Haraleah caminaba por los bajos fondos del este del Infierno cubierta con pesada ropa negra y un velo que le tapaba el rostro. Detrás tenía dos fornidos guardaespaldas que Jazelen le había ordenado que llevase consigo. Él no quería que ella realizara esta labor por su cuenta, pero Haraleah había sido adamante en que tenía que seleccionar a la criatura que sería su nueva sierva por sí misma.
Apenas Azariel había sido dado en sus brazos Leah supo que debía encontrar rápido una nodriza para su niño y dado que una humana era demasiado débil para soportar el peso del poder atronador que su criatura tenía, tendría que ser una Demonio.
Trazando a Vivi hasta su nueva residencia segura, le ordenó cuidar del infante mientras ella se iba a hacer negocios en el Infierno.
Sin darle ninguna explicación a Jazelen, le dijo que necesitaba una nodriza pero no cualquiera, ella quería a una Demonio que fuera totalmente leal a ella y supiera como mantener la boca cerrada. Con una mirada que le decía que tendría mucho que explicar en un futuro cercano, Jazelen se puso a trabajar y en sólo una hora había conseguido una pequeña lista de candidatas... entre las cuales una en particular llamó su atención. En las tierras de uno de los lores más corruptos de los que aún el rey Bael no había podido deshacerse hacía poco había sido lanzada a la calle una muy embarazada esclava de carne. La Demonio, que ahora vivía en los barrios marginados de un pueblucho de mala muerte, probablemente acabaría de dar a luz hacía poco.
Unas monedas a un Demonio borrachuzo en la única taberna del lugar le confirmó el sitio al que tenía que ir.
El llanto débil de una criatura resonó dentro de una tienda de tela sucia mientras una Demonio bajita, con un vestido raído, salía a toda prisa arrodillándose en la tierra.
Los guardaespaldas hicieron ademán de adelantársele, pero Leah los frenó con un gesto imperioso.
—Dime tu nombre. —Ordenó Leah a la Demonio y ésta tembló.
—¿Se... señora?
—Nombre. ¿Tienes uno?
Ésta negó con la cabeza.
—Necesito una sirvienta discreta y leal. —Dijo usando la llave mágica para retirar el collar de esclava que usaba alrededor del cuello. —No tolero la esclavitud así que te ofrezco un contrato. A cambio de tu servicio como nodriza y cuidadora de mi hijo, te daré vivienda, comida y una paga justa para ti. Puedes llevar a tu criatura contigo. La condición es que si divulgas información sobre mí o mi criatura te mataré. ¿Estás de acuerdo con eso?
El llanto de la Demonio, que comenzó a besar el dobladillo de su falda fue respuesta suficiente.
Haraleah la llamó Arieta y ella y su hijo pronto fueron trasladados a la propiedad de Leah en la tierra justo a tiempo para la primera comida de su Azariel.
Le hubiera gustado quedarse embobada mirando al pequeño pero el trabajo de una madre no terminaba sólo consiguiéndole de comer. Arrastrando a los criados de Jazelen por medio Infierno y mundo humano, Haraleah compró sin escatimar en gastos todo lo que ella consideró necesario para su criatura, además de ordenar remodelar y modernizar la propiedad segura que Azalea le había dejado.
Le tomó una semana en la que sólo paraba para acurrucar a su Azariel de a momentos cuando éste rompía en un llanto que sólo ella podía calmar, pero finalmente todos los preparativos estuvieron completados y apenas los contratistas que habían trabajado en las reparaciones finalizaron, Leah pagó una generosa suma por borrar sus memorias del lugar, manteniendo así la seguridad e incognito de éste que ahora sólo estaba habitado por ella, Azariel, su sierva y la criatura de ésta. Vivi no contaba porque Leah la trazaba directamente al lugar y esta no podía llegar allí por su cuenta.

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Ágape
ParanormalUna Demonio imperfecta. Cuando la confirmación de su condición llegó, Haraleah sabía que la vida como la había conocido había terminado para ella. Abandonando su hogar y negándose a ser tratada como un ser inferior ella construyó para sí una existen...