Atsushi es un niño de ocho años de edad que siempre ha vivido en un Orfanato.
Pero por circunstancias que desconoce, el director del Orfanato y algunos otros encargados, lo mantenían encadenado y encerrado con rejas en una solitaria habitación, en la que pocas veces le llevaban agua y comida.— ¡Mocoso, aquí está tu cena! Para que dejes de estar tan hambriento y flacucho.
El director, ese hombre al que tanto odiaba, abrió rápidamente las rejas para dejarle sobre el suelo el plato con la comida de Atsushi. Era arroz blanco con algunas verduras, sin nada de carne. Atsushi amaba la carne.
— No quiero.
Dijo el niño con coraje y rencor, abrazando sus piernas y rodillas, derramando lágrimas de enojo.
El director dió una patada al plato hasta dejar la comida sobre el suelo.— ¡Terminarás tu cena y comerás como un animal, como el animal que eres, mocoso!
La radiante luz de la Luna entraba por un pequeño agujero de la pared, iluminando ligeramente los orbes bicolor del niño, los cuales cambiaron de color al instante.
Patas, garras, orejas, cola, Atsushi se estaba convirtiendo en el cachorro de tigre que era. Feroz, iba a atacar a su enemigo, cuando el director alcanzó a salir y a cerrar la rejas con candado, dejando al tigre atado también con la misma cadena.
Podían oírse los rugidos de un cachorro felino hambriento, pero los ignoraban completamente, ya que con las horas, y cuando la luz de Luna no le llegue, Atsushi volvería a ser el mismo indefenso niño de ocho años.
♪♪♪♪♪♪
Por otro lado, Dazai había sido citado por Minami Nakajima, una mujer mayor de cabellos blancos.
Se encontraban en una cafetería cercana al Orfanato, como plan de la señora Minami.— ¿Te acuerdas de mí, Dazai-kun?
Preguntó con seriedad. Dazai dió un sorbo de su café, y miraba fijamente a la mujer mayor, recordando y familiarizándola con alguien.
— ¿Usted es la madre de Nanami?
Cuestionó en repuesta.
— Así es. Mi hija... Falleció al dar a luz a tu hijo, y yo... No tuve el valor de hacerme cargo del niño cuando me iba a recordar a Nanami toda la vida.
Reveló. Los ojos de Dazai se llenaron de lágrimas y se levantó repentinamente de la silla, golpeando la mesa con ambas manos.
— ¿Mi hijo? ¿Tengo un hijo? ¿Tuve un niño con Nanami? ¡¿Dónde está?! ¡¿Dónde dejó a mi hijo?!
Interrogaba desesperado, deseando conocer toda la información.
— Tranquilízate, Dazai-kun. Tú tenías catorce cuando ese niño nació. Tampoco podía dejarle esa gran carga a otro niño. Lo nombré Atsushi, y le dí mi apellido.
— ¿Dónde se encuentra él, Nakajima-san?
Cuestionó nuevamente.
— ¡Ya tengo veintidós años y puedo hacerme cargo de él! Con mi sueldo, creo que puedo mantenerlo y hacerlo feliz.
La señora Minami llevó a Dazai al Orfanato. Sabía de que su nieto tenía una poderosa habilidad, y que por eso lo mantenían encerrado y condiciones muy diferentes a las de otros niños.
Pero el castaño, al ver al hermoso niño parecido a Nanami encerrado tras las rejas, comiendo con sus manos, y con una pierna encadenada, sintió cómo su corazón se rompió en mil pedazos.
— ¿Él es... Atsushi-kun? ¿Él es mi hijo?
Minami sonrió y apoyó una de sus manos en un hombro del joven ex mafioso.
— Sí. ¡Atsushi-kun, ven aquí!
Lo llamó con vos tierna.
Atsushi limpió sus ojos con las mangas de su camiseta, y se acercó tanto como pudo a las rejas, ya que una de sus piernas no podía alejarse mucho de la cadena.
— ¡Hola, abuelita! Que bueno que viniste.
Dijo sin demostrar felicidad. Sonrió con esfuerzo y agachó la cabeza una vez más, ignorando la presencia del joven desconocido. Se sujetaba de las rejas, esperando las mismas palabras de siempre de su abuela: "sé buen niño", "compórtate bien", "algún día te sacaré del Orfanato", "Te quiero mucho". No creía en ninguna de ellas.
— Dulzura, te presento a Osamu Dazai-kun.
Dijo, yendo directo a sus intenciones. Atsushi levantó la cabeza y miró hacia el castaño, notando esas lágrimas lastimeras y lo triste que parecía.
— Hola, Osamu Dazai-san. Yo soy Atsushi Nakajima. ¿Eres amigo de mi abuela?
Respondió curioso. Dazai sonrió y limpió sus lágrimas también y se puso a la altura del niño, sujetando sus manitas junto con las rejas. Atsushi sintió un poco de incomodidad.
— Soy un viejo conocido de tu abuela, Atsushi-kun. Tu mamá y yo le hicimos un pedido a la cigüeña. Un pedido de un hermoso bebito y tan maravilloso niño. ¿Y sabes dónde está ese niño?
Contestó siendo amigable.
— ¿En tu casa?
Respondió confundido por la pregunta.
— No. Ese niño hermoso eres tú. Lo que quiero decir es, soy tu papá, Atsushi. Y vengo a sacarte de aquí para vivir juntos los dos. ¿Qué te parece?
Decía entusiasmado. Atsushi comenzó a llorar lágrimas de un sentimiento que desconocía, ¿Será felicidad, decepción, tristeza? Era muy joven para comprenderlo.
— ¿Por qué no viniste antes por mí? Siempre estuve muy solito y tuve mucho miedo.
Sollozaba, llevándose sus puños a sus ojos.
— Recién me enteré que tengo un hermoso niño al que ahora deseo cuidar y proteger de todos y de todo.
Contestó sincero.
Finalmente abrieron más rejas y los obligaron a abandonar el Orfanato rápido, por la habilidad peligrosa de Atsushi.
♪♪♪♪♪
Se encontraban en el pequeño lugar donde vivía Dazai. Un lugar que apenas podía pagar con su sueldo semanal trabajando para la Agencia de Detectives Armados.
— Mi hogar no es muy grande, pero es adecuado para los dos. Siéntete cómodo.
Acomodaba un futón más pequeño al lado del suyo, donde Atsushi dormiría a partir de esa noche.
El niño se sentía extraño de estar con un completo desconocido en un lugar que no sea el Orfanato.
Terminaba de ponerse su pijama, e iba a recostarse, cuando Dazai tuvo una "grandiosa idea".
— Atsushi-kun. Recordé que hay una cena en la Agencia por el cumpleaños número veintiséis de Ranpo-san. Irás conmigo, y te presentaré ante todos allí.
Atsushi no tuvo otra opción más que quedarse en pijama e irse así a la fiesta.
Al llegar, estaba nervioso de escuchar a tantas ahí adentro. Se detuvo antes de que Dazai abriera la puerta y entrara.
— ¿Sucede algo, Atsushi-kun?
Se puso a su altura.
El niño lo abrazó con fuerza y derramando lágrimas. Correspondió.
— Nadie en el Orfanato me quería, papá. Yo creo que aquí tampoco van a quererme... Mejor te espero aquí afuera... Mejor...
Dazai sonrió y lo levantó en brazos. Primera vez que Atsushi se sentía tan alto.
— Irás conmigo, cariño. Haré que te quieran.