En mi ciudad tienen una extraña leyenda en la cual aquellos que están "destinados" llevan atado a su dedo meñique un hilo rojo, según que ese te ata a la persona que será tu alma gemela y algo así va aquella leyenda ¿Ven la ironía? Uno no puede elegir a quien amar. Aunque el destino haya elegido a mi alma gemela, qué importa. Yo solamente quiero salir con quien yo quiera sin pensar sí es o no aquella "destinada" para mí.
No era mi culpa ser un mujeriego. A todas les dije que no iba a prometerle rosas y cosas como esas.
Yo solía salir con quien me diera la gana. No quiere decir que tenía novias, ni nada de eso, solamente no quería compromiso y si ellas no lo entendían, ahí estaba la puerta para que se fueran.
Muchas se quedaban pensando que iban a ser las "dichosas" en cambiar mi forma de ser pero ellas estaban mal. Yo era así, así que ¿Por qué cambiarme? Si no me quieren así, sólo consigan a otro que se amolde a sus definiciones y déjenme en paz.
Una de ellas era Rita. Ella quería que cambiara pero nunca se iba, llegaba a hablarme de toda clase de compromisos y ella sabía que odiaba hablar de esas cosas. Ella estaba empeñada en que fuera su novio o peor aún en casarse conmigo. Es una soñadora esplendida, déjame decir. Lo malo fue que se le subió a la cabeza y le dijo a todos que nos casaríamos, mal por ella... o de mí al final. Luego de rechazarla y dejarla plantada en una boda en la cual le recordé repetitivas veces que no asistiría. Ella me llevo con una anciana, con la excusa que quería arreglar las cosas conmigo, en fin, me maldijo.
No entendí de qué iba dicha maldición. Empecé a ver personas cuyo meñique llevaban atado un hilo rojo, ahí fue que recordé la leyenda de mi ciudad...
Esta lección la aprendí mal.
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Al otro extremo de mi hilo rojo.
Romance¿Has oído hablar de este hilo rojo del destino? Este hilo nunca desaparece y permanece constantemente atado, a pesar del tiempo y la distancia. No importa lo que tardes en conocer a esa persona, ni importa el tiempo que pases sin verla, ni siquiera...