Flequillo

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Saber que hace unos años mí primer día de clases en este colegio cambiaría mí vida, fue algo inimaginable, en el sentido de que lo que prometió mí vieja lo cumplió de verdad. Aunque luego le hayan ofrecido trabajo al exterior entendió que yo estaba bien acá, que por fin lograba encajar del todo cuando conoció a mi grupo y aunque no era algo usual que una chica se junte con varones ella vio algo, que hizo que pueda comprender que no podía irme con ella otra vez. Casi toda mi vida pase mudandome de un lugar a otro con ella, al principio no me molestaba, se me hacia costumbre cambiar de colegio todo el tiempo, pero mientras más crecía más se me hacia difícil... dejaba amigas, mi casa, lo que le podría llamar en ese entonces hogar... y comenzaba y se repetia todo de vuelta, nueva amiga, nueva casa, nuevo todo.

Me alegro mucho saber que ella me dejo quedarme acá, pero no que ella se tendría que ir, siempre estuve a su lado en cada mudanza y saber que ahora no lo estaría fue complicado. En algunos momentos me sentía rara al saber que no la vería cada mañana, pero logre entender que lo que hizo nos haría bien a las dos, ella no podía dejar su trabajo así como así y yo no podía seguir teniendo esta clase de vida. Cuando hablo cada mañana con ella por teléfono no puedo evitar sentirme melancolíca, pero cada vez que me sentía así comprendía que así debían ser las cosas. Resolver este problema no había sido fácil, sin importar que tan capaz era yo de vivir en un departamento sola siempre había algo en su cabeza que no lograba convencerla del todo pero le di una solución que aunque tampoco la lograba convencer la acepto. Fue que me mude al departamento pero que mis amigos también, en ese momento no lo había pensado del todo, pero me sentía incluida en ese grupo, en mi grupo y eso era lo único que tenía en mente. Ahora no solo tenía una amiga como solía tener antes, tengo a cuatro idiotas con los que me gusta pasar todo el tiempo con ellos. Claramente era muy distinto a lo que tenia de antes y a lo que podría haberme imaginado ahora pero prefería esto, prefería sentirme incluida en este lugar y en este grupo como "uno más" sin que nuestra relación sea extraña...

—Estaba re buena la chica de ayer ¿o no Marizza? —me pregunto Guido sentándose al lado mío.

Como en todos los días, yo me despertaba por el sonido de mi celular porque mi mamá me llamaba cada mañana, entonces acá me encuentro, sentada en el sillón a las 7:00 am medio dormida, al haber ido ayer de joda justo el último día de vacaciones, y con una resaca que había aumentado cuando escuche el sonido del celular y le conteste.

《¿Cuando va a dejar de ser tan gritona al hablar?》

—¿Cual? La arrastrada que solo estaba con vos para estar con Pablo ¿o a la que cobraba? —me miro enojado y se fue.

Mis ojos comenzaron a cerrarse hasta que sentí como de golpe el sillón se hundía a mi costado. Abro los ojos enderesandome y miro rápidamente a mi costado. Guido había vuelto al lugar donde había estado, tenia los brazos cruzados y cara de orto.

—A la que cobraba... —dice mirando al frente.

Alzó una ceja y recuesto mi espalda de vuelta al sillón.

—Tenia linda boca... —hablo mirando también al frente, y lo miro de reojo con una pequeña sonrisa.

—Vos decís que... ¿que sus tetas eran falsas? —siento su mirada y lentamente muevo mi cabeza para verlo.

Alzo de vuelta las cejas y en el momento en que abro la boca Pablo aparece y se sienta al lado de él.

—¿De que hablan?

—De la chica de ayer —le contesta Guido.

—¿La de las tetas falsas?

Frunzo el ceño y lo miro.

—¿Como sabes que eran falsas? —le preguntó y él levanta los hombros.

—No sé yo... —no logra completar lo que iba a decir porque aparece Manuel.

Amigas hombres [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora