◇|Capítulo Cuatro|◇

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Capítulo cuatro:
«El festival de pelea de Vaizel»

Ya era de mañana, y Edén fué casi la última en despertarse

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Ya era de mañana, y Edén fué casi la última en despertarse.

Todo su cuerpo lo sentía pesado y adolorido, como si le hubiera caído una gran roca en algún momento de la noche y aún la tuviera encima. Su intachable tolerancia al alcohol sufrió uno de sus más titánicos agravios, que ella permitió con negligencia al aceptar las botellas de la mano del Pecado de la Avaricia.

Se encontraba sentada de piernas cruzadas sobre el pórtico de tablas verdes de la taberna. Sus cansados ojos estaban cerrados, disfrutando de la brisa, y sus sentidos sensibles por la resaca agradecían que Diane tuviera sueño silencioso, pues no tolerarían los ronquidos de un gigante, así como no lo hizo con el olor de la comida de su capitán que se comprimía en el interior del negocio, y que la había obligado a huir.

Por poco lograba dormirse sentada cuando el sonido de la puerta frustró su intento.

— Tu cabello parece una bestia de montaña, Edén —le hizo saber Meliodas una vez que estuvo a su lado, con ese ánimo positivo que lo caracterizaba.

— Aún considero si alimentarlo o cortarlo —fue lo que dijo con voz adormilada, sin abrir sus ojos aún.

— Puedo ayudarte con eso si quieres —escuchó cómo dejó algo en el suelo junto a ella.

— Si cortas el cabello como cocinas, creo que prefiero los nudos —levantó sutilmente el párpado de su ojo derecho, dando con una bandeja sobre la cual descansaba una porción de tarta y un tarro de lo que parecía ser cerveza. Un escalofrío erizó su piel, no solo de ver a la causante de su malestar, sino por el alimento. Pese a que estuviera visualmente tentadora, se sentía por experiencia amenazada. La única cosa inanimada que podía ponerla a temblar. Se agarró el cuello, haciendo un gesto nervioso de dolor mientras una gota de sudor caía por su mejilla— ¡Ay, mi cuello! ¿Por qué empezó a doler de repente?

— Oh, vamos, no tienes que fingir —comentó despreocupado, a sabiendas de que no era un buen cocinero— Ban es el chef de la taberna.

Edén abrió los ojos apenada, pero tomó el cubierto y se llevó a la boca un bocado, sin embargo, tan pronto como lo saboreó, una arcada se atoró en su garganta y la obligó a escupirlo.

— Claro que el relleno es mi especialidad —expuso divertido por la reacción de la chica, que consideraba seriamente si era lo correcto darle un golpe.

Un sabor similar a las tripas de pescado invadía sus papilas, haciendo imposible que el asqueo no se reflejara en su rostro. Pretendiendo quitar ese gusto de su boca, agarró desesperada el tarro y se bebió todo el líquido de un largo trago. Si había algo que deseara hubiera cambiado en todo ese tiempo, sería la inhabilidad culinaria de Meliodas. Sobretodo porque pese a ser un asco en ese aspecto, era el único del equipo dispuesto a cocinar sin repliques, lamentablemente.

• T R E A S O N • |Nanatsu No Taizai| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora