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Al ver al Kawaki, Hima se detiene y lo espera, pues no comprendía lo que sucedía. Al estar al lado de él hace una mueca, no tenía ganas de soportar su mal humor.
- ¿Qu-qué haces aquí? - cuestionó el Uzumaki algo sorprendido.
- Tu papá me dijo que te acompañara. - respondió sin verlo mientras caminaba al lado del chico. - No vengo por gusto. - corroboró.
Hima bajó la mirada y suspiró, que fastidio sería tener que soportar a su abuelo y a Kawaki.
- Puedes irte si quieres, no diré nada. - exclamó éste.
Ambos voltearon a verse, Kawaki tenía una expresión vacía y las mejillas rojas por el frío.
- No, no tengo ganas. - respondió apegando su cuerpo al de éste, para después rodearle la cintura con su brazo. - No me gusta el invierno. - comentó apretando el abrazo.
Hima se sorprendió, y sus nervios se apoderaron de él, no recordaba cuándo había sido la última vez que Kawaki lo había abrazado repentinamente.
- Ya casi llegamos. - exclamó en voz baja sin saber que responder.
No era cierto, quedaban muchas cuadras por recorrer para llegar, posiblemente tardarían veinte minutos, y a ese paso y posición sería una eternidad para ambos.
Aunque lo intentaba no podía soltarse, Kawaki estaba aferrado a su cintura y por lo visto no quería soltarlo.
Que incómodo era, y lo peor era el imaginar que en algún momento llegó a verlo con otros ojos. Hima suspiró y caminó con más velocidad, en cambio Kawaki no se lo permitía, éste iba a paso tortuga.
La paciencia no era suficiente, el colmo apareció cuando Kawaki acercó su rostro al de éste, y dejaba pequeños besos sobre su mejilla.
Era demasiada presión para Hima, era algo común para ellos pero no era el momento. No obstante, la última vez que Kawaki había actuado de tal manera con él había sido meses atrás, casi un año. El Uzumaki estaba rojo, quería gritarle que se apartara pero su voz no salía.
¿Tomarlo como un doble sentido era correcto? Su juicio le impedía sentirse atraído por él, pero en esas circunstancias era algo inevitable.
Su rostro ya estaba completamente rojo, no quería pensar que Kawaki iba lento a propósito. Cuando por fin Kawaki se alejó un poco, Hima logró soltarse, para después observarlo.
- ¿Por qué haces eso? - cuestionó con vergüenza.
- Siempre lo hice, ¿ahora te molesta? - respondió con una expresión vacía.
