El Primer Contacto

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Vivo en una ciudad edificada por todos lados. Sus luces, sus ruidos, son molestos.

Me llamo Will Norway. Si, Norway, es un apellido realmente raro. Tengo simplemente 18 años y no he tenido una vida fácil. Vivo en la ciudad principal de Oslo, Noruega.
Recuerdo parte de mi infancia como algo...malo.

Solía vivir a las afueras de la ciudad donde actualmente vivo. No he tenido una familia muy estructurada que digamos. Mi padre, ocupado y explotado por el trabajo en la ciudad, y mi madre, aficionada al juego nocturno como el poker.

Cuando ambos no estaban en casa, me dejaban con mis abuelos. Eran honestos trabajadores de campo, para ese entonces, sería a principios del 2000.

Mi colegio fue como el papel que rasga un dedo. Cada vez que lo pisaba y frecuentaba, algún problema pasaba. Tengo que admitir que era un chico duro, en el sentido de que nadie me hablaba, por eso era duro, duro de socializar.

Fue por eso que salí del colegio. Me sentía... agobiado.

Ahora, mientras todos estudian, yo trabajo para ayudar en la casa. Alquile con ayuda de mi padre un piso pequeño para estar cerca del trabajo, mientras que mis padres siguen en la casa de siempre.

Me siento algo explotado pero...es normal, no tengo muchos estudios y el trabajo es de camarero en un pequeño bar. Aunque, por algo se empieza, supongo.

-Hey, perdone...perdone...- Decía un cliente.

Abrí mis ojos más de lo que debía. Me había quedado pensando acerca de toda mi vida frente a unos clientes, ¿Que tan idiota podía ser?

-Lo siento mucho, en serio...perdóneme...¿Que van a querer pedir?- Saque una pequeña nota de mi bolsillo y un bolígrafo.

-Un te y una Cola, por favor...- Dijo el segundo cliente.

-Marcha ahora...- Le dije tratando de sonar bien.

Tome la nota y corrí con algo de nervios hacia la barra donde mi compañero estaba.

La dejé ahí y luego, espere a que el me diera las bebidas.

Seguí pensando en todo. Teniendo 18 años, con un mundo por delante y miles de oportunidades, ¿Terminé trabajando en un bar con un sueldo bastante bajo?
Realmente me tenía triste como se torno mi vida para ese entonces.

Y ni hablemos de parejas, ja. Creo que nunca he sentido el afecto de una mujer que no fuera mi madre o mi abuela.
No pude tener más de dos amigos y, ¿Esperaba tener novia? No creo que hubiera sido posible.

-Listo, ahí tienes las bebidas...- Dijo mi compañero.

Mire con rapidez y ahí estaban, en el mostrador. Las tomé con rapidez y las coloque en un plato enorme de color negro, servía para llevar botellas y platillos.

Caminé con cuidado hasta llegar a la mesa de los señores, que por cierto, tenían rasgos japoneses. Era primera vez que los veía aquí.

-Aqui tienen...sus bebidas, que aproveche...- Dije, dejando las bebidas en la mesa.

-Muchas gracias, joven...- Me dijo el señor mayor.

Era un señor mayor y una señora mayor, como dije antes, de origen japonés. Se diferenciar a los chinos de los japoneses, es fácil, simplemente hay que fijarse en la forma de la cara. Usualmente los chinos son de facciones más anchas en cuestión a sus caras, y los japoneses son más lisos, por así decirlo. Es algo muy complicado...

Antes de irme, pude escuchar hablar a los dos.

-Como te decía, es imposible que ella esté liberada... Hachishakusama lleva sin atacar muchos años, así que el caso del niño de esta ciudad es improbable que se trate de ella...- Dijo el señor mayor.

~La Dama de Ocho Pies de Altura~ | HachishakusamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora