Ron

98 11 3
                                    

Amalia

Si hay algo que amo en este mundo, definitivamente es dormir, el simple hecho de pensar en una cama me hace sonreír, mucho más con este clima de septiembre, deseo taparme hasta la cabeza y salir solo en el momento en que me quede sin nada de oxígeno. Cuando me desperté esa mañana, deseaba tener algún tipo de poder que me permita detener el tiempo y seguir soñando cuanto sea posible, sin responsabilidades ni tareas por realizar. Odiaba el hecho de que las vacaciones lleguen a su fin.

Me tomé unos minutos para abrir mis ojos y comenzar a prepararme. Vagamente me dirigí hacia la ventana con intención de abrirla; el cansancio me ganaba, y me percaté de esto cuando mi cabeza chocó en el vidrio, bastante fuerte. Viéndole el lado bueno, ya estaba despierta por completo. Y lo malo... Pues tendría una notable marca en la frente el primer día de clases, de todos modos no me preocupaba, algo de maquillaje lo solucionaría. Parecía el típico cliché de películas adolescentes, pero en la vida real.

El clima era bueno y el outfit que había escogido el día anterior iba perfecto con el frío. No tardé en prepararme para ir a desayunar con los demás, en la cocina estaban mamá, Liam y Matteo.

-Maa, necesito que me lleves, creo que el horario cambió y ahora entramos veinte minutos antes -tomé una cucharada de cereales y la comí mientras buscaba algo de beber.

-¡Ay, Amelia!, ¿Cómo qué "creo"? deberías saberlo y también haberme avisado eso ayer por lo menos -se notó algo de molestia en su manera de decirlo-. Tengo cosas que hacer antes de salir hacia el trabajo.

Fue interrumpida por el timbre.

-Hey Hey, ¿cómo se encuentra mi gente?.

Mis hermanos, saludaron con sus manos y mamá solo sonrió

-Hey, no sé para qué sigues tocando el timbre si entras antes de que alguien abra -. Sonreí por lo bajo.

-No sé para qué sigues reclamando cosas sobre mí cuando los dos sabemos que te encanta como soy -. Me sonrío imitando la forma en la que lo había hecho yo.

Corrí a abrazarlo, estaba muy feliz de verlo después de tanto tiempo.

-Te extrañé demasiado Fran -solté alegre casi en un susurro.

-Yo también nena -. Me abrazó más fuerte.

Mi mamá nos miró negando con su cabeza mientras sonreía, creo que ella ama lo que nosotros dos tenemos. Fran es mi mejor amigo desde 4to grado, era el niño nuevo al que todos tenían vergüenza de hablar, excepto yo, fuí la primera en acercarse a él cuando llegó a la escuela, desde ese día somos muy unidos, con el tiempo nuestra relación fue cada vez mejor.

-¿Estás lista? -se detuvo mirando directo a mi frente-. Mm tengo una crema que seguro te viene bien para ese amigo de ahí -dijo refiriéndose a mí golpe-. Dale, vamos al Cole, vine en el auto.

-Me voy, cualquier cosa te llamo ma.

-Chau hija, ojo con ir rápido Francisco -advirtió mamá.

Obviamente fuimos rápido, el auto del padre de Fran es un convertible y el viento chocando con fuerza, a pesar de lo frío que estaba, se sentía genial. No tardamos en llegar al colegio ya que estaba relativamente cerca. «Otra vez lo mismo... Volver a este lugar con colores feos y decoraciones desgastadas»; con un par de miradas sobre nosotros, bajé con actitud segura y me incorpore para caminar hacia la entrada.

-Tengo que acostumbrarme a que las personas me vean cuando estoy cerca de tí -comentó Fran acomodando su cabello hacia atrás algo incómodo-. Desde que sales con Tanner tienes a más gente observandote, más de la que normalmente ya tenías.

Aquello Que Nunca ImaginamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora