Capitulo I

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...El mismo día a la misma hora
Estaré ahí...

Tokio de Cristal - Siglo XXXI

Habían pasado 1000 años desde la ultima vez que lo vio en la azotea de la preparatoria, ese día que su corazón se rompió en dos, pero tuvo que ocultarlo por el bien de las personas que amaba y la paz del universo, nadie conocía el dolor de su corazón. Sus sueños frustrados a su lado, ese deseo de correr a sus brazos y no pensar en nada más, mandar al demonio su destino y el futuro que una vez vio, pero eso ultimo ya era imposible, Tokio de Cristal había nacido unos años después del nacimiento de su pequeña hija, una niña que se detuvo en el tiempo con una edad de 12 años, era ella su motivo de alegrías, la razón por la que cada día se levantaba y daba una sonrisa para todos, hace mas de cincuenta años sus amigas Mina y Amy fueron enviadas a Kinmoku siguiendo sus sueños, actualmente eran guardianas de ese planeta y las felices esposas de Yaten y Taiki, el día de sus respectivas bodas se negó asistir fingiendo estar enferma. Esa mañana lloro como una tonta en los brazos de Rei, su única confidente. Ella le había dicho que sus amigas entenderían el porque no asistiría, ellas sabrían ver detrás de su mentira, algo que nadie mas vio o al menos eso creía.

La luz del sol entraba por la ventana, despertaba sintiendo un verdadero vacío en su corazón, busco a su esposo pero Endimión ya no estaba, fue entonces que recordó iría temprano a la ciudad para resolver los problemas en el hospital infantil. Como cada día seguía su rutina, un baño donde recordaba su época de estudiante, pero sobre todo ese año con sus amigos de Kinmoku. El sonido de dos golpes en la puerta le obligó a dejar los recuerdos a un lado. No tuvo que dar la autorización para entrar, su hija era como un torbellino y así mismo entro a su habitación cargando una pequeña caja de metal entre sus brazos. No evito reírse al ver su cabello lleno de telarañas y sus mejillas cubiertas por el polvo.

- Mami, estuve limpiando tu vieja habitación y encontré tus recuerdos. – Serenity se sorprendió al ver como abría la caja y encima de todo había una foto suya después del partido contra el club de fans de su amigo. Seiya la abrazaba por la cintura, mientras ella no podía disimular ese pequeño sonrojo que siempre le causaba. Al pie de la foto se encontraba una firma seguida de una frase: "Nos veremos siempre por más lejos que estemos".

Sonrió levemente al leer la frase, recordaba perfectamente cuando se la dio, fue antes de irse que le entrego esa foto sin que nadie lo supiera y ella la oculto de todos, incluso de Luna.

- ¿Quién era Seiya? – La pregunta de Rini le tomo desprevenida, acaricio la foto detallando el rostro de su amigo.

- Su nombre era Seiya Kou, era un idol. – Busco entre sus cosas un viejo reproductor de música, el CD aun estaba dentro por lo que busco su reloj despertador junto a su cama retirando las baterías. Rini las tomo para usarlas en el reproductor y escuchar aquellas canciones que a su madre le hacían volver al pasado. – También era una guerra de Kinmoku, el hermano de los esposos de Mina y Amy.

- ¿Por qué nunca me habías dicho? Siempre hablas de Taiki o Yaten, pero no de él. – La música comenzó a sonar interrumpiendo el momento para hablar, la suave melodía acompañada de su voz causo en ella una sensación de soledad que había dejado atrás, sus ojos comenzaban a humedecerse debido a las lagrimas causadas por la tristeza de escuchar su voz. - ¿Madre?

- Estoy bien, es solo que... - Negó, apago el reproductor regresándolo a la caja, Rini sintió en ese momento que algo no estaba del todo bien con ella. Recordaba que desde el momento que nació su madre siempre estuvo para ella, en los días felices o tristes, animándola pero en esos días veía en sus ojos un aura triste, sus sonrisas no eran del todo sinceras. Había épocas donde la oía llorar en su habitación, cuando preguntaba respondía con otra pregunta y el tema quedaba olvidado. Una vez pregunto a su tía Rei, pero no dijo nada al respecto y de su tía Haruka solo recibió una advertencia de no molestar en esos momentos a la reina, su padre era diferente en ese aspecto, mas compresivo y aunque podía distinguir que el también sufría al verla así no era capaz de hacer nada.

Luna de FresaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora