De nuevo, habían regresado a casa. Dazai traía a un dormido Atsushi y lo acomodó en su pequeño futón, arropándolo muy bien del frío, y dejándole a su lado un osito de peluche que él tenía desde que era un niño. Planeaba ir a comprarle al menos un juguete o peluche a su hijo al día siguiente, con el esfuerzo de su sueldo.
— Mi pequeño Atsushi-kun. Te has convertido en mi única razón para seguir existiendo. Eres mi nuevo motor de vida.
Besó la frente del albino con ternura, y se alejó cuidadosamente para ir a su futón.
— Duerme bien. Te demostraré a tí, y a todos los detectives, que puedo ser un buen padre.
•♥•
Al día siguiente, tuvieron salida para ir de compras. Dazai sujetaba una de las manos del niño, por si tropezaba y evitarle una caída, pues Atsushi había sido mal alimentado en el Orfanato y aún estaba débil.
Se mantenía callado, sin decir nada. No le tenía mucha confianza a Dazai como para tener una conversación larga con él. Apenas lo conocía. Observaba a su alrededor, curioso de todo aquello que antes no tenía la dicha de ver.
— Atsushi-kun, ¿sabes a dónde vamos?
Preguntó para romper el hielo. Atsushi miró hacia arriba, hacia su padre, sin saber la respuesta.
— N-No...
— A comprarte ropa, zapatos y un juguete para tí. ¿No es genial?
El niño sonrió emocionado. Le hacía ilusión el hecho de que iba a tener sus propias cosas, en especial su propio juguete.
— Papá.
— Te escucho, hijo.
— Mi abuelita me dijo que tú no tenías mucho dinero. No deberías comprar cosas para mí.
Agachó la cabeza, dejando salir un par de lágrimas que pronto limpió con su mano libre. Dazai rió.
— No deberías preocuparte por eso, Atsushi-kun. Papá tiene un trabajo, papi está trabajando para comprar cosas para tí. Si no compro cosas para tí, ¿a quién se supone que le compraré entonces?
En ese momento, Atsushi lo abrazó, sin poder controlar su llanto. Se sentía especial, querido, por primera vez. Si bien, su abuela lo visitaba cada determinado tiempo, él no sentía tanto afecto de parte de su abuela. Pero tampoco la odiaba.
Dazai correspondía a ese cariñoso abrazo de una manera en que podía consolar al menor. Se puso a su altura, y permitió que el niño se recargara a llorar en uno de sus hombros, mientras él le daba tiernas palmadas en su espalda.
— Papi.
— ¿Si?
— ¿Tú no vas a dejarme solo? ¿No me vas a regresar al Orfanato?
— Claro que no. Viviré por tí. Vamos a estar juntos muchos años más. Te inscribiré a una escuela, algún día tendremos una casa más grande y mejor, y seremos muy afortunados. ¿Está bien?
— Sí, papá.
Alguien bastante conocido para Dazai, se acercó a ellos. Se trataba de Chūya Nakahara, ejecutivo de la Port Mafia, organización en la que Dazai fue jefe en su adolescencia.
Chūya traía un par de vinos en una canasta para tomar en otra ocasión. Soltó una risa al ver a Dazai con un niño pequeño. Le causó gracia, hasta que el pequeño Ryūnosuke, de diez años, y su hermana Gin, de ocho, ambos a cargo de Chūya, se aproximaron a él.
— N-Niños... ¿Ya terminaron de ver lo que van a comprar?
— Chūya-niisan. Gin y yo te estábamos buscando. ¿Por qué te escon...? ¿D-Dazai-san?
Sus ojos se iluminaron al ver al hombre de vendaje. Dazai y Chūya siempre fueron como los hermanos mayores de los hermanos Akutagawa. Una familia. Aunque los dos mayores (Chūya y Dazai) siempre buscaban la manera de molestar al otro.
Dazai se puso de pie luego de que Atsushi dejara de llorar. El albino se quedó oculto detrás de las piernas de su padre, observando con timidez a esas tres personas que parecían ser conocidos de Dazai.
— Chūya, Ryū-kun y Gin-chan. Es bueno verlos por aquí.
Ryūnosuke no apartaba su vista de ese niño que estaba muy junto a Dazai. Estaba celoso.
— Dazai. ¿Quién es el niño? ¿Te volviste como Oda-san?
Cuestionó Chūya. También sentía curiosidad de saberlo. El castaño rió un poco, acercando a Atsushi frente a él para poder presentarlo correctamente.
— Él es Atsushi, mi hijo. Atsushi-kun, saluda a tus tíos, Ryūnosuke-kun, Gin-chan, y el del sombrero feo es Chūya.
— ¡¡OYE!! ¡¡¿CUÁL SOMBRERO FEO, ESTÚPIDO?!! ¡¿Q-Qué dijiste...?! ¡¿T-Tu...hijo?! ¿Desde cuándo tienes un hijo, Dazai?
— Hmm, Atsushi-kun, ¿qué edad dices que tienes?
