El conocido viento que acompañaba agosto sacudía las velas con gran estruendo, el capitán dándole órdenes a los bucaneros que no hacían más que obedecer ante los imponentes gritos del hombre, mientras las inoportunas olas intentaban acabar con el barco entrando por sus costados hasta inundarlo. Los hombres movían el mástil en dirección al sur, donde el pueblo más cercano se encontraba, con ayuda del timón dirigido por el superior.
ㅡ¡Muevanse si no quieren morir par de inútiles!
Gritó desde lo alto, pasando su antebrazo por sus ojos debido al agua salada que intentaba cegarlo. Un hombre escalaba el castillo moviendo las velas, el mástil quedando en manos de uno robusto. Toda esperanza estaba sobre aquellos simples movimientos que esperaban fueran su salvavidas.
Un vaivén los tambaleó con ímpetu, luego otro, hasta desviarlos de su camino, él capitán golpeó su mano con el timón al ver la brújula, sin embargo esa acción los hizo dar una vuelta, sus pequeños ojos con cascadas apenas notaron el gran bulto que golpearon, finalmente tomando el control para retomar su dirección.
Las olas parecieron calmarse, junto a ellas el aguacero, quedando nada más que el cielo completamente nublado y una ligera llovizna.
ㅡ¡Veo la tierra, capitán Jeon!
El hombre sonrió mostrando su dentadura amarillenta. Los hombres que estaban cerca alzaron sus manos en victoria conforme avanzaban, alistándose para bajar.
Mientras avanzaban llegaron a la orilla llena de rocas, aseguraron su barco cerca de un muelle y bajaron, sin embargo al capitán Jeon se le cayó su reloj de oro, rodando hasta el otro lado lejos de su tripulación, con algo de fastidio fue trotando hasta llegar, su preciado reloj descansando bajó una gran sombra, sus cejas se fruncieron y la siguió hasta dar con el gran bulto, o más bien, con una inmensa ballena volteada a la cual la atravesaba una gran ancla en uno de sus costados, objeto que se desprendió con anterioridad de su barco mientras batallaba con sobrevivir.
Al acercarse fue testigo de un singular canto que atravesó su pecho como una estaca, pero muchísimo más fuerte fue su impacto al ver debajo de la aleta lo que parecía ser una persona, era quien emitía el confuso sonido, con más paciencia se acercó notando más detalles en el espécimen, porque en efecto lo era, entrecerró los ojos notando una cola muy similar a la de la criatura marina y las membranas que unían sus cinco dedos.
El ser marino al verlo comenzó a chillar tratando de esconderse entre las aletas ajenas.
ㅡNo, tranquilo, no te haré ningún dañoㅡ Alzó la vista en busca de testigos y al no ver nada más que piedras, tomó su reloj entre su cuello y se acercó a él ㅡTe devolveré a dónde perteneces, si te encuentran será lamentable, los humanos suelen ser más bestias irracionales que las mismas.ㅡ Los ojos de la criatura lo observaban atento a cada movimiento, el como sus manos levantaban la aleta izquierda, aunque al principio su corazón parecía explotar del miedo, el aura del ser humano lo hizo confiar, algo que él hombre notó, terminando por jalarlo cerca de él ㅡA la cuenta de tres regresarás al marㅡ Al entenderlo el pequeño negó, señalando a la ballena con insistencia.
ㅡMalmha, malmha.
La culpa inmediatamente atacó al capitán cuando entendió el balbuceo del indefenso ser, apretó sus labios y negó, tomándolo en brazos, supervisando una vez más que nadie los estuviera viendo.
El ser marino volvió a entonar un canto inentendible de lo más profundo de su pecho, entendiendo entonces que nunca más volvería a estar al lado de quién fue en vida, su madre.
Cuando fue llevado al agua, se hundió unos segundos antes de sacar su cabecita y mostrar sus tristes ojos amarillos, apreciando a su madre, el capitán se sintió pero se dio la vuelta cuando el ser marino volvió a hundirse y regresó con sus hombres. No obstante, la criatura regresó, cuando se dio cuenta de que en su muñeca estaba el reloj del ser humano que lo ayudó, estaba dispuesto a devolverlo y por eso regresó a la orilla, nunca imaginando que al hacerlo y buscar por sobre todo, su vista fuera cegada por un manto, siendo elevado por el aire hasta caer en una cubeta de agua.
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Lonely ;; kooktae
FantasyDesde el inicio de los tiempos, el ser humano ha tenido la necesidad de que le faciliten su trabajo y mejoren su calidad de vida, para ello ha contado hacer todo lo posible para hacerlo, desde innovar hasta manipular. En 1908 la popularidad de un ci...