Capitulo 5

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Adoro la ambivalencia poética de una cicatriz, que tiene dos mensajes:
Aquí dolió, aquí sanó

La frase sigue rondando en su mente cada vez que se ve reflejada en el espejo.

Suena bien, poético como dice. Pero al mirar su cuerpo, lleno de esas marcas que sabe no se desvanecerán...

Ella traza las líneas, examinándolas. Algunas son gruesas y oscuras, otras son apenas visibles, demasiado delgadas para siquiera notarlas a primera vista. Algunas son largas, otras cortas. Viejas o jóvenes, sin importar las diferencias, todas ellas duelen.

No es un dolor físico como el que se esperaría, duele en un peor sentido. Duele no recordar, duele no saber cómo fueron hechas.

Aquí dolió, aquí sanó

¿Qué fue lo que dolió? ¿Qué fue lo que sanó?

Su ropa para el día la espera tendida sobre la cama, en el mismo lugar donde ella la dejo tan solo minutos antes. Pero es incapaz de apartar la mirada de su propio cuerpo.

¿Qué fue lo que dolió?

¿Cómo fue que estas marcas llegaron a su cuerpo? ¿Dolieron? ¿Quién las dejó ahí? ¿Cuándo?

¿Realmente sanó?

¿Cuánto tiempo tomo para que cicatrizaran? ¿Dolían antes de perder la memoria? ¿Fue capaz de pararse frente al espejo, como ahora, y no apartar la mirada? ¿Fue capaz de hacerlo sin abrazarse a si misma como lo hace ahora? ¿Las lágrimas también corrieron por sus mejillas?

Aquí dolió

Sus manos tiemblan al acercarse a su pecho, sobre la ropa interior, sobre la marca que mas la aterroriza. Desde que volvió del hospital y fue capaz de tener un momento de privacidad real, de introspección.

La primera vez que la vio tuvo que morderse la mano para evitar gritar. Inclusive ahora, días después, sigue sin poder mirarla sin temblar por completo. Aun quiere gritar.

La cicatriz sobre su pecho, sobre su corazón...

Ella se voltea lentamente, mirando su espalda, donde la marca se repite.

El mismo lugar, como si estuviera burlándose de ella.

Se tambalea lejos del espejo, con las manos sobre la boca, consciente de la cena de la noche anterior queriendo salir. Sus piernas tiemblan, incapaz de mantenerla en pie y termina deslizándose por la pared, abrazándose a si misma, abrazando con fuerza sus piernas contra su pecho.

Piernas repletas de cicatrices.

Las lagrimas caen por largos minutos, pero no es capaz de detenerse a sí misma. Necesita este momento. Cada mañana es igual, y al igual que los días anteriores, su momento de angustia es interrumpido por el llamado de Alfred detrás de la puerta "Señorita Daniela. El desayuno esta a punto de ser servido"

Ella asiente, intentando inútilmente secar su rostro con sus manos desnudas. Se aclara la garganta antes de responder "¡Si Sr. Pennyworth!"

Si él nota el tembló en su voz, no dice nada y ella solo es capaz de respirar nuevamente al escuchar sus pasos alejarse.

Mira nuevamente la ropa sobre su cama, la culpable de su creciente angustia y autoconciencia sobre su piel arruinada.

Luego de horas de búsqueda, había encontrado una prenda que no fuera completamente oscura, una jardinera azul con falda al fondo del armario, en lo más profundo, como si estuviera siendo escondida.

'Ahora comprendo por qué' Piensa mirando nuevamente sus piernas. Quería usarla hoy, vestir un color diferente al negro habitual y aprovechar de refrescarse para el inusual calor fuera de la mansión. Pero no sería posible.

Please, Don't forget us! [DamianWayne]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora