3 capitulo

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Mire furiosa al celular, quería gritar hasta que mis pulmones me ordenaran que parara. Tire mi celular a la ventana, cayó al piso con la pantalla totalmente en negro. Marian me miro alarmada, empecé a contar hasta treinta y tres y respirar profundo varias veces. Las sienes me palpitaban, sentía que las venas de mi cabeza querían salir y destruir mi piel. Lance varios juramentos y luego solo me quede mirando el parabrisas moviéndose de derecha izquierda y viceversa. 

— ¿Qué te ha dicho Christopher?—La mire por unos segundos antes de volver a mirar al parabrisas
—Tendremos una visita, dice que son los hijos de sus socios y se quedaran con nosotras
— ¿Hijos?—Pregunto confundida— ¿No te ha dicho porque estarán viviendo con nosotras?
— No, no lo ha dicho. Sabes cómo es Christopher—Respire profundo evitando que el enojo volviera a mí—Fue el que tomo la decisión, sin consultármelo. 
—Tranquila, él es así

La lluvia cubría a Michigan, mire la ventana empapada completamente de agua. Miraba como el pueblo se asomaba en nuestro camino, las sombrillas negras pasaban en filas, como un desfile. El pueblo de Michigan es simplemente hermoso. 
Mire otra vez a Marian y note como se le empezaba a oscurecer la mejilla, justo donde… Ángelo la había abofeteado. El miedo recorrió cada nervio, musculo y hueso de mi cuerpo, él me había encontrado. Sabía lo que estará por venir, solo tengo que esperar y mantener a Marian a salvo. 

— ¿Estas bien?— Le pregunte mirando con miedo lo roja que estaba su mejilla. 
—Bah, solo es una picadura de mosquito—Respondió con una sonrisa nerviosa—No te preocupes por mi cariño, no puede conmigo. Solo me preocupo por ti, te ha tocado maldición—Apretó las muñecas en torno al volante, roja de la rabia.
—Me ha poseído desde…—Suspire pesadamente, como si tuviera miles de años sin suspirar— ¿Qué pasara ahora? ¿Qué haremos?

Su mirada se volvió ausente de pronto, sus dos manos tomaban el volante y salvo, conducía con tranquilidad. Entonces, me miro por unos segundos. 
—Haremos lo que haga falta, haremos lo que hemos estado esperando—Volteo la mirada hacia la carretera, y siguió el camino a casa. 

Dejamos el pueblo atrás, subimos la colina que daba a nuestro hogar, por ahora. La mansión se reflejó en mi vista, las luces del frente estaban encendidas, las flores bajo las ventanas están floreciendo felices de recibir la lluvia. Trague en seco cuando entramos al garaje. 
Todo estaba en su lugar, el candelabro en forma de araña iluminaba el gran salón, los cuadros familiares decoraban las paredes al igual que Picasso. Subí las escaleras caracol hacia mi habitación, necesitaba tiempo y unos momentos a solas. Prácticamente corrí por el pasillo adornado de luces y el famoso cuadro de patos que había traído mi padre a su primera visita a la casa, hace mucho. 

Salte a la cama, lance mi mochila a un lado y no preocupa donde callo. Al cerrar los ojos tuve miedo, la oscuridad estaba ahí, y entre toda y más oscuridad se encontraba el, con las misma sonrisa de siempre y la mirada de cazador. De pronto algo me agarro por el tobillo jalándome hacia abajo, me agarre del borde del piso negro, las lágrimas salían por mis ojos sin control, mire hacia abajo y todo era oscuridad. No había luz, no había esperanza, solo oscuridad, temor y desgracia. Grite todo lo que puede, grite y grite pero nadie me venía a rescatar, la voz se me seco, gemidos salían de mis labios sellados. Oí pasos, se acercaban lentamente, cada pisada se convertía en un golpe, vi los morados en mi piel ¿Cómo? Se volvían más oscuros, eran muchos y se extendía por mi cuerpo, entonces una sombra se paró enfrente de mí, levante la mirada y era el, Ángelo. Raramente estaba igual que cuando nos conocimos, la mirada dulce, la sonrisa deslumbrante, sus manos están en sus bolsillos, los primeros botones de su camisa estaban desabotonados y el pantalón se ajustaba a sus piernas y muslos, se veían tan hermoso, hechizante. 
—Soy Ángelo—Beso mi mano con gentileza, reí nerviosa. 
—Me llamo _____—Mi voz tembló un poco. Él se rio, sus ojos brillaron con amor.
—Lo sé—Me tomo de los hombros y caminamos juntos. 
Sentí alguien más a mi lado, mire hacia la izquierda y era Ángelo, pero estaba vez estaba diferente, su franela dejaba ver los músculos tensos de sus brazos, una cruz colaba de su cuello, usaba unos pantalones negros, el cigarrillo entre sus labios, todo lo dulce se esfumo de sus ojos, ahora me miraba con posesión. 
— ¿Es que no puedes hacer nada bien?—Me agarro fuerte del brazo clavándome las yemas de los dedos en mi piel—Tendré que enseñarte quien es el que manda, cariño no tardara mucho. 
Me encontraba en una cama grande, estaba desnuda, me sentía tan vulnerable. Él estaba encima mío, mirándome con posesión, clavo sus uñas en mis caderas y las arrastro hacia mis muslos, sentía como la piel se me habría con posibilidad de terminar con una cicatriz, salía poca sangre pero era un dolor lento.
—Te encontré, siempre lo hare—Grite con todas mis fuerzas cuando sentí como rompía mi interior… 

—Shh, shh. Tranquila ____, estoy aquí—Mire a mi alrededor, estaba en mi habitación. El oscuro cielo sin estrellas se veía desde los grandes ventanales, No fue un sueño, eran los recuerdos de mi subconsciente que venían a atormentarme como cada noche. Marian me arrullaba contra su cuerpo, la abrace fuertemente llorando hasta quedarme vacía. Cerré los ojos y la oscuridad vino de nuevo… 



Es sábado, sentía los ojos hinchados de tanto llorar, Marian ya no estaba a mi lado. Mire el reloj, eran las 10:10 am. Sentí el cuerpo pensado, como si una avalancha de toros salvajes corrieran sobre mí. Me dirigí al baño, hice mis necesidades y Salí sin prisa. Maquille mis ojos para que se vieran menos hinchados, me vestí casual, unos jean negros y una camisa blanca, estaba descalza, disfrutaba del piso frio, prepare mi mejor sonrisa para los invitados, claro… Hoy llegan los supuestos hijos de los socios de Christopher. 

— ¿Te sientes mejor?—Me pregunto Marian, tendíamos las camas de las habitaciones, estarían en el tercer piso, lejos de nosotras. 
—Supongo que si—Me encogí de hombros y seguí a la siguiente habitación. 

Sonó el timbre, nerviosa baje las escaleras con paso acelerado, recobre el aliento cuando estaba de frente a la puerta. Tarde unos segundo en abrir, y con un suspiro forzado a salir abrí la puerta… 
—Bienvenidos— “Tranquila, son pocos” 

Una sonrisa blanca ilumino mi rostro, se acercó un castaño, su cabello lo llevaba desordenado como si acabara de levantarse, por su estatura puede ser 1,78 y unos hermosos ojos color café que me miraron con amabilidad. Detrás de él lo siguió otro castaño, su cabello revoltoso llenos de rizos llenaban su rostro. Tenía unos hermosos ojos color esmeralda hasta podría decir que un color más claro que mis ojos. 
Les sonreí cuando ellos me regalaron una tímida sonrisa. Miraron alrededor con asombro y un brillo de confianza resplandecía entre ellos.
—Es muy hermoso este lugar—Dijo el de ojos esmeraldas, su voz era un poco gruesa, ronca. Sonrió hacia mí dejándome ver unos hoyuelos que se formaban a cada lado de sus mejillas. 
Mire hacia la puerta y me encontré frente a frente con un rubio de hermoso ojos celestes. Me dio una sonrisa tímida y termino de entrar al salón, se puso en medio de los dos castaños y se veía un poco más bajo. Un castaño cruzo la puerta, con sumo interés de lo que había dentro, me miro y su ojos se iluminaron, me sonrió con timidez pero con ese brillo especial en sus ojos azules, tan azules como dos mares separados. 
—Lindo—Comento mirando el candelabro.
Cuando estuve casi segura que eran solo ellos cuatro, un último pasó por la puerta. Su cabello se extendía rebelde sobre su frente, las puntas de sus cabellos ocultaban un poco sus ojos pero note como el color ámbar de sus ojos me miraban con intensidad, no sonreía, solo me miraba con sumo interés. 
Entonces fue como una alarma cruzara mi corazón y mi mente, me quede mirándolo con la misma intensidad y supe… Que acababa de empezar una nueva guerra. 

O' Clock- ZaynMalik&TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora