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—¿Acaso no has visto al padre de Jonathan?—un chiquillo murmuró con saña a su otro compañero.—Está loco.

—Si sí, es lo que dicen, y que a veces, tiene ataques en medio de la calle—se encogió de hombros para reír bajo.

—Lo he visto, parece un niño de nuestra edad, y es taaan flaco, tanto que el viento podría llevárselo—con una mueca de su parte hizo reír a su compañero un poco más fuerte.

Oyendo los susurros tras su espalda, rompió una de las hojas de su cuaderno molesto. Realmente está acostumbrado a ese tipo de comentarios, sin embargo sigue causándole malestar a su pecho. Dolía oír aquellas cosas como si no estuviese presente.

—Siendo él, no lo quisiera ni un poquito, jamás aceptaría a un padre así ¿Te lo imaginas? Ay no que vergüenza...—no continúo puesto que un manotazo a la mesa atrajo la atención de todos en el salón.

—Al menos él me da el cariño y amor que sus padres no les da a ustedes, ¡Así que si dicen algo más sobre mi papá no dudaré en romperles la cara!—bramo en sus rostros para luego volver a su posición inicial bajo la mirada sorprendida de los chicos que inmediatamente se quedaron mudos por la amenaza.

La maestra carraspeó con obvia incomodidad. Pareciese que en ningún momento hubiera estado presente.

—Sigamos con la clase por favor—dijo procurando que regresarán su atención a la clase, y olvidasen lo acontecido.

[•••]

El timbre sonó. Guardo todas sus cosas en la mochila para luego salir del salón.

Ya estaba harto, no soportaba a ninguno allí. No toleraba los murmullos y burlas en su entorno, las miradas, las risas. Muchas veces tuvo que ocultarse en el baño por horas hasta que la escuela terminara, llorando con amargura. Algo, que definitivamente no es bueno para un chico de su edad.

En ningún momento culpaba a su padre por la vida que tenía en la escuela, no, más bien lo quería demasiado como para tenerle algún tipo de resentimiento, y siempre lo estaba defendiendo porque es su deber como hijo. O al menos es así como se siente al respecto.

Caminó bajo la mirada de varios padres e hijos que lo veían con pena, o quizás diversión; inclusive creía que esos adultos no eran más que chiquillos inmaduros incapaces de criar correctamente a sus hijos. Y era tan frustrante tener que lidiar con esos sujetos también, pero inmediatamente el reclamarles por la lastima innecesaria paso a segundo plano al divisar a un rubio bajo y delgado, viendo al suelo, jugando con sus pies. Sonrió corriendo a su encuentro. Todo lo malo se desvanecía cuando estaba junto a él otra vez, a su alrededor nada podía salir mal o afectarle.

—¡Papá!

—¡Johnny!—subió la mirada y se movió inquieto en su lugar. El niño lo abrazo y él, comenzó a reír.—Johnny mira, mira, son pájaros—señaló a las aves que volaban en el cielo.—Pájaros—repitió como solía hacerlo con todo.

—Si son muy lindos, pero ya vámonos papá, sígueme—cogió su delicada mano entre la suya más pequeña, y suave.

Arrastró consigo al hombre que se quedó ensimismado con los plumíferos alados revoloteando las nubes.

Avanzando por las calles llegaron hasta una tienda que conocían muy bien, en el mostrador de la misma se encontraba una pelota de colores que llamo poderosamente su atención, era tan bonita; y está seguro de que es nueva pues tiene tiempo recorriendo esa zona y nunca la había visto.

—¡Mira! Es una pelota.

—¡Si, si! Una pelota, pelota de colores para ti—busco en sus bolsillos desesperado. Saco unos billetes y los coloco en el mostrador cuando entraron.—Eso, por favor.

—Esto no le alcanza—negó el dueño con un “lo siento” en sus ojos.

—Pero, pero, la pelota para Johnny—señaló el colorido juguete entrando en histeria. No debería ser tan costosa, cinco dólares deberían alcanzar, ¿Cierto? Debería ser suficiente.

—N–No importa papá, está muy caro de todas formas, vámonos—jalo la ropa del menudo hombre para salir del establecimiento, no puede creer que cueste diez.

—Pero...

—Vámonos—cogió el dinero y la mano de su padre para salir del local antes de que formará un escándalo como solía pasar cuando se estresaba y se ponía ansioso.

No quería que maltratasen a su progenitor por el simple hecho de que no saben comprenderlo.

[•••]

Pronto llegaron frente a un edificio gigantesco.

—Papá... Te quiero.

—Yo también quiero a mi hijo—aplaudió haciendo sonreír al niño.—Tony nos espera, nos espera vamos, vamos—canturreó halando del chico.

Entraron a la edificación siendo observados por las personas de trajes elegantes que se paseaban por allí como de costumbre, por otro lado los empleados que ya los conocían muy bien se acercaron sonrientes.

—Steve, Johnny ¿Cómo están?—una mujer acarició los cabellos del niño.

—Muy bien, ¿Está el señor Stark?—preguntó.

—¿Tony está, si está?—saltó varias veces para ver por sobre el hombro de la mujer hacia unas puertas. Ella rió ya que el hombre le causaba ternura.

—Por supuesto, ya saben por dónde ir.

Avanzaron hasta el ascensor y Johnny tocó el único botón que se encontraba en el panel que los haría subir varios pisos a toda velocidad.

—¡Estrellita, estrellita!—canto Steve.

—¿Dónde estás?—respondió Jonathan. Steve se colocó de cuclillas frente a él y comenzó a repartir besos por toda su cara haciéndole carcajear feliz, abrazo al delgado hombre también dándole besitos.

—Aquí estás, aquí estás Johnny.

—Si papá.

Su padre no estaba loco, simplemente no era comprendido por la sociedad. Y no importaba lo que dijeran los demás, amaba a su querido padre tal y como era, así como Dios lo trajo al mundo.

Las puertas del elevador se abrieron mostrando una hermosa y elegante oficina, en ella, a un castaño que al verlos, sonrió.

—¡Steve y Jhonny!

—¡Papá Tony!—llegó hasta él siendo cargado por el hombre.

—Tony vimos una pelota para Johnny pero no tenía dinero, ¿Puedes comprarla? Tú si puedes, ¿Verdad que si?

—Por supuesto que sí amor mío, todas las que quieran—abrazo al rubio y dejo un casto beso en sus labios. Steve después de recibir esa muestra de afecto se limpio los mismos.

—Me dejaste saliva, que asco—se quejo con el ceño fruncido.

—¿Acaso no me quieres Steven?—hizo un puchero triste, sabiendo la repuesta.

—Si te quiero Tony, mucho como a Johnny... ¡Mira pájaros!—se olvidó por completo de lo que decía para pegarse al vidrio de las ventanas. Amaba a esas criaturas, lo suficiente como para olvidarse de todo y solo centrarse en ellas.

—No puedo contigo Stevie—negó resignado.

Jhonny rió bajito aún en los brazos del empresario. Desde que su papá Tony llegó a sus vidas, todo había mejorado.

Él acepto a su papá tal y como era. Por eso no importaba lo que los demás dijeran a sus espaldas, las burlas o esas cosas, porque era más que suficiente con que Tony los quisiera, y consintiera en todos los aspectos.



Editada también 💗
A los releedores espero les guste la nueva portada 🫶🏼.

♡Steve Dad♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora