Disclaimer:
Los personajes principales y secundarios de esta historia son propiedad de Isayama-Sensei y Kodansha, algunos de los cuales sus nombres - para fines de esta historia - han sido añadidos por la fanautora.
El doctor Jeager pasaba tres tardes a la semana enseñándole a Mikasa clases básicas de primeros auxilios y algunas otras de enfermería. Como habían acordado, se veían siempre y cuando su mujer, Karla Jeager, estuviera ocupada. Cosa sencilla pues las reuniones de la Junta eran cada vez más frecuentes debido a que estaba cercano el Festival de Música.
Y creo que va siendo hora de explicar un poco acerca de la Junta Comunitaria. Yarckel era un pueblo centenario, rico en costumbres y tradiciones y, debido a su natural aislamiento, muchas cosas en él diferían del resto de la nación; una de las distinciones más marcadas eran su sistema de gobierno. Si bien presumía de tener un alcalde (como el resto de los distritos en Eldia), el verdadero liderazgo del lugar lo llevaban un grupo de diez miembros de la comunidad, conocidos como la Honorable Junta del Pueblo o – como todo mundo le decía – la Junta Comunitaria. Y es que en verdad era este grupo de personas quienes se encargaban de vigilar el orden y que las añejas tradiciones entre ellos fueran respetadas. Dichas gentes eran popularmente reconocidas por poseer una reputación impecable, respetar las normas y guardar las fiestas de Yarckel con suma devoción; es por eso que su autoridad era magnánima e irrevocable.
Si bien la mayoría de sus miembros eran gente ya entrada en años, la única más joven entre todos era Karla Jeager, quien se había ganado con esfuerzo, sudor y sangre un lugar entre la Junta a tal grado de excelente rendimiento que sus compañeros estuvieron de acuerdo en que era digna de heredar el cargo máximo.
Porque las reglas en Yarckel lo eran todo. Había normas para las horas de comida y salida, reglas para visitar a los vecinos, reglas para comportarse en la calle, reglas para el orden diurno y reglas para la noche. A lo mejor me dirán que esto es algo normal, todo pueblo o ciudad se rige de leyes que guardan el orden público y en eso están en lo cierto. Sin embargo, las normas que regían este lugar eran más que de palabra y pensamiento, que propiamente escritas en un papel; por lo que su rigidez yacía en la ancestral idiosincrasia popular y protegía lo que ellos consideraban correcto. Las ideas nuevas, la innovación o algo que atentara a desafiar estas leyes era repudiado, rechazado y no dejaban que se expandiera.
Porque Karla Jeager hacía cumplir las normas al pie de la letra. Cueste lo que cueste.
Y el ejemplo perfecto sucedió no pocos días después de que comenzaran las vacaciones.
Justamente en el Festival de Música.
Zeke Jeager era el hijo mayor de la familia del doctor. Parecía que todo lo tenía a su favor: era joven, guapo, talentoso, inteligente y rico, muy rico. Era muy popular entre las chicas del pueblo pues no sólo sobresalía por lo anteriormente dicho: aparte era bastante carismático, experto en lanzar una broma en el momento preciso, mantenerse elocuente en una conversación y aunque tenía todo para presumir, era sencillo y nada petulante. En fin que a sus buenos dieciséis años era el ejemplo a seguir de un adolescente ideal. O bueno, eso creían todos.
Zeke acababa de llegar de un viaje que el grupo de su escuela había hecho a Mitras para conocer los recintos históricos y pasar unos días conociendo la ciudad; privilegio de este tour lo habían tenido los mejores del instituto, y como no había podido ser de otra manera el muchacho fue uno de los afortunados. Después de dos semanas de visitas a museos, plazas y lugares conmemorativos, regresar a su pueblo natal sentaba bien. Sobre todo después de aprender tantas cosas nuevas. Cosas que era buena idea poner en práctica.
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Esa buena noche
FanfictionMikasa vive feliz con su padre y sus amigos en el conservador pueblo de Yarckel. Sin embargo, la discriminación que vive por parte de sus habitantes a veces la desanima un poco, y la razón se debe a ser una niña huérfana que hace 8 años fue encontr...