- Eres un pringado, lo sabes, ¿no?- Le dijo Wyatt a Kailor. Wyatt andaba escapando de los movimientos veloces que Kailor daba con la espada. Ambos estaban practicando sus técnicas y mejorando su destreza en batalla, pero Wyatt sabía que debía bajar su nivel para no dejar por los suelos a su querido amigo.
- Venga, no te lo tengas tan creído. Solo porque seas el príncipe de Everwatch y que te hayan enseñado desde que eras un mocoso a defenderte no te convierte en un caballero preparado al cien por cien para una batalla - Dijo Kailor siendo consciente de que en verdad él no tenía razón y que Wyatt le estaba dando una buena paliza.- Bueno, tal vez sí, pero que conste que yo ya te estoy alcanzando, y en menos de lo que crees te voy a machacar. Pero primero déjame que entrene, que en un mes te veo corriendo porque me tienes miedo- Se rió y dejó la espada sobre la mesa que había a su lado, lo mismo hizo Wyatt.
Ambos estaban en el salón de palacio. No en el salón principal, sino el que usaban diariamente para comidas más familiares e íntimas, que era más pequeño y más convencional que el gran salón que se usaba en fiestas y bailes. Aunque muchos creyesen que el salón principal de palacio tenía las mejores vistas de todo el reino es que no habían visto las increíbles vistas que poseía el pequeño, ya que este último contemplaba las mejores vistas de Everwatch, y se podía observar el Mar Martium desde la gran terraza hecha de mármol de forma semicircular.
El sol se despedía por el horizonte y se fundía en las aguas cristalinas del mar, dejando unos rayos anaranjados que cubrían toda la superficie. El cielo se teñía de estos tonos intensos, y por la terraza del salón entraba una luz dorada preciosa que inundaba la estancia con una calma que hace unos minutos no había. Ahora la piel de ambos jóvenes relucía como el oro y sacaba a resplandecer su belleza.
El pelo de Wyatt era de un rubio intenso. Caían unos pequeños mechones rizados por su frente, por lo que parecía que tuviese el pelo lleno de un hilo dorado suave y perfecto. Para muchos era un pelo para envidiar, pues no había mucha gente en Everwatch con esa tonalidad en su cabello. Y luego estaba Kailor, que tenía el pelo negro lóbrego, tan oscuro que a veces parecía que hubiese metido la cabeza en una mina y se hubiese ensuciado del mohíno que el carbón sacaba. Pero sabía llevarlo con elegancia y, al igual que Kailor, también dejaba que algunos pequeños tirabuzones se le escaparan por la frente.
Wyatt se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa del salón e invitó a Kailor a hacer lo mismo. Exhaustos por el entrenamiento que acababan de tener hace apenas unos minutos, dejan las armas a un lado para ponerse al día con sus asuntos personales y sentirse más cerca a un amigo que a un caballero de pelea. Kailor puso su silla un poco más distante a la mesa de lo que lo hizo Wyatt, un acto desafiante que provocó una media sonrisa en su compañero. Todo entre ellos dos eran bromas y jugarretas para probar quién era el más valiente, fuerte y , en general, un hombre más poderoso. Menos mal que todo terminaba en bromas, porque si no fuese así cualquiera diría que se odiaban.
- ¿De qué te ríes capullo? - Dijo entre risas Kailor tras ver que a su amigo se le escapaba una risa tímida cuando este se sentó de manera desafiante. Este no respondió. - Me sorprende la forma en la que no hemos terminado nunca con la espada clavada en el pecho, si siempre estamos con este tipo de rifirrafes.- Y era verdad, porque cuando ellos peleaban de verdad había furia entre los dos, con ganas de demostrar lo que valían, además de ponerse en forma y practicar para cualquier posible caso de revuelta popular (o algo mucho peor). No solo lo hacían por eso en verdad, sino por demostrarles a todos los demás soldados de la Guardia Real que ellos estaban a un nivel superior, físicamente hablando, y que si ocurría cualquier cosa debían acatar sus órdenes.
- Venga va, dejémonos de cachondeos y vamos a comportarnos, que cualquiera diría que estamos ya en nuestra mayoría de edad. - Y es que Wyatt cumplía justo esa misma semana los 18 años, por lo que ya era un hombre hecho y derecho dentro de la jerarquía real, porque siendo sinceros, ni él mismo se sentía un adulto, solo en ocasiones, y cuando su padre intervenía en su nombre se sentía inútil. No le gustaba que hablaran en su nombre, él era muy capaz de hacer, y decir, las cosas con la misma convicción que su padre. Pero al parecer su padre no confiaba de la misma forma que él lo hacía consigo mismo.
- Oye frena, todavía tienes 17, y de momento yo soy más hombre que tú- Dijo otra vez entre risas mientras bebía un sorbo de vino que tenían servido sobre la mesa. Él sabía que todo lo que salía por su boca nunca iba en tono serio, solo se ponía así cuando la situación lo requería, pero cuando no él prefería tomarse la vida de una forma un poco más llevadera y menos llena de problemas. Por suerte, él si tenía la oportunidad de tomárselo todo de esa manera, porque no todos en Everwatch gozaban de esa felicidad.
- Bueno, pero es este sábado, y estamos a jueves, así que se podría decir que ya soy todo un adulto, un hombre hecho y derecho. Ahora solo hace falta que mi padre me vea de esa forma, porque mi madre todavía me ve un poco más adulto, pero es que a él parece que le duela verme tomar el mando. – Mientras dejaba la copa encima de la mesa apoyó los codos sobre la madera robusta y colocó las manos sobre sus sienes mientras soltaba un suspiro de agotamiento y impotencia. – Pero bueno, mejor dejemos el tema de la fiesta del sábado, de momento no es que tenga muchas ganas, porque será una fiesta más donde vengan miles de personas que no conozco y que me desean un feliz cumpleaños... Una fiesta llena de falsedades, como todas las demás, ya sabes.
Cuando Wyatt terminó de hablar no dejó ni siquiera responder a Kailor, porque mientras este hablaba sentía que se estaba enfureciendo demasiado, y sabía que cuando eso pasaba los nervios le atacaban y se ponía ansioso.
En verdad no tenía motivos para ponerse así, pues todos aquellos que lo conocían terminaban encantados por su manera de ser y su presencia. Sabía cambiar su comportamiento dependiendo de con quién se relacionase. Podía estar entre broma y bromas con Kailor y otros compañeros de la Guardia Real, pero si en esos momentos le tocaba ponerse serio no lo dudaba ni un segundo. Pero su problema lo tenía con sigo mismo.
Él se sentía como un chico normal, no como un príncipe. No es que tuviese que comportarse de una forma distinta al ocupar el cargo que ocupaba, podía simplemente ser él mismo, como hacía su madre siempre. Ella salía a comprar y se rodeaba de campesinos y otros aldeanos y no había problema en ello, ella seguía siendo la Reina de Everwatch y no cambiaba su actitud. En cambio Wyatt sentía en ocasiones que todas las situaciones le sobrecogieran y no podía gestionarlas de la forma en la que le gustaría. Pensaba que actuaba falsamente en la mayoría de situaciones que implicaban presentarse ante otros altos cargos.
Más que un problema con su cargo lo que él tenía era un problema de autoestima, aunque no lo quisiera admitir, era así. Se preocupaba excesivamente por lo que los habitantes pudiesen pensar de él. De que no pudiese gobernar de la misma forma en la que lo había hecho su madre, que no pudiese encontrar a alguien con la que casarse y compartir el trono, etc.
Se levantó, y quitándole importancia al asunto que comentaban hace solo unos segundos le reitera que pasa de la fiesta y que ahora mismo simplemente iba a darse un baño y a descansar.
Mañana sería un nuevo día. Ni peor ni mejor. O tal vez sí. Pero lo que sabía es que no quería pensar más en ese asunto.
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Sangre y destino
FantasiaFuturo ya trazado e irreversible. Esa es la definición de destino, aunque más bien es una corta y significativa definición de lo que dicha palabra es. A parte de lo que quiere decir, están las personas que creen, o que no creen en él, o bueno, tamb...