El Cadáver del Novio... {WangXian}

8. Pidiendo disculpas.

El tiempo nunca perdonaba a nada ni a nadie, seguía su curso lo quisieran o no, jamás se detenía, jamás se ralentizaba, jamás se adelantaba, el tiempo era eso... solo tiempo. Tiempo que pasaba lento para aquellos que esperaban a que Lan Wangji saliera del coma, que volviera a ellos y continuara con su vida, sus planes y sus sueños.

Jiang Yanli acudía sin falta cada día al hospital donde su aún prometido estaba internado. Y ese día no sería la excepción, pero jamás esperó ver aquello que hizo que se desmayara en el acto al momento de cruzar el umbral de esa habitación.

Esa noche ella iba con la intención de relevar a los Lan en quedarse al cuidado de Wangji por la noche, dándoles así un respiro de esa rutina que ya llevaban un mes viviéndola. La muchacha caminaba tranquilamente por los ya familiares pasillos de aquel hospital, con rumbo fijo al cuarto de Wangji. Creyó que probablemente alguno de los Lan estaría ahí y tocó la puerta antes de girar el pomo e ingresar, para así hacer notar su llegada y no asustarlos. Pero la asustada resultó siendo ella, ya que al abrir la puerta, Yanli pudo jurar por todo lo más sagrado en su vida que vio a su querido A-Xian y a Wangji por breves segundos mientras un humo azulado los envolvía y desaparecían sin dejar rastro.

—A-Xian... —Logró decir lo suficientemente alto para que Lan Xichen la escuchara y volteara en su dirección en el momento justo que el delicado cuerpo se desvanecía.

Xichen saltó de su lugar y corrió a tiempo de atrapar a la joven entre sus brazos antes que esta cayera y se golpeara en el suelo. La levantó en vilo y la recostó en el amplio sofá que había en la habitación. Está demás decir que el jade mayor estaba preocupado por el repentino desmayo de Yanli, y dando gracias a los dioses que estaban en el hospital, salió disparado en busca de ayuda. Al cabo de varios minutos y de que un médico revisara a la muchacha diciendo que solo era un desmayo por cansancio, la Jiang despertó asustada y pasando su mirada desesperada por toda la habitación, hasta posar sus ojos en el Lan.

—Xichen... A-Xian... —La chica balbuceó aquel nombre sorprendiendo al mayor.

—Tranquila, Yanli. Sufriste un desmayo por cansancio. —No supo qué otra cosa decir el Lan. Veía que la joven seguía pálida y con lágrimas acumuladas en sus ojos.

—¡A-Xian, Xichen! ¡A-Xian estaba aquí! ¡Yo lo vi! —Las lágrimas finalmente resbalaron de sus ojos, pero las palabras dichas dejaron perplejo al contrario.

—¿Pero qué estás diciendo, Yanli? ¿Viste a Wuxian? Sabes que eso es imposible porque él... —Xichen se cortó a mitad de la frase, no queriendo reabrir esa herida en la joven.

—Murió. Yo sé que él está muerto, pero sé lo que vi al entrar, Xichen. Yo vi a mi hermano en esta habitación. —Decía la mujer con una convicción inquebrantable. —Y no, Lan Xichen, no estoy loca si eso es lo que piensas.

El jade mayor se quedó sin palabras porque si era honesto, eso era justo lo que pensaba, que la señorita Jiang estaba enloqueciendo al asegurar haber visto a una persona que llevaba años muerto. Quizás el cansancio de tener que cuidar de Wangji estaba cobrándole factura a la mujer haciéndole ver cosas que en verdad no estaban ahí.

—Yanli, sé que no estás loca y tampoco lo pensaba, pero sí sé que estás agotada por la rutina que has establecido viniendo a diario a cuidar de mi hermano. Es muy probable que el cansancio esté provocándote que veas alucinaciones de tu hermano. Tú sabes que es imposible que él haya regresado de entre los muertos. —Habló suavemente el jade mayor a la muchacha que aún seguía derramando lágrimas silenciosas.

—No, Xichen. —Dijo Yanli con voz firme, secándose sus lágrimas y poniéndose de pie para enfrentar al jade. —Yo vi a Wuxian aquí, en esta misma habitación, lo vi con mis propios ojos. No era una alucinación ni nada provocado por el agotamiento. Era mi hermano, y no estaba solo. —Eso último llamó la atención del Lan y Yanli procedió a contarle el resto de lo que vio por breves segundos. —Él estaba con Wangji y desaparecieron juntos.