𖧧 ࣪ Capítulo 04 ִֶָ

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Solo bastaba leer un poco más del universo para conocer el miedo más irracional de aquellos curiosos.

La idea de un remolino espacial capaz de devorar planetas en medio de un segundo, que dependiendo de su tamaño podía atraer a cualquier cosa de la infinidad cercana hacia su interior asustaba.

Pero Jay tenía una de sus metáforas favoritas basadas en aquellos monstruos espaciales.

Él decía que Jungwon tenía un agujero negro en el corazón.

Y es que, el menor amaba todo, todo lo almacenaba en su corazón, y siempre tenía espacio para amar más.

Todo lo amaba en pocos segundos y como si pudiera atraer todo para darle amor, era normal que se le acercaran animalitos y se dejaran acariciar sin problemas, también bebés o personas adultas.

Y podía tener infinitos ejemplos de que todo era atraído por el agujero negro del corazón de su amado.

Siempre recordaban con una sonrisa una tarde de primavera en el parque, en donde una bonita mariposa danzaba entre las flores, Jungwon acerco su mano y esta automáticamente se posó en esta, caminando en su mano.

En ese momento, Jungwon sonreía ampliamente, mostrando sus dientes en una adorable sonrisa y las estrellas de sus ojos brillaban hermosamente.

Pero...

Fue cuestión de minutos para que más y más mariposas se posaran en él, en sus bracitos, hombros y cabeza, llamando la atención de los pocos y tranquilos peatones, quienes sonreían por el chico cubierto de mariposas.

— J-jay... quítamelas por favor — Pidió, algo asustado por tantos delicados y hermosos bichos en su cuerpo. Estaba abrumado por la combinación de colores.

El mayor se encogió de hombros, sonriendo enternecido.

— ¿Qué hago Wonie? — Jay se acercó a él, mirando los pequeños seres — Pequeñas maripositas, ¿Podrían soltar a mi lindo novio, por favor? Lo siento, pero no lo comparto.

— Jay... no se van — Jungwon sacudió sus brazos tiernamente, pero su voz sono como si estuviera a punto de llorar.

— Jungwonie, claro que no se iban a ir, estaba bromeando.

— Tengo una en la nariz — Cerro su ojitos con fuerza.

— La debió confundir con una ramita.

Jungwon estornudo, haciendo que Jay se apartara de un salto y las mariposas volaran lejos, sus brillantes ojos las observaron al alejarse.

— Problema resuelto — Dijo el mayor, con una sonrisa divertida.

— ¿Qué dijiste de mi nariz? — Murmuró, escondiendo con sus manos su pequeña nariz.

— Que la amo — Respondió, quitando su mano de nariz para dejar un beso sobre esta.

Esa quizás había sido la experiencia más rara con los animales siendo atraídos por su lindo Jungwon, pero como eso podrían hablar de que se le acercaban ardillas y hasta los pájaros cantaban cuando los veían pasar.

Y con el resto de la gente...

En una ocasión Jungwon termino haciéndose amigo de todos los ancianos que jugaban ajedrez en una plaza, tanto cariño que las señoras mayores terminaron besando y marcando con pintalabios rojo sus mejillas y cuello, para luego reír cuando Jay dramatizo que lo estaba engañando con unas encantadoras señoritas.

Era común que cuando salían a lugares más concurridos, los niños pequeños se les acercaran para jugar con él, a los bebés más llorones los podía calmar con su delicada y tierna voz,

La imagen de Jungwon con un bebé en brazos hacia a Jay estrujarse por dentro, y Jungwon lo notaba porque Jay brillaba con más fuerza.

Jungwon amaba todo aquello, a cada animalito y cada persona.

Pero lo que mas amaba era a Jay, y el agujero negro de su corazón era capaz de almacenar todos los gestos cursis del mayor, incluso cuando se ponía muy empalagoso, a Jungwon no le molestaba en lo absoluto.

A Jay le gustaba besar todo su cuerpo, incuso podría decir que le gustaba más que tener sexo, era podría decir que le gustaba más que tener sexo, era más suave, y podía escuchar la linda risa de su niño cuando besaba su vientre provocando cosquillas.

Amaba sus jadeos cuando succionaba la piel de su cuello, o sus gemidos cuando besaba sus partes más íntimas. Disfrutaba abrazarlo cuando estaban desnudos, así
lograba sentir el calor de su piel contra la impropia, dejaba pasear sus manos por su suave piel.

Lo habían hecho muchas veces, nunca le perdían el gusto a esas muestras de cariño, conocía el cuerpo de Jungwon de memoria y nunca se cansaría de explorarlo.

Fue durante uno de esos abrazos íntimos, luego de haber hecho el amor un par de veces, que el meno hizo aquella extraña pregunta.

— Jay... ¿crees en la vida en... fuera de la tierra?

— Sería raro que estuviéramos solos en un universo tan grande — Contestó — Así que... sí, creo que sí.

— Y... ¿crees que haya seres de... uhm, otros lados?

Jay frunció sus labios.

— Eso lo dudo bastante... digo, hay lugares más interesantes que la tierra.

Jungwon suspiro.

— ¿Y si están aquí?... más cerca de lo que crees. — Jungwon ... ¿A qué viene esa pregunta?

El menor negó con su cabeza.

— Tú sabes... que soy raro.

— Eres normal, Jungwon, lo normal es ser diferente, así que eres normal, como todos.

Jungwon rió bajito.

— Soy raro en otro sentido — Alzó sus ojos repletos de estrellas hacia Jay — Yo... no soy como tú, no soy humano, no soy de aquí.

 no soy como tú, no soy humano, no soy de aquí

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Sweet star  ⋆  ¡Jaywon! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora