Carlo, quien paciente le daba un poco de cada cosa que preparaba.
Debía admitir que el gusto culinario de su novio había influenciado bastante, solo comía lo que le daba, asegurando que no fuese malo para su organismo.

Unos minutos más y su querido rubio salió con la típica bolsa de papel, llena de panes de diferentes formas y  rellenos de sabores.

— Mira aquí venden del que te hablé hace unos días, compré de más, pero si no quieres me los como yo.

Nego algo serio.— Esta bien, probaré algunos así que no me amenaces o te hago torturita.

Con un sonrojo en sus mejillas le miro fijamente.— Estamos en la calle, espera a llegar a nuestra casa.~

~

No quedaba lejos la playa, se detuvieron antes en una cafetería por un café sencillo y un cappuccino de vainilla, desayunaron dentro del auto, tranquilamente.

Una vez en la playa, Carlo bajó una mochila donde traía los trajes de baño y varios productos para no quemarse del sol, el menor se puso crema rápidamente.

Como era de esperarse se cambiaron ahí mismo, estuvo a punto de meterse al mar cuando fue detenido.— ¿Que pasa?.

— Si no te pones bloqueador vas a terminar quemado.

— Los cyborgs no se queman Carlo.

— Valeeeeee, luego no vengas llorando a mi habitación.

La temperatura subió y antes del medio día ya hacía bastante calor, el agua fría era muy refrescante para los dos.

Disfrutando del mar, Carlo nadaba bajando más profundo, sobre algunos peces pequeños de colores.

Igor le cuidaba sin bajar mucho, disfrutando de la paz del momento.

Carlo sonrió juguetón al verlo tan calmado y no perdió la oportunidad de aventar le agua en la cara.— Toma perro!

Un juego empezó y ambos se trataban de mojar lo más posible, sin dejar de sonreír.

Carlo miraba al desafortunado cyborg quejarse de que le dolía el torso, efectivamente se quemó.
Dejándole marcas rojas en la piel.

— No lo iba a decir, pero te lo dije, estupido ruso.

— Cuando me cure, ya lo veras ni tu madre te va a salvar de lo que te haré!

— Mi mamma me dará la razón, ahora ven a descansar en la sombrilla.

El mayor no podía negarlo, su suegra Antonella daba mucho miedo cuando se ponía seria.

Carlo se había encargado de ponerle crema en sus quemaduras, con mucho cuidado de no lastimarlo aún más de lo que ya estaba, dejándole pequeños besos en su mejilla.

Lo que quedó del día se dedicaron a disfrutar de la calma, el sonido relajante de las olas.

Quien le diría a Igor que encontraría su verdadero hogar en Italia, junto al menor de los Gambino.
La frase de "Tu casa no es donde vives sino con quien estás", era muy cierta.

Con sus manos entrelazadas, miraban el horizonte, el azul de las aguas cristalinas junto al cielo despejado adornado por el radiante sol, le daban una tranquilidad.

Carlo sonreia alegremente, no podía imaginarse un día más perfecto que este, ojalá siempre fuera así de maravilloso.

Quedarse para toda la eternidad junto a su amado cyborg ruso.

‐Kyou♡

" Cyber Love " [Carligor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora