CAPITULO II: NUEVO PRIMER DIA I

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LISA

Daba pena ajena el sin fin de cajas y ropa por todos lados.

—Si Tabby estuviese aquí....—me vuelvo a repetir en voz alta.

Suspiro y me dispongo a sacar cuadros y pinturas, algunos de unas mariposas, otros de paisajes y muchos de caballos.

Los voy acomodando poco a poco. Lo único que alcance a distribuir perfectamente fue mi ropa, algunos dirían que exagerada, pero amaba la ropa, amaba vestirme y jugar con los colores, era uno de los pocos gustos por comprar que compartíamos con mi mejor amiga, además del amor por la comida.

Saco mis puntas y toda mi ropa de deporte y baile. Ni borracha terminaba de ordenar este caos hoy.

Pongo a recalentar la pizza del día anterior; una acción muy universitaria de mi parte. Con la porción en mi plato y un vaso de refresco planifico la primera clase de Ballet en el nuevo estudio de danzas.

Estaba feliz por esto, otra razón para amar este lugar. Ahora soy profesora. Me tocó un grupo pequeño pero haría todo de mi parte que se destaquen. Tengo en mis manos niñas de 5 a 8 años.

Este trabajo, por muy que me pese, se lo debía a Jayden, su hermana mayor también era bailarina y se fue a trabajar a New York por lo cual este era un puesto ideal para mí. Al menos tendría mi propio dinero para solventar gastos sin tener que pedirles a mis padres de más.

Era una de las ventajas de estudiar a 5 horas de tu ciudad natal, no encontrarte a cada minuto con tus padres y todos los del pueblo que solo hablaban porque el aire es gratis.

Repaso una vez más mis notas y la tarea que había agendando de la clase de historia resplandece sobre el papel blanco causando que la tristeza de hace un par de horas atrás vuelva a resurgir.

No podía quedarse así, no quería que se quedara así, ¿pero qué le diría? ¿Y si le decía a toda la clase que me gustaba bailar? No sería lo peor que me habría pasado.

En mi mente tomo una determinación; ir con la verdad. Era mi última oportunidad.

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Estoy sentada en los bancos que quedan al lado del aula. Apenas si miro por la puerta de vidrio y ya todos los alumnos estaban dentro, pero el profesor aún no.

Mis manos posaban arriba de mis muslos temblando ante el vaivén de mis piernas. Unas fuertes pisadas se direccionaban al lugar. Sin dudas se trataba del profesor Charles.

El alto hombre se gira ante mí y le sonrío dubitativamente levantándome de mi puesto. El parece quiere ignorarme abriendo la puerta de la entrada, provocando que mis ganas de tener un buen día cayera por el subsuelo.

No digo ni una palabra, solo tomo con fuerza  mi cuaderno me doy media vuelta con algo amargo en mi garganta, pero una mano sostiene mi hombro.

—Si vino hasta aquí, ha de ser importante.

—Fue absurdo, no volverá a suceder profesor.

Me vuelve a detener y antes de decir nada parece plantearse millones de cosas.

—Escuche Señorita Chaplin—musita mi nombre como una advertencia.—Pronuncie una palabra, solo una que me dé la certeza de aceptarla nuevamente en mi clase.

Cierro mis ojos con fuerzas mostrándole el tormento de mi rostro. Pero no había de otra, debería acostumbrarme a que no todo salga como planeo.

—Soy profesora de Baile.—Levanta sus cejas sorprendido—Y el motivo por el cual entré a su clase es porque el arte es parte de mi.

EL LIMITE ENTRE NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora