4. Cambios

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Antes de que el sol empezase a iluminar el horizonte de Coruscant Obi Wan se deslizó fuera de la cama de Anakin, lamentando no poder quedarse más tiempo allí. Con el riesgo de que el maestro Windu volviera a buscarle por la mañana, prefería estar preparado en sus aposentos. Se vistió silenciosamente y salió del cuarto con tanto sigilo como había entrado. El silencio era absoluto en los corredores del templo y pudo volver a su estancia sin llamar atenciones indeseadas.

Poco después del amanecer, como había esperado, alguien llamó a su puerta. Despejado tras un rato de meditación y habiéndose cambiado la túnica y adecentado correctamente, Obi Wan abrió la puerta esperando encontrar al maestro Windu, pero le recibió el rostro sonriente de Samantha. La guardia hizo una reverencia algo torpe.

—Maestro Kenobi, el Consejo requiere su presencia junto a su padawan.

Obi Wan frunció el ceño, sorprendido. Tuvo que controlar una oleada de pensamientos catastrofistas relacionados con el secreto que compartían. Manteniendo la calma y esos pensamientos alejados de su mente, preguntó:

—¿Te han hablado del asunto a tratar?

—No, maestro. Solo me han mandado a llamaros a los dos.

—¿Has avisado a Anakin?

—Sí, está de camino —dijo asintiendo con firmeza. Obi Wan se dio cuenta de que le miraba el pelo y casi pudo adivinar sus pensamientos.

—Gracias, Samantha. Voy enseguida.

—Puedo escoltarle si lo desea —dijo con ojos brillantes.

—No será necesario. No hay peligros de aquí a la Cámara del Consejo.

—Nunca se sabe —dijo encogiéndose de hombros—. Bueno, si necesita algo solo tiene que llamarme.

Obi Wan asintió y la observó marcharse. Cerró la puerta de su habitación y se dirigió con decisión a la cámara. Con la guerra en marcha había muchos asuntos urgentes que tratar, y los días de recuperación para él y para Anakin habían terminado. Con ellos también iba a terminar la tranquilidad.

Anakin apareció segundos después, comiendo un trozo de naranja y un poco despeinado por las prisas.

—¿Qué pasa? —preguntó con la boca llena.

Su maestro se acercó a él y le peinó con los dedos, negando con la cabeza.

—¿No te has peinado? Termínate eso antes de entrar —le pidió—. No sé qué pasa. Supongo que van a destinarnos a una nueva misión.

—Sí, me he peinado. ¿Y tú? —replicó el padawan antes de meterse el resto de la fruta en la boca y señalar la puerta para que él pasara primero.

—Claro que sí —replicó, pero se pasó la mano por el pelo como si necesitara asegurarse de que estaba en su sitio—. Bien, vamos.

Obi Wan abrió las puertas de la cámara y entró seguido por Anakin, echando las manos a la espalda, se detuvo en el centro con la misma calma con que solía hacerlo. Saludó al Consejo con una reverencia y esperó junto a su padawan a que los maestros hablaran.

Fue Mace Windu el primero en intervenir.

—Maestro Kenobi, padawan Skywalker, esperamos que os hayáis recuperado satisfactoriamente.

—Así es, maestro Windu —respondió Obi Wan—. Anakin se ha adaptado excelentemente a su nueva prótesis y demuestra el mismo nivel en los entrenamientos. En cuanto a mí, mis heridas están del todo sanadas.

—Nos alegra escucharlo —dijo el maestro Windu con un asentimiento que fue coreado por el resto del Consejo—. Es importante que el padawan Skywalker se encuentre del todo recuperado.

El miedo más profundo (Obikin 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora