Astrid
Las hermanas Golborne paseaban ese viernes 4 de junio por el mercado central con un par de cestas de mimbre, con las que pretendían llevar alguna barra de pan y otros comestibles que les había encargado su padre comprar esa misma mañana.
Era un día soleado, uno de esos en los que salir a la calle es muy apetecible, en los que el sol brillaba con todo su esplendor, pero no llegaba a calentar excesivamente la piel haciéndote sudar a borbotones, sino que era un calor suave y acogedor, acompañado de una brisa ligera que rozaba la piel apaciblemente, haciéndote sentir como si estuvieses recostada sobre una nube.
Astrid no quiso andarse con rodeos, simplemente se dedicó a ir en busca de esos alimentos que debía comprar. Fue directa a las paradas correspondientes. Sabía que la última que debía visitar era la panadería, pues como ya bien le había dicho su padre en otras ocasiones, el pan está mejor recién hecho, por lo que es mejor comprarlo antes de abandonar el mercado para así poder comerlo aún caliente. A ella le encantaba comer pan recién hecho, sin nada más, solo pan.
Si había alguien que disfrutaba tanto con la comida esa era Astrid. En su casa tampoco es que abundara la comida, tenían lo necesario para comer y, de vez en cuando, poderse dar un capricho. Pero siempre que tenían cualquier dulce, era ella la que se anticipaba al resto de su familia e iba directa a la despensa de la comida para zampar lo que tuviesen. Muchos se sorprendían cuando veían que esa niña, que tampoco estaba muy rellenita, pudiese comer tanto. Y no es que ella estuviese delgada, no como su hermana Marlena, que estaba delgada y bastante fuerte, sino que ella estaba más entrada en carnes. Esto no quiere decir que ella estuviese siguiendo una dieta poco saludable, totalmente al contrario, ella comía bastante verdura, y los atracones de comida que ocasionalmente se daba tampoco podían considerarse poco saludables.
Mientras se dirigía a comprar uno de los ítems que tenía marcados en su lista de la compra se distanció de Marlena, que se había parado a hablar con una amiga que hacía semanas que no veía. Ella no es que tuviese amigas como tal, simplemente tenía conocidas, con las cuales podía pasar un rato, pero no tenía a nadie con la que podía confiar plenamente y contarle cualquier cosa que ella quisiese. Era una de los aspectos que más le costaba: socializar y coger confianza.
Ya en la parada correspondiente empezó a echar un vistazo a las verduras para detectar cuales valía la pena comprar, para comprobar que no compraba comida demasiado pasada o demasiado dura todavía.
Cuando se disponía a coger una verdura con sus manos para comprobar que estaba todo correcto la interrumpió en vendedor de un manotazo.
Kailor
Los viernes el mercado central estaba abarrotado de gente que hacía sus compras semanales para repostar todo aquello que necesitaban para poder comer durante los próximos días. Era por ese motivo por el cual en palacio se hacía una llamada a la Guardia Real para que patrullaran la zona para prevenir cualquier pequeño altercado que pudiese suceder.
Kailor odiaba esos días en los que su única función se basaba en dar vueltas por la plaza en la que se situaban todas las tiendas, pues solo hacía que mirar a todos aquellos que pasaban por allí.
Entre más caminaba, su cabeza divagaba más y más. Pensaba que ese era su trabajo, es más, lo era, pero en días como aquellos pensaba que estaba desperdiciando todo su potencial y que podría estar haciendo algo más grande, haciendo algo de valor por Everwatch. Pero por ahora no le necesitaban, no estaba entre los cargos más altos, y su función no era lo misma que la de la Alta Tropa.
La Guardia Real, también llamada La Tropa, consistía en un grupo de soldados divididos en tres niveles, y solían ascender dependiendo de la edad, por lo que si eras todavía un niño o un adolescente, lo más común sería que te colocasen en la Tropa Baja, pero si tras pasar unas pruebas comprobaban que podáis dar más, podían ascenderte a la Tropa Media. Pero Kailor sabía lo duras que eran esas pruebas, incluso llegó a pensar que estaban hechas para no poder superarlas, porque la cantidad de pruebas imposibles, que no se darían casi nunca en un combate, eran excesivas.
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Sangre y destino
FantasyFuturo ya trazado e irreversible. Esa es la definición de destino, aunque más bien es una corta y significativa definición de lo que dicha palabra es. A parte de lo que quiere decir, están las personas que creen, o que no creen en él, o bueno, tamb...