Toccata and Fugue

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Parte 2

Toccata and Fugue

Un nuevo semestre comenzaba en el Conservatorio Saint Cecil de Lisieux, la mejor escuela de música que podrías encontrar en este lado del hemisferio. Su examen de admisión era riguroso, menos del tres por ciento de los que aplicaban podían ser de los afortunados en aprobarlo, a menos que fueras un alfa y tus padres tuvieran sus billeteras llenas como para hacer una jugosa donación desinteresada a los directivos de la escuela. Una porquería.

Los tulipanes que decoraban el reborde de la escalinata se abrían de par en par, exhibiendo el delicado interior de sus pétalos. La primavera llegó de forma inesperada y el cielo azul lucía despejado, salvo unas cuantas nubes borrosas que desaparecían en lo lejano del firmamento.

Me sentía agotado, a pesar apenas regresar de vacaciones. No había podido descansar en lo absoluto. Decidí acortar camino por la plaza central cuando, sin darme cuenta, me encontré de frente con el famoso edificio B, aquel donde tiempo atrás intenté buscar a mi amada violinista, pero todos mis esfuerzos fueron en vano. Habían pasado ya dos años, y yo estaba a punto de graduarme, probablemente nunca más la volvería a ver, pues se convertiría en la esposa de algún alfa influyente que le gustara fanfarronear con que poseía a una omega capaz de tocar como pocos lo hacían.

"No importa...", miré fijamente la ventana de donde ese día emergió la dulce melodía. Contuve la respiración, deseando dentro de mí que ella apareciera, pero nada mágico sucedió.

"¿Y sí todo fue una alucinación?", apreté mis manos sobre mi pecho. No quería pensar en eso, ya que sí ella existía eso significaba que todavía podría guardar la esperanza de algún día poder verla.

—¡Oye! ¡Namjoo!

"Kusanagi...", el simple hecho de escuchar su voz me revolvía el estómago.

Me di la media vuelta y él ya se encontraba a escasos centímetros de mí. Había teñido de rojo las puntas de su cabello oscuro de nuevo, aunque las reglas del conservatorio lo prohibían. Sus ojos claros se clavaban fijamente en mi rostro, como sí un tigre estuviese tanteando a su presa arrinconada.

—Dios... —resoplé. —Es muy temprano para tratar contigo.

—¿Por qué no vamos juntos a la cafetería o preferirías un sitio donde estemos a solas? —fingió no haberme escuchado.

—¿Acaso existe una tercera opción? —respondí fríamente.

—Ah —suspiró. —Siempre es bueno una pequeña dosis de tu gran sentido del humor —dijo en tono sarcástico.

—Buenos días, Kusanagi —quería cortar con nuestra interacción lo antes posible.

—Buenos días —acercó su rostro al mío, tratando de robarme un beso.

—¡Ah! ¡Largo de aquí! —lo empujé y pasé de largo, siguiendo mi camino.

—¡Agradece que mis feromonas no funcionan contigo, Namjoo! —vociferó divertido.

"Al parecer, tampoco tu cerebro", aceleré mi paso sin mirar atrás.

Kusanagi tocaba el arpa, y aunque lo respetaba como músico, recientemente se había convertido en una piedra en mis zapatos, ya que era muy insistente al invitarme a salir. Incluso juraba que nosotros terminaríamos casándonos, sin importarle lo que yo tuviese que decir al respecto.

Era lo que más odiaba de los alfas. Desde pequeños se les enseñaba que eran merecedores de todo y sí deseaban algo solo debían tomarlo, sin importar que no tuvieran los méritos necesarios para tenerlo. Pero al menos, en mi condición de beta, yo no sucumbía tan fácilmente a sus feromonas, ni tenía que cuidarme de ellos durante mi ciclo reproductivo.

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⏰ Última actualización: Jul 23, 2021 ⏰

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El pianista y el violinista ~ OMEGAVERSE ~ BTS: NamjoonXSeokjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora