II

80 11 11
                                    

11:30 de la noche en el planeta Solace, la ciudad estaba abarrotada de gente, cada quien en sus asuntos. Era común ver los bares y clubes desbordando de personas, después de todo era sábado por la noche.

Él, algo camuflado para no ser reconocido, se abría paso entre la multitud con gran sencillez y naturalidad. Se arrimaba a un callejón solitario, acercándose a un fortachón pelirrojo que custodiaba una misteriosa puerta. Se le acercó sonriente y emocionado, trayendo en sus manos una botella de refresco y una rica empanada de carne.

-¡Hey compadre! ¿Qué tal todo? ¿Inamovible como siempre?

-Así es chico. Ya hace tiempo que no venías.

-Bueno, hace tiempo que ella no venía. Vengo a verla, sabes, es mi chica.

-De acuerdo, seguro debe de estar asombrando a todos allá dentro. Pero conoces las reglas, necesito la contraseña.

-Como digas, Mayhem. -El hombre se levantó para así abrirle la puerta, esta dejaba ver un pasillo con escaleras descendentes.- Oh, cierto, esto es para ti. Seguro debes estar cansado de solo sentarte ahí. -Le ofreció la comida y bebida, siendo aceptada y agradecida por el fortachón. Pronto entró y bajó.

La oscuridad lo envolvía, se apreciaban las luces bajas al final del pasillo. La música retumbaba las paredes haciendo vibrar su cuerpo, la emoción le sacaba una sonrisa pues la fuerte batería de la banda sonaba con potencia. Una vez entró se encontró sobre una plataforma alta, debajo se podía apreciar la cantidad de personas bailando el ritmo de la música, el olor a alcohol era muy fuerte.

No le fue difícil entrar entre la multitud y avanzar sin problemas, ya estaba acostumbrado a este tipo de ambiente y se movía con total naturalidad. Se acercó a la barra pidiendo algo ligero para iniciar la noche mientras su atención caía directamente en el escenario. La banda 'The Flyer Liars' era una de las más concurridas de ese club y como no: su música era increíble. Esos chicos tenían un gran talento y la habilidad de enloquecer a las personas, lograban hacer que hasta el tronco más tieso bailara. Y ella... Se veía espectacular. Ajay sabía darle un sazón a la música, como tocaba la batería era simplemente genial, y se le veía tan feliz al hacerlo. Le gustaba, realmente le gustaba estar allí, dándolo todo con ese par de baquetas.

Él siempre iba a verla, a cada presentación sin falta. Algunas veces llegó a cancelar planes y eventos solo para poder apoyarla en su noche. Ella muchas veces no se daba cuenta de que él estaba allí, a lo lejos, sonriendo mientras la veía. Solo ella podía reconocerle pues al salir sin su característica máscara era difícil saber quien era; hay mucha gente sin piernas y con tatuajes en estos tiempos. Sabía que si se presentaba como una figura pública se robaría la atención del club y realmente no quería eso. Quería que todos vieran lo increíblemente genial que es su chica.

Al acabarse un par de bebidas e ignorar a los chicos y chicas que le coqueteaban se adentró entre el público, avanzando con facilidad hasta la primera fila, justo donde le salpicaba la saliva del vocalista. Empezó a saltar y cantar como todos lo hacían, dejándose llevar por el ritmo, las luces, las vibraciones y los dos shots que llevaba en el cuerpo. Bailaba con alguna chica que se le acercaba, bailaba con algún chico que le coqueteaba. Él estaba dispuesto a todo.

Una vez terminó la canción y la banda bajó a tomar un descanso él se fue tras bambalinas, saludando a los integrantes de la banda quienes le conocían casi de siempre. Cuando ella lo vio dejó relucir una enorme sonrisa, y ella sintió como su corazón ardía contento al saber que su chico estuvo allí todo el tiempo.

-Silva. -Una sonrisa y mirada dulce se mostraron mientras se acercaba al joven, uniéndose en un amoroso abrazo con él.- ¿Estuviste viéndome todo el rato, cierto?

『𝔻𝕖𝕛𝕒 𝕧𝕦』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora