1. Acepto...

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¿En qué momento aceptó toda esta locura? ¿En qué momento dejó que su tío decidiera por él? ¿En qué estaba pensando al aceptar de buenas a primeras el casarse con la única hija de los Jiang?

Definitivamente Lan Wangji no lo sabía. No tenía claro el momento en que aceptó unirse a Jiang Yanli. Había aceptado un matrimonio arreglado por las dos familias, un matrimonio que uniría sus apellidos y afianzarían una alianza beneficiosa para ambas partes. Porque sí, este era un matrimonio de conveniencia, un matrimonio concertado entre dos de las más grandes familias de renombre de China. Un matrimonio sin amor, pero que debía llevarse a cabo.

Cualquiera creería que en pleno siglo XXI este tipo de matrimonios ya no existían, pero lo cierto era que aún los había. Estaba más que claro que las más grandes familias adineradas querían permanecer siéndolo por el resto de sus vidas y no iban a permitir que cualquiera osara entrar en sus círculos. Era por esto que los matrimonios arreglados aún se daban en la alta alcurnia. Claro que habían matrimonios que con el tiempo llegaban a enamorarse de verdad, pero los casos eran muy pocos. La mayoría solo mantenían la fachada, guardaban las apariencias ante la sociedad. Se conformaban con tener una buena sociedad entre ambas partes casadas, ser amigos y procrear uno o dos hijos por el bien común. Era triste, desde el punto de vista de Wangji, pero esa era su realidad.

Wangji estaba por demás nervioso y ansioso de casarse. No negaría que Yanli era una dama hermosa. Su belleza angelical podría cautivar a cualquiera, menos a él. Le tenía un cariño especial, eso era obvio, pero también era obvio que casarse con ella era más una imposición que tenía que cumplir sin chistar. Lan Zhan solo esperaba que con el tiempo y la convivencia pudieran enamorarse, aunque si era honesto consigo mismo, eso era algo imposible.

Jiang Yanli siempre se había caracterizado por ser una señorita hermosa y callada, obediente ante sus padres y nunca diciéndoles que no a nada de lo que le pidieran, incluso si eso significaba renunciar a su amor verdadero

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Jiang Yanli siempre se había caracterizado por ser una señorita hermosa y callada, obediente ante sus padres y nunca diciéndoles que no a nada de lo que le pidieran, incluso si eso significaba renunciar a su amor verdadero.

La señorita Jiang estaba enamorada, muy muy enamorada, pero lastimosamente no era correspondida. Muchas veces fantaseaba con que el dueño de su corazón también estaba enamorado de ella y que pedía su mano en matrimonio, se casaban, tenían hijos y eran felices, lastima que todo era solo un sueño inalcanzable.

¿El dueño de su amor? Un total engreído insoportable si le preguntaban a Jiang Cheng, el hermano menor de Yanli. Un hombre que veía a todos por encima de su hombro, de forma arrogante y como si nadie estuviera a su altura. El tipo era el único heredero de la familia Jin, la más adinerada y famosa de toda China. Jin Zixuan, un hombre hermoso a ojos de cualquiera, pero con un carácter demasiado orgulloso y altanero.

Ese hombre, tan distinto a la dulce y amable Yanli era el que sin saberlo, había ganado aquel corazón puro y lleno de amor de la joven. Yanli creía que Zixuan no se daba cuenta de sus sentimientos, lo que para su suerte o desgracia era al contrario. Porque a decir verdad, el joven Jin sí sabía de los sentimientos de la doncella, y eran más que correspondidos.

El Cadáver del Novio... {WangXian}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora