Las húmedas y solitarias calles de las afueras de Everwatch eran transitadas por apenas un par de borrachos y algún pequeño aldeano que volvía a casa tras un largo día de trabajo. Noches de invierno como esas, noches en las que el frío calaba hasta las entrañas y en las que apenas podías sentir alguna extremidad de tu cuerpo, eran esas en las que nadie se atrevía a poner un pie en las calles, ni aunque fuese para ir al bar o visitar a algún conocido, todo eso era reservado para el medio día, en los que el sol proporcionaba una agradable sensación de conformidad que te acogía el cuerpo.
Pero esa noche sabía dónde iba, sabía qué iba a hacer. Llevaba demasiado tiempo replanteándose si era lo correcto, si aquello que iba a hacer sería la mejor opción que podía elegir. Aunque en su interior sabía que no había más opciones, pues tarde o temprano su mayor miedo iba a hacerse realidad, y ya nunca más podría escapar. Tenía que poner a salvo a la criatura que había llevado nueve meses en su vientre, debía hacerlo por ella, porque su vida era demasiado importante, más importante de lo que ella misma creía.
Nadie sabía lo que la vida de ese bebé de apenas unas semanas podía suponer para el pueblo de Everwatch. Un pequeño bebé que ni sabía lo que era capaz de hacer, solo tenía un par de días de vida, y que desde el día que se formó en el vientre de su madre ha tenido un destino fijado que no ha podido elegir, y a lo largo de su vida podría comprobar y poner a prueba aquellos dotes que su madre le otorgó.
Sus pasos eran acelerados, intentaba controlar su respiración para poder seguir corriendo lo más rápido posible y llegar al lugar indicado antes de que se agotara el tiempo. No podía perder. No ahora. Cogió con más fuerza a la criatura que llevaba entre sus brazos y aceleró el paso. Por suerte no se cruzó con nadie, las calles estaban totalmente desiertas, y solo tenía que lidiar con el miedo a que él la atrapase antes de poner a salvo a lo más valioso que poseía.
Seguía caminando lo más rápido posible, pero el cansancio provocó que tuviese que aminorar el paso. Seguía alerta, eso sí, no podía evitar sentirse como si alguien la estuviese siguiente, y es que tal vez sus instintos no iban mal encaminados.
Alguien la seguía.
No podía perder la calma ahora, no justo cuando estaba ya en el paraje más alto de Everwatch.
No después de haber cruzado el mar Martium y haber salido ilesa de la travesía.
No ahora que su bebé estaba tan cerca de la libertad y la salvación.
No iba a rendirse, derramaría sangre si fuese necesario. Aunque ella sabía que lo que iba a ocurrir si se enfrentaba a ese ser sería inevitable, y que la batalla solo proporcionaría un tiempo extra para su bebé, pero con esto bastaba. Solo importaba el bebé.
O al menos eso creía.
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Sangre y destino
FantasyFuturo ya trazado e irreversible. Esa es la definición de destino, aunque más bien es una corta y significativa definición de lo que dicha palabra es. A parte de lo que quiere decir, están las personas que creen, o que no creen en él, o bueno, tamb...